La tensión perjudica más a Bolivia que a Chile, que se sumerge en la lucha electoral

Si Bolivia gana en La Haya, no encontrará predisposición para negociar con cualquier Gobierno que resultara elegido en Chile. Se espera que la relación se normalice en los próximos meses y que desde La Moneda se aplique el principio de reciprocidad

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Pablo Ortiz
El Deber
Si La Haya fallara hoy a favor de Bolivia y obligara a Chile a sentarse a negociar por una salida al mar, Evo Morales encontraría el peor ambiente posible desde el fracaso de las negociaciones que llevaron adelante Hugo Banzer y Augusto Pinochet, que comenzaron en el abrazo de Charaña. La escalada de tensiones, que comenzó con la detención de siete funcionarios de la Aduana y dos militares, ha decantado en cruces verbales en los que han alcanzado incluso a la abuela del canciller chileno.


La respuesta mapuchina ha sido limitar el trabajo de los periodistas bolivianos en su territorio, asegurándoles que las relaciones binacionales están “en otro contexto”, luego de hacerlos firmar compromisos de buena conducta.
“En una situación así, los dos pierden. Se crea ambiente de tensión que afecta a toda la región. La tensión entre dos países afecta a la relación con los vecinos”, explica el ex canciller boliviano Gustavo Fernández.


Sin embargo, para el analista Gustavo Pedraza, Chile pierde un poco menos. En su opinión, la diplomacia boliviana, que va ganado en La Haya -donde consiguió una victoria inédita e histórica al lograr que el máximo tribunal internacional aceptara juzgar el diferendo marítimo-, no se beneficia en nada con esta tensión. Cree que gana Chile en general y el Gobierno de Bachelet en particular, que trata de combatir su baja popularidad exacerbando el nacionalismo en un año electoral.
Para Hugo Siles, viceministro de Autonomías y catedrático de Relaciones Internacionales, lo que le queda al país es que las comisiones que creó para liberar a los nueve detenidos en Chile continúen con su trabajo. Cree que Chile se equivocó al detener a funcionarios bolivianos y tratarlos como a delincuentes comunes, pese a que se encontraban en misión oficial y, por 60 metros, no habían pisado territorio chileno.


En su opinión, La Moneda debió aplicar el principio de reciprocidad y actuar de la misma forma que Bolivia se comportó el 28 de agosto del año pasado, cuando un grupo de carabineros cruzó la frontera armado, persiguiendo a un supuesto narco y fue detenido por una patrulla del Ejército. “Ese mismo día fueron escoltados hasta la frontera y se les devolvió las armas”, aseguró.

No comenzó ayer
Jorge Alvarado, diplomático de carrera, recuerda que la relación entre Bolivia y Chile se comenzó a enturbiar cuando asumió Sebastián Piñera (2010). Hasta ese momento, la relación entre el Gobierno de Morales y de Bachelet había sido cordial, pero desde Bolivia se comenzó a criticar la orientación política y las actitudes de Piñera. Esto alejó las posiciones hasta decantar en la demanda ante La Haya.


Alvarado y Fernández coinciden en que las relaciones entre ambos países no se recompondrán en el futuro cercano. Para el excanciller, cada Gobierno tiene sus propios problemas políticos y Chile tiene un ambiente poco favorable para enfrentar de otra manera estas tensiones. Sugiere esperar que se calmen las aguas “con serenidad, pero con firmeza”.


Para Alvarado, Evo Morales cometió un error de cálculo al tensionar tanto la relación con Chile justo en el periodo electoral. Con ello considera que el presidente boliviano no es considerado un interlocutor válido para negociar por la derecha ni por la izquierda chilena. Cree que la mala relación se mantendrá “gane quien gane” las elecciones en Chile.


Pedraza concuerda que la tensión con Bolivia es una válvula de alivio a una coalición de Gobierno de Chile, desgastada por la baja popularidad que ha acompañado a Bachelet en su segundo mandato, pero también apunta que ayuda a Evo Morales a lograr cohesión interna, pese a que las elecciones en Bolivia aún están muy lejos.


Para Hugo Siles, aún queda tiempo para crear otro contexto en la relación entre Bolivia y Chile antes del fallo de La Haya. “No se olvide que las relaciones entre países no se guían por amistades o enemistades, sino por intereses”, recita Siles, que es consciente de que Chile nunca ha tenido interés de devolver territorio a Bolivia. “Por eso estamos en La Haya, para recordarle que en 12 oportunidades ofreció mar con soberanía”, dice Siles.


Alvarado, en cambio, prefiere otra frase solemne de la diplomacia. Recuerda que los diferendos entre países se arreglan a través de los canales diplomáticos (cancillerías, embajadas y consulados), no en declaraciones a través de los medios de comunicación

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