Una universidad cubana expulsa a una alumna de 18 años por disidente
Seis compañeros de aula de Karla Pérez se opusieron en público a que la echasen
Pablo de Llano
Miami, El País
En Cuba soplan enredados viejos y nuevos tiempos. En la línea del castrismo medular, una alumna de 18 años ha sido expulsada de la universidad por formar parte de una organización política “contrarrevolucionaria”. Lo novedoso ha sido que seis compañeros de clase se opusieron abiertamente a su destierro.
“Admiro su valentía”, escribe a EL PAÍS por chat desde Cienfuegos (Cuba) Karla Pérez González, la estudiante proscrita, atribuyéndoles un especial arrojo porque, según dice, las autoridades los advirtieron de que los que se pusieran de su lado serían “analizados”. Pérez González estudiaba primero de Periodismo en la Universidad de Las Villas en Santa Clara, centro del país. Fue la única de su provincia que logró una beca pública para entrar en la facultad y desde unos meses atrás había comenzado a escribir en el blog de Somos+, un grupo opositor de nueva hornada, tras el seudónimo de Oriana, por la periodista Oriana Fallaci.
“Tomé esa decisión porque durante más de una décadas de formación en las escuelas socialistas el proyecto de país vigente no me convenció”, dice sobre su paso al activismo político. “Era consciente de los pros y los contras. De un lado amanecía sintiéndome más libre y de otro con miedo por mí y por mi familia por el posible acoso de los órganos de Seguridad del Estado. Sin haber entrado aún en la universidad, ya estaba pensando en que me podían expulsar”.
Superado el primer semestre con óptimas calificaciones, fue sometida a evaluación ideológica por un comité de alumnos de organizaciones oficialistas que analizó, sin convocarla, su relación con el grupo disidente y sus comentarios en Facebook. El 11 de abril asistió a la votación en la que ocho compañeros de aula pidieron su salida y seis no. “Uno con el que no había tenido ningún percance se levantó y propuso mi expulsión”, relató días después en la página de Somos+. “Se me acusó de manipular a mis amigos y de haber llevado desde inicio de curso una estrategia para subvertir a los jóvenes que me rodeaban. La vicepresidenta de la Federación Estudiantil Universitaria de mi facultad se paró enfrente del aula y expresó: “Ella es una mala persona y nos ha engañado”. Terminada esa reunión comenzó otra, sin mí, con el rector y todos los estudiantes de Periodismo. Aparentemente se hacía oficial mi expulsión y se repetía que evitaran el contacto conmigo”. Dos días después su caso ya correteaba por las redes sociales y la FEU ratificaba en un comunicado la decisión contra ella por “ser miembro de una organización ilegal y contrarrevolucionaria”. El próximo lunes irá a recoger el veredicto “con optimismo en el mañana” y voluntad de “apelar y apelar”.
En sus columnas como Oriana en el blog opositor, Pérez González se apenó por su entorno –“Cienfuegos está muerta, dormida”–; criticó al Partido Comunista por “marginar del debate a millares de cubanos que representan la oposición”; señaló “la revolución interna que se está sucediendo” entre los periodistas de los medios oficiales; lamentó la “escasa motivación” del personal de servicios públicos para la atención al cliente; describió a una juventud “llena de sueños frustrados” y que “apenas pestañea”; anheló más debate público y “el entierro de la obsoleta suposición de que los once millones pensamos igual, cuando ni dos lo hacemos”; y se dijo “firme en el diseño de mi destino, donde escribir será mi misión, y cuando me bloqueen yo tumbaré otra puerta”.
Tras su expulsión, dos respuestas a este diario.
–¿Qué pregunta le haría al presidente de Cuba?
–¿Ser revolucionario significa para usted, exclusivamente, comulgar con las ideas de la Revolución de 1959?
–Si pudiera publicar un reportaje en portada de Granma [el diario del Partido Comunista], ¿qué tema elegiría?
–Inclusión en Cuba en materia de pensamiento e ideologías.
El castigo a Karla Pérez González ha azuzado el vivísimo diálogo sobre derechos civiles y libertad de prensa que crece hace años en internet entre sus paisanos de dentro y fuera de la isla, contrarios, críticos o leales fatigados por un régimen que procura apurar la liberalización económica pero no la política. En un comentario en Facebook, hogar virtual de la glasnost cubana, un joven periodista, Kaloian Santos, expresó desde Buenos Aires su “solidaridad” con la estudiante. “Ideológicamente en la otra vereda de Karla”, como precisó luego a EL PAÍS, hizo excepción de ello en su post para condenar que la hubieran “despojado de su carrera sin más argumentos que el de pensar diferente y no callarse sus ideas en tiempos donde las dobles morales como las de sus inquisidores reinan en la isla”. Entre el río de respuestas que causó se hallaba la de un usuario célebre, Silvio Rodríguez. “Coincido totalmente”, suscribió el cantautor, que tras una breve reflexión en la que sostuvo que “una injusticia semejante sólo puede despertar solidaridad”, concluyó: “Qué brutos somos, coño, y pasan décadas y no aprendemos”.
Pablo de Llano
Miami, El País
En Cuba soplan enredados viejos y nuevos tiempos. En la línea del castrismo medular, una alumna de 18 años ha sido expulsada de la universidad por formar parte de una organización política “contrarrevolucionaria”. Lo novedoso ha sido que seis compañeros de clase se opusieron abiertamente a su destierro.
“Admiro su valentía”, escribe a EL PAÍS por chat desde Cienfuegos (Cuba) Karla Pérez González, la estudiante proscrita, atribuyéndoles un especial arrojo porque, según dice, las autoridades los advirtieron de que los que se pusieran de su lado serían “analizados”. Pérez González estudiaba primero de Periodismo en la Universidad de Las Villas en Santa Clara, centro del país. Fue la única de su provincia que logró una beca pública para entrar en la facultad y desde unos meses atrás había comenzado a escribir en el blog de Somos+, un grupo opositor de nueva hornada, tras el seudónimo de Oriana, por la periodista Oriana Fallaci.
“Tomé esa decisión porque durante más de una décadas de formación en las escuelas socialistas el proyecto de país vigente no me convenció”, dice sobre su paso al activismo político. “Era consciente de los pros y los contras. De un lado amanecía sintiéndome más libre y de otro con miedo por mí y por mi familia por el posible acoso de los órganos de Seguridad del Estado. Sin haber entrado aún en la universidad, ya estaba pensando en que me podían expulsar”.
Superado el primer semestre con óptimas calificaciones, fue sometida a evaluación ideológica por un comité de alumnos de organizaciones oficialistas que analizó, sin convocarla, su relación con el grupo disidente y sus comentarios en Facebook. El 11 de abril asistió a la votación en la que ocho compañeros de aula pidieron su salida y seis no. “Uno con el que no había tenido ningún percance se levantó y propuso mi expulsión”, relató días después en la página de Somos+. “Se me acusó de manipular a mis amigos y de haber llevado desde inicio de curso una estrategia para subvertir a los jóvenes que me rodeaban. La vicepresidenta de la Federación Estudiantil Universitaria de mi facultad se paró enfrente del aula y expresó: “Ella es una mala persona y nos ha engañado”. Terminada esa reunión comenzó otra, sin mí, con el rector y todos los estudiantes de Periodismo. Aparentemente se hacía oficial mi expulsión y se repetía que evitaran el contacto conmigo”. Dos días después su caso ya correteaba por las redes sociales y la FEU ratificaba en un comunicado la decisión contra ella por “ser miembro de una organización ilegal y contrarrevolucionaria”. El próximo lunes irá a recoger el veredicto “con optimismo en el mañana” y voluntad de “apelar y apelar”.
En sus columnas como Oriana en el blog opositor, Pérez González se apenó por su entorno –“Cienfuegos está muerta, dormida”–; criticó al Partido Comunista por “marginar del debate a millares de cubanos que representan la oposición”; señaló “la revolución interna que se está sucediendo” entre los periodistas de los medios oficiales; lamentó la “escasa motivación” del personal de servicios públicos para la atención al cliente; describió a una juventud “llena de sueños frustrados” y que “apenas pestañea”; anheló más debate público y “el entierro de la obsoleta suposición de que los once millones pensamos igual, cuando ni dos lo hacemos”; y se dijo “firme en el diseño de mi destino, donde escribir será mi misión, y cuando me bloqueen yo tumbaré otra puerta”.
Tras su expulsión, dos respuestas a este diario.
–¿Qué pregunta le haría al presidente de Cuba?
–¿Ser revolucionario significa para usted, exclusivamente, comulgar con las ideas de la Revolución de 1959?
–Si pudiera publicar un reportaje en portada de Granma [el diario del Partido Comunista], ¿qué tema elegiría?
–Inclusión en Cuba en materia de pensamiento e ideologías.
El castigo a Karla Pérez González ha azuzado el vivísimo diálogo sobre derechos civiles y libertad de prensa que crece hace años en internet entre sus paisanos de dentro y fuera de la isla, contrarios, críticos o leales fatigados por un régimen que procura apurar la liberalización económica pero no la política. En un comentario en Facebook, hogar virtual de la glasnost cubana, un joven periodista, Kaloian Santos, expresó desde Buenos Aires su “solidaridad” con la estudiante. “Ideológicamente en la otra vereda de Karla”, como precisó luego a EL PAÍS, hizo excepción de ello en su post para condenar que la hubieran “despojado de su carrera sin más argumentos que el de pensar diferente y no callarse sus ideas en tiempos donde las dobles morales como las de sus inquisidores reinan en la isla”. Entre el río de respuestas que causó se hallaba la de un usuario célebre, Silvio Rodríguez. “Coincido totalmente”, suscribió el cantautor, que tras una breve reflexión en la que sostuvo que “una injusticia semejante sólo puede despertar solidaridad”, concluyó: “Qué brutos somos, coño, y pasan décadas y no aprendemos”.