La incertidumbre sobre el programa de Trump estanca el G20
El ministro alemán de Finanzas confía en un acuerdo amistoso con EE UU
Amanda Mars
Washington, El País
Si Donald Trump va a provocar de veras una disrupción global en el comercio internacional, como su retórica nacionalista hacer temer, es algo que nadie tiene claro estos días en Washington. La cumbre del G-20, el grupo de las mayores economías avanzadas, se desarrolló sin abordar los asuntos más espinosos que el nuevo presidente de Estados Unidos ha puesto sobre la mesa —restricciones a las importaciones o el superávit comercial de Alemania— porque aún Trump no ha concretado nada. El ministro alemán, Wolfgang Schauble, confió en una solución amistosa en comercio. Su homólogo francés, Michel Sapin, expresó frustración por “la falta de posición americana”, ya que, dijo, “impide avanzar temas”.
Los ministros de Finanzas de los 20 se reunían en la capital estadounidense en paralelo a unas jornadas del Fondo Monetario Internacional que también han estado marcadas por la incertidumbre sobre la agenda económica que aplicará el presidente de la mayor potencia. Schauble, que ejercía de anfitrión por Alemania ocupa la presidencia rotatoria del grupo, quiso transmitir un mensaje de calma, confiando en una “solución no confrontada” con EE UU en materia de comercio de cara a su próxima cumbre, este verano. La lectura menos amable de este impás es que la actual cita no ha servido para muchos avances.
"Desde un punto de vista, es tranquilizador. Esto significa que el gobierno de Estados Unidos está considerando posiciones planteamientos que no son sólo la puesta en práctica de expresiones caricaturescas", dijo, por su parte, Michel Sapin, si bien “desde otro punto de vista, es molesto, porque realmente está bloqueando el progreso real en temas tan importantes como el clima", añadió el ministro francés.
Trump ha criticado el superávit comercial de Alemania y de China, les ha acusado de sacar provecho de la debilidad del euro y el yuan frente al dólar, ha ordenado a sus departamento revisar las políticas para priorizar los productos nacionales y esta misma semana amagó con restringir la importación de productos como el acero. Pero el discurso aún no se ha trasladado a acciones concretas y eso es lo que dificulta que el G-20 tome posiciones. Es lo que también ha llevado al FMI a medir sus palabras con el republicano, contra el que, de forma indirecta, tanto alertó.
Shäuble destacó la defensa del G-20 de nuevo crecimiento “inclusivo” que espante el fantasma de guerras comerciales. "Mucha gente siente que no se beneficia del crecimiento y la globalización, tenemos que encararlo. De lo contrario, veremos más proteccionismo", afirmó. Este proteccionismo, añadió, “sería nefasto para la economía mundial y las economías envueltas. Hubo un amplio consenso".
La línea entre defender un “comercio justo” —expresión que no se cae de la boca de Trump— y llevar a cabo un giro proteccionista en la política económica se ha empezado a antojar fina estos días en Washington. El presidente americano, un empresario con múltiples negocios en todo el mundo, insiste en que no es “anticomercio” por considerar negativos los actuales tratados comerciales, pero el acento patriótico de su retórica —América primero, Compra productos americano, contrata a americanos— sí transpira un aire proteccionista. La cuestión es en qué cristaliza esa narrativa. Y en eso, el G-20 está aún muy perdido. Después del desencuentro del último cónclave, el grupo no ha emitido esta vez un comunicado conjunto.
Las chispas entre la Administración de Trump y la cita del G-20 saltaron en la cita del pasado marzo en la ciudad alemana de Baden-Baden. Mnuchin debutó en el foro por todo lo alto, logrando retirar del comunicado la condena al proteccionismo y un nuevo apoyo al acuerdo de París sobre el clima. Fue la primera demostración del nuevo Gobierno estadounidense, que ha puesto en el centro de su programa el mensaje de que las actuales prácticas de comercio internacional perjudican a su economía y es necesario un giro hacia el consumo y la inversión nacional.
"Casi todo el mundo destacó la importancia de mercados abiertos y el acceso a mercados”, dijo por su parte el presidente del Bundesbank, Jens Weidmann. El “casi” cobra importancia esta vez en Washington. Tampoco se pronunciaron sobre el plan de Estados Unidos de reducir la regulación bancaria, algo que no gusta en el FMI. De nuevo, falta concreción.
Amanda Mars
Washington, El País
Si Donald Trump va a provocar de veras una disrupción global en el comercio internacional, como su retórica nacionalista hacer temer, es algo que nadie tiene claro estos días en Washington. La cumbre del G-20, el grupo de las mayores economías avanzadas, se desarrolló sin abordar los asuntos más espinosos que el nuevo presidente de Estados Unidos ha puesto sobre la mesa —restricciones a las importaciones o el superávit comercial de Alemania— porque aún Trump no ha concretado nada. El ministro alemán, Wolfgang Schauble, confió en una solución amistosa en comercio. Su homólogo francés, Michel Sapin, expresó frustración por “la falta de posición americana”, ya que, dijo, “impide avanzar temas”.
Los ministros de Finanzas de los 20 se reunían en la capital estadounidense en paralelo a unas jornadas del Fondo Monetario Internacional que también han estado marcadas por la incertidumbre sobre la agenda económica que aplicará el presidente de la mayor potencia. Schauble, que ejercía de anfitrión por Alemania ocupa la presidencia rotatoria del grupo, quiso transmitir un mensaje de calma, confiando en una “solución no confrontada” con EE UU en materia de comercio de cara a su próxima cumbre, este verano. La lectura menos amable de este impás es que la actual cita no ha servido para muchos avances.
"Desde un punto de vista, es tranquilizador. Esto significa que el gobierno de Estados Unidos está considerando posiciones planteamientos que no son sólo la puesta en práctica de expresiones caricaturescas", dijo, por su parte, Michel Sapin, si bien “desde otro punto de vista, es molesto, porque realmente está bloqueando el progreso real en temas tan importantes como el clima", añadió el ministro francés.
Trump ha criticado el superávit comercial de Alemania y de China, les ha acusado de sacar provecho de la debilidad del euro y el yuan frente al dólar, ha ordenado a sus departamento revisar las políticas para priorizar los productos nacionales y esta misma semana amagó con restringir la importación de productos como el acero. Pero el discurso aún no se ha trasladado a acciones concretas y eso es lo que dificulta que el G-20 tome posiciones. Es lo que también ha llevado al FMI a medir sus palabras con el republicano, contra el que, de forma indirecta, tanto alertó.
Shäuble destacó la defensa del G-20 de nuevo crecimiento “inclusivo” que espante el fantasma de guerras comerciales. "Mucha gente siente que no se beneficia del crecimiento y la globalización, tenemos que encararlo. De lo contrario, veremos más proteccionismo", afirmó. Este proteccionismo, añadió, “sería nefasto para la economía mundial y las economías envueltas. Hubo un amplio consenso".
La línea entre defender un “comercio justo” —expresión que no se cae de la boca de Trump— y llevar a cabo un giro proteccionista en la política económica se ha empezado a antojar fina estos días en Washington. El presidente americano, un empresario con múltiples negocios en todo el mundo, insiste en que no es “anticomercio” por considerar negativos los actuales tratados comerciales, pero el acento patriótico de su retórica —América primero, Compra productos americano, contrata a americanos— sí transpira un aire proteccionista. La cuestión es en qué cristaliza esa narrativa. Y en eso, el G-20 está aún muy perdido. Después del desencuentro del último cónclave, el grupo no ha emitido esta vez un comunicado conjunto.
Las chispas entre la Administración de Trump y la cita del G-20 saltaron en la cita del pasado marzo en la ciudad alemana de Baden-Baden. Mnuchin debutó en el foro por todo lo alto, logrando retirar del comunicado la condena al proteccionismo y un nuevo apoyo al acuerdo de París sobre el clima. Fue la primera demostración del nuevo Gobierno estadounidense, que ha puesto en el centro de su programa el mensaje de que las actuales prácticas de comercio internacional perjudican a su economía y es necesario un giro hacia el consumo y la inversión nacional.
"Casi todo el mundo destacó la importancia de mercados abiertos y el acceso a mercados”, dijo por su parte el presidente del Bundesbank, Jens Weidmann. El “casi” cobra importancia esta vez en Washington. Tampoco se pronunciaron sobre el plan de Estados Unidos de reducir la regulación bancaria, algo que no gusta en el FMI. De nuevo, falta concreción.