La gestión del 'Caso Bale' saca los colores a Zidane
Madrid, AS
El empeño del francés en alinearle sin estar recuperado le compromete. Zizou se contradice. "No arriesgaré con Gareth, no le quiero al 80%", dijo el año pasado.
Zidane se ha encontrado una china importante en el zapato en el momento álgido de la temporada: el Caso Bale. La obcecación del técnico francés por alinear al atacante galés pese a no estar recuperado de su última lesión, para no tocar así la “innegociable” BBC en los días con más focos, se ha vuelto en su contra.
Zizou está dilapidando una buena porción del crédito ganado tras reconducir al Madrid la temporada pasada hasta acabar ganando la Undécima por culpa de su controvertida gestión del estado físico del galés, en la que se vislumbra un afán de contentar los deseos de la planta noble. El Clásico fue la puntilla. Bale se lesionó el sóleo el 12 de abril en Múnich y once días después era titular contra el Barça con sólo tres entrenamientos a cuestas. Desde los primeros instantes ofreció indicios de estar jugando en condiciones precarias. Aguantó apenas 36 minutos antes de arrojar la toalla y privó a Zidane de un cambio que le hubiera venido de perlas después, tras la expulsión de Ramos en el tramo final (77’). O para serenar al equipo tras la euforia por el 2-2 de James (86’).
Zidane corre el riesgo de generar una sensación de injusticia entre el madridismo y de levantar miradas de recelo en el vestuario, el lugar donde su gestión es más ponderada. Para abrir hueco a Bale, Zidane viene sacrificando uno a uno todos los secundarios que brillan en su ausencia. Lucas Vázquez fue el descarte... cuando había sido titular en el 1-1 del Camp Nou en la primera vuelta. Isco, excelso en Gijón, no tuvo ni un minuto contra el Barcelona. Asensio, otro que venía de destacar contra el Bayern para verse tres días después en el banquillo, fue el que evidenció el error de alinear a un Bale mermado físicamente. El balear le sustituyó, fue de los mejores y obligó a Ter Stegen a sacar una mano sensacional para evitar el 2-1... Incluso James, el último de la fila, estuvo a punto de salir del Clásico convertido en héroe.
Las contradicciones del galo.
Zidane se encuentra, además, preso de su propio discurso. El 12 de febrero de 2016, en la previa del Real Madrid-Athletic (4-2), fue preguntado por Bale, inmerso en la recuperación de una lesión en el sóleo (como ahora). “No voy a arriesgar nada con Gareth, no lo quiero al 80 por ciento...”, dijo. De hecho, utilizó de nuevo la expresión “no arriesgaré nada” cuando se le volvió a insistir por el atacante.
Una disyuntiva ante la que ya estuvo Ancelotti, cuestionado internamente por atreverse a sustituir a Bale, una decisión que acabó por socavar su autoridad a ojos de Florentino, según confesó el italiano en su último libro. Benítez lo percibió y lo primero que hizo, nada más firmar por el Madrid, fue irse a la concentración de Gales a charlar con el 11 blanco y escuchar sus inquietudes. Fue el primer futbolista del plantel al que mimó públicamente.
Bale sólo ha jugado el 40,5% de los minutos posibles esta temporada y su situación amenaza con convertirse en un laberinto para su entrenador. Hoy se sabrá el alcance exacto de su lesión. Tras el Clásico, el club dijo extraoficialmente que había que esperar 48 horas para realizarle las pruebas. Las pasará en el Hospital Sanitas La Moraleja pero sus opciones de llegar a las semifinales con el Atlético (2 y 10 de mayo) están en el alero.
El empeño del francés en alinearle sin estar recuperado le compromete. Zizou se contradice. "No arriesgaré con Gareth, no le quiero al 80%", dijo el año pasado.
Zidane se ha encontrado una china importante en el zapato en el momento álgido de la temporada: el Caso Bale. La obcecación del técnico francés por alinear al atacante galés pese a no estar recuperado de su última lesión, para no tocar así la “innegociable” BBC en los días con más focos, se ha vuelto en su contra.
Zizou está dilapidando una buena porción del crédito ganado tras reconducir al Madrid la temporada pasada hasta acabar ganando la Undécima por culpa de su controvertida gestión del estado físico del galés, en la que se vislumbra un afán de contentar los deseos de la planta noble. El Clásico fue la puntilla. Bale se lesionó el sóleo el 12 de abril en Múnich y once días después era titular contra el Barça con sólo tres entrenamientos a cuestas. Desde los primeros instantes ofreció indicios de estar jugando en condiciones precarias. Aguantó apenas 36 minutos antes de arrojar la toalla y privó a Zidane de un cambio que le hubiera venido de perlas después, tras la expulsión de Ramos en el tramo final (77’). O para serenar al equipo tras la euforia por el 2-2 de James (86’).
Zidane corre el riesgo de generar una sensación de injusticia entre el madridismo y de levantar miradas de recelo en el vestuario, el lugar donde su gestión es más ponderada. Para abrir hueco a Bale, Zidane viene sacrificando uno a uno todos los secundarios que brillan en su ausencia. Lucas Vázquez fue el descarte... cuando había sido titular en el 1-1 del Camp Nou en la primera vuelta. Isco, excelso en Gijón, no tuvo ni un minuto contra el Barcelona. Asensio, otro que venía de destacar contra el Bayern para verse tres días después en el banquillo, fue el que evidenció el error de alinear a un Bale mermado físicamente. El balear le sustituyó, fue de los mejores y obligó a Ter Stegen a sacar una mano sensacional para evitar el 2-1... Incluso James, el último de la fila, estuvo a punto de salir del Clásico convertido en héroe.
Las contradicciones del galo.
Zidane se encuentra, además, preso de su propio discurso. El 12 de febrero de 2016, en la previa del Real Madrid-Athletic (4-2), fue preguntado por Bale, inmerso en la recuperación de una lesión en el sóleo (como ahora). “No voy a arriesgar nada con Gareth, no lo quiero al 80 por ciento...”, dijo. De hecho, utilizó de nuevo la expresión “no arriesgaré nada” cuando se le volvió a insistir por el atacante.
Una disyuntiva ante la que ya estuvo Ancelotti, cuestionado internamente por atreverse a sustituir a Bale, una decisión que acabó por socavar su autoridad a ojos de Florentino, según confesó el italiano en su último libro. Benítez lo percibió y lo primero que hizo, nada más firmar por el Madrid, fue irse a la concentración de Gales a charlar con el 11 blanco y escuchar sus inquietudes. Fue el primer futbolista del plantel al que mimó públicamente.
Bale sólo ha jugado el 40,5% de los minutos posibles esta temporada y su situación amenaza con convertirse en un laberinto para su entrenador. Hoy se sabrá el alcance exacto de su lesión. Tras el Clásico, el club dijo extraoficialmente que había que esperar 48 horas para realizarle las pruebas. Las pasará en el Hospital Sanitas La Moraleja pero sus opciones de llegar a las semifinales con el Atlético (2 y 10 de mayo) están en el alero.