El Papa lava los pies de doce mafiosos arrepentidos en Jueves Santo
Algunos están condenados a cadena perpetua o a penas de más de medio siglo.
elmundo.es / Mónica Bernabé
Este Jueves Santo, el Papa Francisco ha lavado los pies de 12 mafiosos arrepentidos, que han aceptado colaborar con la Justicia y que se encuentran recluidos en la prisión de Paliano, reservada precisamente a este tipo de internos y que se encuentra en la provincia de Frosinone, a unos 60 kilómetros de Roma.
Entre los reclusos a los que Francisco lavó los pies, había dos condenados a cadena perpetua, mientras que el resto tiene penas que cumplirán entre los años 2019 y 2073. Es decir, a algunos aún les queda más de medio siglo entre rejas, si no el resto de la vida. Entre el grupo al que el pontífice repitió el gesto que hizo Jesús con sus discípulos en la Última Cena, había tres mujeres, un argentino y un musulmán que tiene previsto convertirse al catolicismo. Los otros detenidos eran todos italianos.
"A menudo, con cierta hipocresía, vemos a los reclusos personas como que se han equivocado y cuyo destino debe ser la cárcel. Pero repito una vez más, todos tenemos la posibilidad de equivocarnos", advirtió el Papa, en una entrevista en exclusiva que el diario italiano La Repubblica publicó este jueves.
Y siguió: "La hipocresía hace que no se piense en la posibilidad de cambiar: hay poca fe en la rehabilitación o en la reinserción social. Pero en este mundo nos olvidamos que todos somos pecadores, y que a menudo también somos prisioneros sin darnos cuenta, cuando nos mantenemos cerrados en nuestros propios prejuicios o esclavos de falsos ídolos de bienestar".
En la entrevista, Francisco también analizó la situación actual en el mundo. Reiteró lo que a menudo dice: "El siglo pasado fue devastado por dos letales guerras mundiales, conoció la amenaza de la guerra nuclear y un gran número de otros conflictos, mientras que hoy por desgracia nos enfrentamos a una terrible guerra mundial a pedazos".
Pero añadió una nueva reflexión: "No es fácil saber si el mundo actualmente es más o menos violento que antes, ni si los modernos medios de comunicación y la movilidad que caracteriza nuestra época nos hace más consciente de la violencia o más adictos a ella".
El Papa fue recibido por los reclusos en la cárcel de Paliano con algunos presentes que ellos mismos habían preparado. Esa prisión cuenta con sólo unos 70 internos, y se caracteriza por disponer de un huerto biológico y numerosos cursos de formación profesional, como por ejemplo talleres para la realización de pasteles y pizzas.
Un acto tradicional en el pontífice
Francisco ya lavaba los pies el Jueves Santo como acto simbólico cuando era arzobispo en Buenos Aires, y no quiso abandonar esta tradición cuando llegó al Vaticano en 2013. De hecho, el primer año de su pontificado ya lavó los pies a 12 reclusos, pero en aquella ocasión eran menores de edad.
En 2015, hizo lo mismo pero a 12 discapacitados de un centro de ayuda, y a otros tantos reclusos de la cárcel Rebbibia, también en la capital italiana. Y el año pasado, coincidiendo con la denominada crisis de los refugiados, lavó los pies a 12 refugiados de un centro de acogida de Castel Novo di Porto, en la provincia de Roma. Esa vez ante la presencia de cámaras de televisión para que sirviera de ejemplo.
elmundo.es / Mónica Bernabé
Este Jueves Santo, el Papa Francisco ha lavado los pies de 12 mafiosos arrepentidos, que han aceptado colaborar con la Justicia y que se encuentran recluidos en la prisión de Paliano, reservada precisamente a este tipo de internos y que se encuentra en la provincia de Frosinone, a unos 60 kilómetros de Roma.
Entre los reclusos a los que Francisco lavó los pies, había dos condenados a cadena perpetua, mientras que el resto tiene penas que cumplirán entre los años 2019 y 2073. Es decir, a algunos aún les queda más de medio siglo entre rejas, si no el resto de la vida. Entre el grupo al que el pontífice repitió el gesto que hizo Jesús con sus discípulos en la Última Cena, había tres mujeres, un argentino y un musulmán que tiene previsto convertirse al catolicismo. Los otros detenidos eran todos italianos.
"A menudo, con cierta hipocresía, vemos a los reclusos personas como que se han equivocado y cuyo destino debe ser la cárcel. Pero repito una vez más, todos tenemos la posibilidad de equivocarnos", advirtió el Papa, en una entrevista en exclusiva que el diario italiano La Repubblica publicó este jueves.
Y siguió: "La hipocresía hace que no se piense en la posibilidad de cambiar: hay poca fe en la rehabilitación o en la reinserción social. Pero en este mundo nos olvidamos que todos somos pecadores, y que a menudo también somos prisioneros sin darnos cuenta, cuando nos mantenemos cerrados en nuestros propios prejuicios o esclavos de falsos ídolos de bienestar".
En la entrevista, Francisco también analizó la situación actual en el mundo. Reiteró lo que a menudo dice: "El siglo pasado fue devastado por dos letales guerras mundiales, conoció la amenaza de la guerra nuclear y un gran número de otros conflictos, mientras que hoy por desgracia nos enfrentamos a una terrible guerra mundial a pedazos".
Pero añadió una nueva reflexión: "No es fácil saber si el mundo actualmente es más o menos violento que antes, ni si los modernos medios de comunicación y la movilidad que caracteriza nuestra época nos hace más consciente de la violencia o más adictos a ella".
El Papa fue recibido por los reclusos en la cárcel de Paliano con algunos presentes que ellos mismos habían preparado. Esa prisión cuenta con sólo unos 70 internos, y se caracteriza por disponer de un huerto biológico y numerosos cursos de formación profesional, como por ejemplo talleres para la realización de pasteles y pizzas.
Un acto tradicional en el pontífice
Francisco ya lavaba los pies el Jueves Santo como acto simbólico cuando era arzobispo en Buenos Aires, y no quiso abandonar esta tradición cuando llegó al Vaticano en 2013. De hecho, el primer año de su pontificado ya lavó los pies a 12 reclusos, pero en aquella ocasión eran menores de edad.
En 2015, hizo lo mismo pero a 12 discapacitados de un centro de ayuda, y a otros tantos reclusos de la cárcel Rebbibia, también en la capital italiana. Y el año pasado, coincidiendo con la denominada crisis de los refugiados, lavó los pies a 12 refugiados de un centro de acogida de Castel Novo di Porto, en la provincia de Roma. Esa vez ante la presencia de cámaras de televisión para que sirviera de ejemplo.