Renzi arrasa en las primarias del PD y relanza su carrera
El ex 'premier' se impone holgadamente a sus rivales y se convierte en secretario general del PD y candidato a liderar Italia de nuevo
Daniel Verdú
Roma, El País
Después de Renzi, Renzi. Así transcurre a partir de hoy la cíclica vida del Partido Democrático (PD), cuyos militantes y simpatizantes han decidido que lo mejor para avanzar era volver atrás. De este modo, el joven político florentino relanza su carrera como secretario general y candidato a primer ministro. En un panorama italiano cada vez más euroescéptico, será la nueva apuesta de la UE para apuntalar el edificio de los 27 en el sur de Europa.
Era puente y había una cierta melancolía por la sensación de vivir lo mismo que en 2013. Pero casi dos millones de personas, simpatizantes y militantes del PD fueron a votar. Tocaba elegir entre el regreso al animal político que deslumbró al país en 2014, o buscar nuevos horizontes con el ministro de Justicia, Andrea Orlando -quien admitió "la holgada victoria de Renzi"-, o el gobernador de la Apulia, Michele Emiliano. Poco contenido político, un solo debate y la impresión de que Italia, como el pasado 4 de diciembre en el referéndum constitucional, asistía a otro de los plebiscitos que tanto entusiasman al florentino: Renzi sí, Renzi no. Ayer, sin embargo, alrededor del 70% de los electores le dieron su apoyo para regresar a la secretaría general del PD y relanzar su carrera hacia el palacio Chigi.
Con el ex primer ministro de vuelta, nadie duda de que hará lo imposible para que la legislatura termine antes de llegar a 2018. La estela de Emmanuel Macron —si vence el próximo 7 de mayo en las presidenciales francesas— es demasiado potente como para esperar a 2018. Europa busca líderes fuertes capaces de reverdecer el discurso de los 27 ante el auge del populismo. Y Renzi conoce la retórica y los mecanismos adecuados.
Medio año después de la derrota que le obligó a dimitir, aquel fracaso puede terminar en un giro maestro. Mientras se hacía el muerto, Renzi ha esquivado el fuego abrasador de la crisis bancaria, el problema de la inmigración o las críticas por la reforma laboral. Además, se ha librado del sector crítico de su partido sin tener, ni siquiera, que echarles. Seis meses después, ha logrado la legitimidad por segunda vez de los seguidores del PD y aspira a conseguir en las urnas lo que no obtuvo en 2014. A partir de ahora, quién no esté con él, no sale en la foto.
El mantra de los renzianos señala que no conviene retrasar las elecciones hasta 2018 y alargar el Gobierno de Paolo Gentiloni, en una alarmante parálisis desde que asumió el cargo y siempre a la sombra de su amigo Matteo. Más allá del nombramiento masivo de cargos públicos durante su presidencia (Eni, Enel, Poste y próximamente el gobernador del banco de Italia), no hay rastro de un vigor político capaz de aguantar las embestidas del Movimiento 5 Estrellas (M5S), que ha crecido notablemente en su mandato. Además, varios frentes amenazan con explotarle al Ejecutivo: Alitalia, los obligados ajustes económicos, crisis bancaria, inmigración... De hecho, la crisis de la compañía aérea, ha provocado ya cierto distanciamiento entre el Gobierno y Renzi, que no comparte la decisión de no inmiscuirse en las turbulencias de la compañía.
Una de las hipótesis que baraja el resucitado líder del PD, con indisimuladas ganas de balón desde hace meses, sería convocar elecciones anticipadas en octubre. Es complicado. Tendría antes que aprobarse una nueva ley electoral que permita la gobernanza de un Parlamento hiperfragmentado. Y todo apunta que será proporcional y con un premio de mayoría absoluta para la lista que supere el 40% de los votos. Algo para lo que necesitará el apoyo de un grupo como el M5S, que ya ha adelantado que, en eso, está dispuesto a negociar con el PD.
La nueva etapa en el PD pretende poner fin también a las históricas corrientes internas, que a menudo generan grotescos striptease ideológicos. Un fenómeno genuinamente italiano en el que las disidencias adquieren oficialidad dentro de los partidos, convertidos cuando van mal dadas en auténticos gallineros. El último bloque que acaba de desprenderse del PD ha sido la autodenominada minoría de izquierda, que ya navega por su cuenta con el nombre de Sinistra Italiana y pretende apropiarse del electorado escorado a la izquierda.
La jugada, de nuevo, puede beneficiar a Renzi. Para ampliar el espectro y llegar al 40% que siempre invoca como garantía de su liderazgo (fue el resultado que obtuvo el sí en el referéndum), solo le queda al PD reformular el partido y pensar menos en la militancia y más en el votante. Pescar en el electorado del conservador Forza Italia, incluso formar una alianza para ocupar suficiente espacio para competir con el M5S. A partir de hoy, vuelve a decidir él.
Daniel Verdú
Roma, El País
Después de Renzi, Renzi. Así transcurre a partir de hoy la cíclica vida del Partido Democrático (PD), cuyos militantes y simpatizantes han decidido que lo mejor para avanzar era volver atrás. De este modo, el joven político florentino relanza su carrera como secretario general y candidato a primer ministro. En un panorama italiano cada vez más euroescéptico, será la nueva apuesta de la UE para apuntalar el edificio de los 27 en el sur de Europa.
Era puente y había una cierta melancolía por la sensación de vivir lo mismo que en 2013. Pero casi dos millones de personas, simpatizantes y militantes del PD fueron a votar. Tocaba elegir entre el regreso al animal político que deslumbró al país en 2014, o buscar nuevos horizontes con el ministro de Justicia, Andrea Orlando -quien admitió "la holgada victoria de Renzi"-, o el gobernador de la Apulia, Michele Emiliano. Poco contenido político, un solo debate y la impresión de que Italia, como el pasado 4 de diciembre en el referéndum constitucional, asistía a otro de los plebiscitos que tanto entusiasman al florentino: Renzi sí, Renzi no. Ayer, sin embargo, alrededor del 70% de los electores le dieron su apoyo para regresar a la secretaría general del PD y relanzar su carrera hacia el palacio Chigi.
Con el ex primer ministro de vuelta, nadie duda de que hará lo imposible para que la legislatura termine antes de llegar a 2018. La estela de Emmanuel Macron —si vence el próximo 7 de mayo en las presidenciales francesas— es demasiado potente como para esperar a 2018. Europa busca líderes fuertes capaces de reverdecer el discurso de los 27 ante el auge del populismo. Y Renzi conoce la retórica y los mecanismos adecuados.
Medio año después de la derrota que le obligó a dimitir, aquel fracaso puede terminar en un giro maestro. Mientras se hacía el muerto, Renzi ha esquivado el fuego abrasador de la crisis bancaria, el problema de la inmigración o las críticas por la reforma laboral. Además, se ha librado del sector crítico de su partido sin tener, ni siquiera, que echarles. Seis meses después, ha logrado la legitimidad por segunda vez de los seguidores del PD y aspira a conseguir en las urnas lo que no obtuvo en 2014. A partir de ahora, quién no esté con él, no sale en la foto.
El mantra de los renzianos señala que no conviene retrasar las elecciones hasta 2018 y alargar el Gobierno de Paolo Gentiloni, en una alarmante parálisis desde que asumió el cargo y siempre a la sombra de su amigo Matteo. Más allá del nombramiento masivo de cargos públicos durante su presidencia (Eni, Enel, Poste y próximamente el gobernador del banco de Italia), no hay rastro de un vigor político capaz de aguantar las embestidas del Movimiento 5 Estrellas (M5S), que ha crecido notablemente en su mandato. Además, varios frentes amenazan con explotarle al Ejecutivo: Alitalia, los obligados ajustes económicos, crisis bancaria, inmigración... De hecho, la crisis de la compañía aérea, ha provocado ya cierto distanciamiento entre el Gobierno y Renzi, que no comparte la decisión de no inmiscuirse en las turbulencias de la compañía.
Una de las hipótesis que baraja el resucitado líder del PD, con indisimuladas ganas de balón desde hace meses, sería convocar elecciones anticipadas en octubre. Es complicado. Tendría antes que aprobarse una nueva ley electoral que permita la gobernanza de un Parlamento hiperfragmentado. Y todo apunta que será proporcional y con un premio de mayoría absoluta para la lista que supere el 40% de los votos. Algo para lo que necesitará el apoyo de un grupo como el M5S, que ya ha adelantado que, en eso, está dispuesto a negociar con el PD.
La nueva etapa en el PD pretende poner fin también a las históricas corrientes internas, que a menudo generan grotescos striptease ideológicos. Un fenómeno genuinamente italiano en el que las disidencias adquieren oficialidad dentro de los partidos, convertidos cuando van mal dadas en auténticos gallineros. El último bloque que acaba de desprenderse del PD ha sido la autodenominada minoría de izquierda, que ya navega por su cuenta con el nombre de Sinistra Italiana y pretende apropiarse del electorado escorado a la izquierda.
La jugada, de nuevo, puede beneficiar a Renzi. Para ampliar el espectro y llegar al 40% que siempre invoca como garantía de su liderazgo (fue el resultado que obtuvo el sí en el referéndum), solo le queda al PD reformular el partido y pensar menos en la militancia y más en el votante. Pescar en el electorado del conservador Forza Italia, incluso formar una alianza para ocupar suficiente espacio para competir con el M5S. A partir de hoy, vuelve a decidir él.