Esta Juve se ha hecho mayor

El equipo de Allegri volvió a demostrar su potencial y su empaque. Mandzukic y Dani Alves marcaron antes del descanso. El gol de Mbappé, insuficiente.


Mirko Calemme
As
No hubo sorpresas, como casi siempre en el Stadium: la Juventus conquistó su novena final de Champions derrotando 2-1 a un Mónaco que no se rindió nunca, pero claramente inferior a su rival. Un premio merecido para los de Turín, que llegan a Cardiff imbatidos y con apenas 3 goles en contra.


Allegri se presentó con su esperado once, mientras que Jardim renunció a Lemar, Fabinho y Dirar (lesionado en el calentamiento), sustituyéndolos con Raggi, Moutinho y Mendy. El comienzo parecía haberle dado razón: los del Principado encerraron a la Vecchia Signora en su área e hicieron temblar el Stadium con un palo de Mbappé (no habría sido gol, el linier había llamado fuera de juego) y un chut de Falcao. La situación, para los locales, pareció empeorar cuando Khedira, en el 10', sufrió una lesión muscular y le tuvo que dejar su sitio a Marchisio. La ilusión del Mónaco, no obstante, se acabó muy pronto.

Los italianos, de hecho, dejaron desahogar a sus rivales, siguiendo el guión que había confesado Jardim en la víspera. La búsqueda desesperada de un tempranero 0-1 era previsible, y cuando se acabó el ímpetu de los visitantes la Juve sentenció. Avisó con Higuaín (que desperdició solo ante Subasic), y luego golpeó con Mandžukic: el croata, en el 33', aprovechó un genial centro de Dani Alves con un testarazo que el meta rival neutalizó entregándole otra vez el balón, y en el rechace el exatlético no falló. El gran protagonista, no obstante, fue el mismo Dani Alves, que después de haber firmado tres asistencias entre ida y vuelta, marcó el 2-0 con una maravillosa volea desde fuera del área antes del descanso.

El partido, básicamente, se acabó allí: en la reanudación los de Jardim buscaron el gol del honor, ante una Juve que hasta pudo dar descanso a Dybala. Tras 689 minutos sin encajar ninguno, los italianos concedieron un tanto: lo marcó justo Mbappé, que empujó entre palos un centro raso de Moutinho. A partir de entonces aumentó la tensión en el césped, con algún golpe prohibido (Glik pisó un muslo de Higuaín, que volvió al campo enfurecido), pero el marcador no volvió a moverse. La Juve se va a Cardiff, a jugar su segunda final en tres temporadas. Esta vez, teniendo conciencia de haberse hecho mayor.

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