Sevilla, clínic de impotencia
Los de Sampaoli ya no son terceros. Cuéllar, brillante, frenó a los locales. Burgui pidió la expulsión de Pareja. El Sevilla, un penalti de Amorebieta.
Juan Jiménez
As
El Sevilla ya no es el tercero de la Liga. Agotado, bloqueado, frustrado, ansioso, depresivo por el adiós de Monchi, que ya vio el partido en un puesto más discreto del antepalco, terminó de tirar al contenedor el grueso colchón de puntos (9) que tenía con el Atético y no fue capaz de derrumbar el muro que levantó el antepenúltimo de la Liga. El Sporting, con un Cuéllar sobresaliente todo el partido y brillantísimo puntualmente en un disparo de Vitolo (49’) que era medio gol, mereció un punto que no le soluciona sus apuros clasificatorios pero sí le da un empujón de moral antes de la final que jugará contra el Málaga el miércoles.
Flojísimo de fútbol, el partido sí estuvo cargadito de polémicas que no hubieran sido resueltas ni por el VAR. Pareja, después de una entrega ridícula a Rico, tiró del brazo de Burgui, que también exageró el contacto. La jugada quedó en el aire. También una mano evidente de Amorebieta. Tan evidente que se fue del campo con la muñeca dislocada. Para algunos la mano estaba en el suelo y resultaría involuntaria. Para otros, cortó nítidamente la trayectoria del balón. Carmona pidió otro penalti en la primera parte pero estaba en fuera de juego y Vitolo, un agarrón de Canella también al límite.
Sorprendió Sampaoli, esta vez con un dibujo conservador para lo que pedía el partido. Parece un exceso alinear un doble pivote con Nzonzi-Kranevitter si Nasri baja treinta metros a trasladar el balón. El resultado fue un equipo plano que además sufrió con las llegadas de Burgui. El Sevilla fue de encefalograma plano en la primera parte. Ni siquiera la aparición de Correa le dio la frescura esperada. Es cierto que tuvo un arreón de vergüenza torera tras el descanso y que los cambios le animaron. Iborra cabeceó pegadito al poste, fuera. Jovetic también se quedó a milímetros y se estrelló con Cuéllar. Nzonzi, voluntarioso, también disparó arriba y maldijo a los dioses. Pareció que Sampaoli pudo anticipar algo ese plan de partido, que tardó demasiado en soltar amarras. Esta vez, al Sevilla no le salvó ni el descuento de seis minutos de Vicandi. Sin el golpe de suerte de otras veces, sumó su cuarto partido sin ganar y, pese a la mañanita de sol en Nervión, la gente se fue desangelada. El Sánchez Pizjuán ha perdido magia, Monchi se va y el Sevilla ya no es tercero en la Liga. Nadie lo resumió mejor que Pareja al final: "Sí, estamos en crisis".
Juan Jiménez
As
El Sevilla ya no es el tercero de la Liga. Agotado, bloqueado, frustrado, ansioso, depresivo por el adiós de Monchi, que ya vio el partido en un puesto más discreto del antepalco, terminó de tirar al contenedor el grueso colchón de puntos (9) que tenía con el Atético y no fue capaz de derrumbar el muro que levantó el antepenúltimo de la Liga. El Sporting, con un Cuéllar sobresaliente todo el partido y brillantísimo puntualmente en un disparo de Vitolo (49’) que era medio gol, mereció un punto que no le soluciona sus apuros clasificatorios pero sí le da un empujón de moral antes de la final que jugará contra el Málaga el miércoles.
Flojísimo de fútbol, el partido sí estuvo cargadito de polémicas que no hubieran sido resueltas ni por el VAR. Pareja, después de una entrega ridícula a Rico, tiró del brazo de Burgui, que también exageró el contacto. La jugada quedó en el aire. También una mano evidente de Amorebieta. Tan evidente que se fue del campo con la muñeca dislocada. Para algunos la mano estaba en el suelo y resultaría involuntaria. Para otros, cortó nítidamente la trayectoria del balón. Carmona pidió otro penalti en la primera parte pero estaba en fuera de juego y Vitolo, un agarrón de Canella también al límite.
Sorprendió Sampaoli, esta vez con un dibujo conservador para lo que pedía el partido. Parece un exceso alinear un doble pivote con Nzonzi-Kranevitter si Nasri baja treinta metros a trasladar el balón. El resultado fue un equipo plano que además sufrió con las llegadas de Burgui. El Sevilla fue de encefalograma plano en la primera parte. Ni siquiera la aparición de Correa le dio la frescura esperada. Es cierto que tuvo un arreón de vergüenza torera tras el descanso y que los cambios le animaron. Iborra cabeceó pegadito al poste, fuera. Jovetic también se quedó a milímetros y se estrelló con Cuéllar. Nzonzi, voluntarioso, también disparó arriba y maldijo a los dioses. Pareció que Sampaoli pudo anticipar algo ese plan de partido, que tardó demasiado en soltar amarras. Esta vez, al Sevilla no le salvó ni el descuento de seis minutos de Vicandi. Sin el golpe de suerte de otras veces, sumó su cuarto partido sin ganar y, pese a la mañanita de sol en Nervión, la gente se fue desangelada. El Sánchez Pizjuán ha perdido magia, Monchi se va y el Sevilla ya no es tercero en la Liga. Nadie lo resumió mejor que Pareja al final: "Sí, estamos en crisis".