Los republicanos dan el primer gran paso para derribar Obamacare

La Cámara de Representantes da una importante victoria al presidente Trump, que está a un paso de cumplir su principal promesa electoral

Cristina F. Pereda
Washington, El País
El Partido Republicano ha conseguido su primera gran victoria en la mayor batalla política que ha consumido a Washington durante los últimos siete años. La Cámara de Representantes ha aprobado el desmantelamiento del sistema sanitario de Barack Obama y su reemplazo por uno con el sello republicano. Este paso también supone el primer gran triunfo legislativo del presidente Donald Trump, que basó su campaña electoral en la promesa de deshacer el principal legado de su antecesor en política doméstica nada más llegar a la Casa Blanca.


El proyecto de ley, que deberá ser ratificado ahora por el Senado, salió adelante por una diferencia de cuatro votos —217 a favor y 213 en contra— y con solo uno más de la cifra que necesitaban sumar. Todos los representantes demócratas votaron en contra después de que su líder, Nancy Pelosi, calificara el texto de "monstruosidad moral". El corto margen de victoria refleja el amplio rechazo al que todavía se enfrenta dentro del Partido Republicano y augura una pelea aún más ardua en la Cámara Alta, donde los republicanos cuentan con una superioridad de apenas seis senadores sobre los demócratas.

Pero Trump ya puede decir que logró sacar adelante un proyecto de ley para poner fin al sistema conocido como Obamacare. El mandatario republicano ha invitado a los congresistas de su partido a una celebración en la Casa Blanca inmediatamente después de la votación y ya puede presumir de su influencia en este éxito. "Tengo toda la confianza de que superaremos el voto del Senado", dijo el presidente en el Jardín Rosado, donde le rodeaban los representantes republicanos que dieron su respaldo a la ley. Trump prometió una vez más, en contra de lo que dicen los analistas, que la ley bajará los precios de las pólizas.

El mandatario fue humillado hace seis semanas cuando, después de presionar a los legisladores de su propio partido y amenazar con retirarles su apoyo si votaban en contra, los ultraconservadores del Freedom Caucus le negaron el voto y la medida ni siquiera fue sometida a votación. Desde entonces, la Casa Blanca ha optado por otra estrategia. Detrás del telón de tuits con los que cada día marca la actualidad, el presidente ha ejercido en las últimas semanas la política más tradicional: ha llamado personalmente a los representantes que no estaban convencidos con su ley sanitaria y, cuando dos moderados manifestaron públicamente su rechazo, les invitó a la Casa Blanca. En paralelo, tanto el vicepresidente como el secretario del Tesoro pasaron todo el miércoles en el Capitolio para cambiar más votos.

Las dificultades de los republicanos para sacar adelante este texto reflejan la compleja situación que atraviesa la política en Washington. Cuando Obama ocupaba la Casa Blanca, los republicanos votaron hasta 40 veces para revocar su sistema sanitario. La única vez que lograron superar la votación, el texto fue vetado por el mandatario demócrata. Y ahora que tienen mayoría en las dos Cámaras y la presidencia, se han topado con mayores dificultades.

Paradójicamente, el principal obstáculo es que muchos republicanos moderados no quieren desmantelar Obamacare para no eliminar sus principales beneficios, como la prohibición de negar un seguro a personas con dolencias previas. Trump habría logrado más apoyos para su proyecto sanitario gracias a que prometió personalmente al líder del ala más moderada del partido que destinará 8.000 millones de dólares más a cubrir este tipo de pólizas. Aún así, la suma no garantiza ni que esos recursos sean suficientes ni que el texto definitivo garantice al 100% que ningún estadounidense sea rechazado por las aseguradoras.

La falta de transparencia ha marcado las últimas negociaciones. La reforma de Obama superó el escrutinio de decenas de comités y fue debatida durante meses. El primer intento de Trump, sin embargo, acumuló cada vez más rechazos desde que la Oficina de Presupuesto del Gobierno anunció que 14 millones de personas habrían perdido su seguro con esta propuesta a finales de 2018. Los republicanos sometieron este jueves la ley a voto sin conocer su impacto económico, sin hacer público el texto íntegro de la legislación y sin que un solo comité del Congreso haya analizado su contenido.

El proyecto republicano cuenta con el rechazo de más de una decena de las principales organizaciones médicas del país. La mayor agrupación de americanos retirados dijo este jueves que los cambios a la ley “hacen que un texto malo sea aún peor”. El líder del Partido Demócrata, Tom Perez, declaró que “Trump y los republicanos serán responsables de todas las muertes que se podrán haber evitado” si entra en vigor el plan sanitario.

Las únicas estimaciones provienen de organizaciones independientes y contradicen lo que prometieron los republicanos. Tanto Trump como los líderes del partido prometen que nadie será denegada la cobertura por una dolencia previa —nacer con una enfermedad congénita, haber padecido cáncer o sufrir depresión— desde antes de contratar un seguro. Sin embargo, los detractores de la ley alertan de que sí reconoce a los Estados el derecho a decidir qué enfermedades deben cubrir todas las aseguradoras que operen en su territorio y cuáles serán opcionales, algo que hasta ahora no podían hacer.

El nuevo sistema podría alterar también los precios de las pólizas, ya que los republicanos quieren eliminar los impuestos a las rentas más altas para financiar los subsidios. Una estimación del Center for American Progress, una organización progresista de Washington, alertó además que algunos ciudadanos se enfrentan a seguros con un sobrecoste del 3.500% —142.000 dólares— si han padecido cáncer anteriormente, o de un 208% —8.490 dólares— en casos de depresión o trastorno bipolar.

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