Mejoría dentro de la gravedad
El Barça no sacó partido de su superioridad en la primera mitad y se vio al borde del empate en la segunda. Messi, con dos goles, fue su remolque.
Santi Giménez
As
El gol de Isco en Gijón que valió tres puntos al Real Madrid despojó al partido del Barcelona ante la Real Sociedad de un valor efectivo en la Liga, más allá del de no darla por enterrada antes del Clásico. Así que el barcelonismo se acercó al Camp Nou para evaluar el estado del equipo de cara al nuevo milagro europeo que se le va a exigir al equipo el miércoles ante la Juventus. Y el diagnóstico tras vencer a la Real por un ajustado 3-2 es confuso. Se podría decir que el enfermo mejoró dentro de la gravedad. El pronóstico es reservado.
La buena noticia es que el Barça tuvo el coraje suficiente para superar a un muy buen rival como fue la Real, que Messi afinó la puntería con dos goles, que Paco Alcácer se desfondó hasta el último aliento y que el partido se ganó gracias al compromiso de unos jugadores que demostraron que siguen teniendo ese orgullo que les ha permitido ganar tanto.
Pero por otra parte, el equipo blaugrana demostró una falta de seguridad en defensa que si bien puso en peligro el partido, de repetirse ante la Juventus sería mortal de necesidad. La mandíbula de cristal del Barça es un síntoma preocupante.
Regresó el Barcelona al dibujo del 4-3-3 con Sergi Roberto y Jordi Alba ocupando la posición de laterales con proyección ofensiva, pero el problema fue en la coordinación entre los centrales. Piqué y Umtiti volvieron a ser demasiado contemplativos y permitieron que la Real, un equipo con paciencia y que trata muy bien el balón, realizara unos ataques muy largos.
De entrada, fue Oyarzabal el gran peligro de los visitantes. Tuvo tres ocasiones en los primeros 13 minutos de partido en los que el encuentro pasaba tan pronto a jugarse en un área como en la rival. Si Oyarzabal no pudo marcar a pesar de tener tres ocasiones, a Messi le bastó una para lograr el 1-0 tras una buena combinación con Alcácer, que jugó su mejor partido desde que llegó al Barça, y Suárez, con un disparo potente, lejano y muy ajustado. El balón parecía llevar programada la distancia más lejana a las manos de Rulli.
Ese gol asentó al Barcelona, que pudo sacarse de encima la presión inicial de la Real y cuando Zaldua se equivocó en un rechace ante la presión de Suárez y Messi marcó al ser el más listo llevándose el rebote, el partido parecía ya sentenciado.
La recaída
Pero ahí es donde el enfermo recayó en un tramo final de la primera parte absolutamente fuera de control en el que se marcaron tres goles en dos minutos de locura.
Acortó distancias la Real tras una larguísima jugada que la defensa blaugrana no supo defender y en la que Iñigo Martínez pareció López Ufarte regateando dentro del área. Su disparo a portería rebotó en Umtiti y supuso el 2-1.
A ese gol replicó el Barcelona de inmediato con una asistencia de Messi a Paco Alcácer que el valenciano cruzó a la perfección. Con 3-1 quedaban apenas segundos para la media parte, pero ni eso supo defender el Barcelona, que en un despiste concedió el 3-2 a Xabi Prieto que llegando desde atrás rompió la zaga culé.
En la segunda, la Real llevó el peso del partido, pero el Barça se defendió mejor y logró que no pasara casi nada para sumar tres puntos muy trabajados que indican que el enfermo, mejora, Messi afina, pero el pronóstico sigue siendo reservado.
Santi Giménez
As
El gol de Isco en Gijón que valió tres puntos al Real Madrid despojó al partido del Barcelona ante la Real Sociedad de un valor efectivo en la Liga, más allá del de no darla por enterrada antes del Clásico. Así que el barcelonismo se acercó al Camp Nou para evaluar el estado del equipo de cara al nuevo milagro europeo que se le va a exigir al equipo el miércoles ante la Juventus. Y el diagnóstico tras vencer a la Real por un ajustado 3-2 es confuso. Se podría decir que el enfermo mejoró dentro de la gravedad. El pronóstico es reservado.
La buena noticia es que el Barça tuvo el coraje suficiente para superar a un muy buen rival como fue la Real, que Messi afinó la puntería con dos goles, que Paco Alcácer se desfondó hasta el último aliento y que el partido se ganó gracias al compromiso de unos jugadores que demostraron que siguen teniendo ese orgullo que les ha permitido ganar tanto.
Pero por otra parte, el equipo blaugrana demostró una falta de seguridad en defensa que si bien puso en peligro el partido, de repetirse ante la Juventus sería mortal de necesidad. La mandíbula de cristal del Barça es un síntoma preocupante.
Regresó el Barcelona al dibujo del 4-3-3 con Sergi Roberto y Jordi Alba ocupando la posición de laterales con proyección ofensiva, pero el problema fue en la coordinación entre los centrales. Piqué y Umtiti volvieron a ser demasiado contemplativos y permitieron que la Real, un equipo con paciencia y que trata muy bien el balón, realizara unos ataques muy largos.
De entrada, fue Oyarzabal el gran peligro de los visitantes. Tuvo tres ocasiones en los primeros 13 minutos de partido en los que el encuentro pasaba tan pronto a jugarse en un área como en la rival. Si Oyarzabal no pudo marcar a pesar de tener tres ocasiones, a Messi le bastó una para lograr el 1-0 tras una buena combinación con Alcácer, que jugó su mejor partido desde que llegó al Barça, y Suárez, con un disparo potente, lejano y muy ajustado. El balón parecía llevar programada la distancia más lejana a las manos de Rulli.
Ese gol asentó al Barcelona, que pudo sacarse de encima la presión inicial de la Real y cuando Zaldua se equivocó en un rechace ante la presión de Suárez y Messi marcó al ser el más listo llevándose el rebote, el partido parecía ya sentenciado.
La recaída
Pero ahí es donde el enfermo recayó en un tramo final de la primera parte absolutamente fuera de control en el que se marcaron tres goles en dos minutos de locura.
Acortó distancias la Real tras una larguísima jugada que la defensa blaugrana no supo defender y en la que Iñigo Martínez pareció López Ufarte regateando dentro del área. Su disparo a portería rebotó en Umtiti y supuso el 2-1.
A ese gol replicó el Barcelona de inmediato con una asistencia de Messi a Paco Alcácer que el valenciano cruzó a la perfección. Con 3-1 quedaban apenas segundos para la media parte, pero ni eso supo defender el Barcelona, que en un despiste concedió el 3-2 a Xabi Prieto que llegando desde atrás rompió la zaga culé.
En la segunda, la Real llevó el peso del partido, pero el Barça se defendió mejor y logró que no pasara casi nada para sumar tres puntos muy trabajados que indican que el enfermo, mejora, Messi afina, pero el pronóstico sigue siendo reservado.