Erdogan advierte a Trump que no tolerará que se dé armas a las milicias kurdas
El presidente de EE UU expresa a Turquía su cercanía pese al conflicto sobre el grupo YPG en Siria
Amanda Mars
Washington, El País
Donald Trump trató de mostrar este martes su máximo apoyo y cercanía al presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, tras la conflictiva decisión que tomó la semana pasas de armar a la milicias kurdas en Siria. El encuentro estaba destinado a simbolizar el cambio de era en las relaciones entre Estados Unidos y Turquía, tras el distanciamento entre Erodgan y Barack Obama, pero la medida de Trump cayó como una bomba. "Tomarles en consideración [el grupo YPG] en la región nunca será aceptado y estará en contra del acuerdo global", recalcó Erdogan en una declaración sin preguntas posteriores, antes de comenzar las reuniones bilaterales.
"Apoyamos a Turquía en su lucha contra el terror y grupos terroristas como el ISIS y el PKK y en asegurar que estos grupo no tiene refugia", dijo Trump. Era la primera visita de Erdogan a la Casa Blanca en años y llevaba dos demandas llevaba dos demandas: que extraditen al clérigo Fetullah Gülen, el disidente que residente en EE UU y a quien Ankara acusa de promover un fallido golpe de Estado el pasado julio, y Trump que dé marcha atrás en su polémica decisión sobre las milicias.
Ambos países son aliados en la OTAN en la lucha contra el terrorismo del ISIS (siglas en inglés del Estado Islámico), pero lo que les separa es su postura respecto a las milicias kurdo-sirios YPG. Mientras el Gobierno de Ankara los ve como una rama más del grupo PKK, que combate en Turquía y considerado terrorista por la Unión Europea y Estados Unidos, los estadounidenses consideran al YPG diferentes y un mal menor en la guerra contra el terror.
El neoyorquino recibió al presidente turco en un día turbulento —otro más— para Washington, agitado por la noticia bomba de que compartió con Rusia información supuestamente secreta sobre terrorismo, lo que alimenta aún más la sospecha de conchabanza entre Trump y el Kremlin. Al nuevo presidente de EE UU le gustan los dirigentes de mano dura y discurso nacionalista, no ha dudado en alabar a Vladímir Putin y se mostró muy abierto con Erdogan: fue el único mandatario occidental que le felicitó por la victoria en el referéndum de reforma constitucional del pasado abril y obvió las posibles irregularidades del proceso.
Con Trump, también Erdogan esperaba dejar atrás las complicadas relaciones durante la etapa de Obama. El presidente demócrata repelió las políticas autoritarias del Gobierno turco, que desde el fallido golpe del verano pasado han ido a más. La purga ha llevado a más de 50.000 arrestos y el estado de emergencia se ha prorrogado hasta este julio.
Trump ha demostrado que los derechos humanos, fuera de las fronteras americanas, no le quitan el sueño. Así lo atestigua la calidez mostrada al presidente egipcio, Abdelfatá Al Sisi, de quien Obama se había distanciado, y especialmente la invitación a la Casa Blanca del líder filipino, Rodrigo Duterte, quien, entre otros excesos, ha llegado a compararse a sí mismo con Hitler en su sanguinaria lucha contra la droga.
Amanda Mars
Washington, El País
Donald Trump trató de mostrar este martes su máximo apoyo y cercanía al presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, tras la conflictiva decisión que tomó la semana pasas de armar a la milicias kurdas en Siria. El encuentro estaba destinado a simbolizar el cambio de era en las relaciones entre Estados Unidos y Turquía, tras el distanciamento entre Erodgan y Barack Obama, pero la medida de Trump cayó como una bomba. "Tomarles en consideración [el grupo YPG] en la región nunca será aceptado y estará en contra del acuerdo global", recalcó Erdogan en una declaración sin preguntas posteriores, antes de comenzar las reuniones bilaterales.
"Apoyamos a Turquía en su lucha contra el terror y grupos terroristas como el ISIS y el PKK y en asegurar que estos grupo no tiene refugia", dijo Trump. Era la primera visita de Erdogan a la Casa Blanca en años y llevaba dos demandas llevaba dos demandas: que extraditen al clérigo Fetullah Gülen, el disidente que residente en EE UU y a quien Ankara acusa de promover un fallido golpe de Estado el pasado julio, y Trump que dé marcha atrás en su polémica decisión sobre las milicias.
Ambos países son aliados en la OTAN en la lucha contra el terrorismo del ISIS (siglas en inglés del Estado Islámico), pero lo que les separa es su postura respecto a las milicias kurdo-sirios YPG. Mientras el Gobierno de Ankara los ve como una rama más del grupo PKK, que combate en Turquía y considerado terrorista por la Unión Europea y Estados Unidos, los estadounidenses consideran al YPG diferentes y un mal menor en la guerra contra el terror.
El neoyorquino recibió al presidente turco en un día turbulento —otro más— para Washington, agitado por la noticia bomba de que compartió con Rusia información supuestamente secreta sobre terrorismo, lo que alimenta aún más la sospecha de conchabanza entre Trump y el Kremlin. Al nuevo presidente de EE UU le gustan los dirigentes de mano dura y discurso nacionalista, no ha dudado en alabar a Vladímir Putin y se mostró muy abierto con Erdogan: fue el único mandatario occidental que le felicitó por la victoria en el referéndum de reforma constitucional del pasado abril y obvió las posibles irregularidades del proceso.
Con Trump, también Erdogan esperaba dejar atrás las complicadas relaciones durante la etapa de Obama. El presidente demócrata repelió las políticas autoritarias del Gobierno turco, que desde el fallido golpe del verano pasado han ido a más. La purga ha llevado a más de 50.000 arrestos y el estado de emergencia se ha prorrogado hasta este julio.
Trump ha demostrado que los derechos humanos, fuera de las fronteras americanas, no le quitan el sueño. Así lo atestigua la calidez mostrada al presidente egipcio, Abdelfatá Al Sisi, de quien Obama se había distanciado, y especialmente la invitación a la Casa Blanca del líder filipino, Rodrigo Duterte, quien, entre otros excesos, ha llegado a compararse a sí mismo con Hitler en su sanguinaria lucha contra la droga.