La batalla por el euro marca el fin de campaña en Francia

Marine Le Pen intenta matizar una propuesta electoral más impopular pero central en su programa

Marc Bassets
París, El País
No son los valores, es el monedero. El mensaje que finalmente puede decidir la elección presidencial francesa del 7 de mayo en favor del europeísta Emmanuel Macron y en contra de la nacionalpopulista Marine Le Pen es la economía. Los franceses rechazan abrumadoramente la salida del euro y el regreso al franco, una de las propuestas centrales del Frente Nacional, el viejo partido ultra del clan Le Pen. De ahí que en los últimos días Le Pen haya intentado suavizar la promesa. Los candidatos debaten el miércoles ante millones de telespectadores. Los sondeos prevén una amplia victoria de Macron.


Las grietas en el llamado frente republicano —la tradicional unión pétrea de izquierda y derecha contra el Frente Nacional— pueden sentenciar de muerte esta fórmula que hasta ahora había contenido el ascenso de la poderosa extrema derecha francesa al poder. Desparecido este frente, le ha sustituido otro, lo que el politólogo Dominique Reynié llama en Le Monde el “frente monetario”.

El frente monetario es insensible al discurso alarmista sobre los ultras, a las advertencias sobre el regreso del autoritarismo a Europa u otros discursos moralizantes que apelan, para frenar al FN, a memoria histórica, al nunca más. Saca su fuerza de “un voto patrimonial, de monedero”. Es el miedo a perder los ahorros, las pensiones, un bienestar que, pese a los embates de la crisis y la globalización, sigue manteniendo unos estándares elevados en el mundo desarrollado.

Los franceses temen que abandono del euro por una moneda más débil ponga en peligro este patrimonio. Un sondeo publicado en marzo por el diario económico Les Échos revelaba que tres de cada cuatro rechazaban la idea de volver al franco.

La promesa puede haber sellado su destino. “Felizmente que Marine Le Pen prometió la salida del euro”, decía hace unas semanas a un grupo de periodistas Henri de Castries, uno de los grandes nombres del capitalismo francés, expresidente de la aseguradora AXA y asesor del derrotado candidato de la derecha, François Fillon.

“Mecánicamente, una salida del euro conduciría a una explosión de los tipos de interés, de los déficits y de la deuda”, advirtió en un editorial el diario conservador Le Figaro. La moneda se devaluaría, los ahorros se depreciarían, se organizaría una fuga de capitales y nuestros acreedores nos cerrarían el grifo”.

El programa de Marine Le Pen era claro. La primera frase del primer punto decía: “Reencontrar nuestra libertad y el control de nuestro destino, restituyendo al pueblo francés su soberanía (monetaria, legislativa, territorial, económica”. Y el punto 35: “Apoyar a las empresas francesas ante la competencia internacional desleal por la puesta en marcha de un proteccionismo inteligente y el restablecimiento de una moneda nacional adaptada a nuestra economía, palanca de nuestra competitividad”.

El 28 de marzo, en una entrevista con la emisora Europe 1, Le Pen llegó a decir sobre el referéndum para salir de la UE y el euro: “Si el resultado es no, esto significa que los franceses han elegido un modelo de gobierno impuesto por la Unión Europea y que, por tanto, en estas condiciones, más o menos el 70% de mi proyecto no podría ponerse en práctica”.

Es decir, ella misma admitía que, sin la salida de la UE y del euro, todo el programa se desmoronaría.

Una vez clasificada para la segunda vuelta, Le Pen necesita seducir a votante moderados, a conservadores que no quieren experimentos, temen por sus ahorros, por la estabilidad económica. La alianza con el autoproclamado gaullista Nicolas Dupont-Aignan, un candidato que en la primera vuelta del 23 de abril no alcanzó el 5% de votos, alumbró un plan común bajo el título de Alianza patriótica y republicana. La salida del euro ya no es tan tajante, ni es condición sine qua non, y queda envuelta en la equívoca mención a una nueva “moneda común”: “La transición de la moneda única a la moneda común europea no es una condición previa a toda política económica, el calendario se adaptará a las prioridades y los desafíos inmediatos que deba afrontar el gobierno de Francia”, dice el texto.

Desde entonces, la confusión se ha instalado en el FN. Los mensajes contradictorios entre representantes del ala económicamente liberal —su sobrina, Marion Maréchal-Le Pen— y el ala social—su mano derecha Florian Philippot—se han multiplicado. Maréchal-Le Pen dice que las negociaciones con la UE, previas el referéndum, pueden tomar meses, “o quizá varios años”. Philippot promete que un año después de la llegada a de Marine Le Pen al Elíseo los franceses comprarán la baguette “muy probablemente en francos, en nuevos francos”. Y Marine Le Pen habla, en sintonía con el acuerdo con Dupont-Aignan añadiendo más confusión, de una moneda común y otra nacional.

La mayoría de sondeos coincide: Macron sacará en torno a un 60% de votos y Le Pen en torno a un 40%. El mismo pronóstico del presidente François Hollande, según el semanario Le Canard Enchaîné. Si aciertan, significará que doce años después del no de los franceses la Constitución Europea, el euro habrá ganado su primer referéndum francés.

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