El jefe del Pentágono advierte en Israel de que Siria aún conserva armas químicas

Mattis asegura que el régimen de El Asad ha dispersado sus aviones de combate tras el ataque con misiles de EE UU

Juan Carlos Sanz
Jerusalén, El País
En la primera visita a Israel de un miembro de la Administración del presidente Donald Trump, el jefe del Pentágono, James Mattis, ha afirmado este viernes que Siria aún conserva armas químicas pese a haberse comprometido hace cuatro años a entregarlas para su destrucción. El exgeneral de marines Mattis, que fue comandante de las fuerzas de Estados Unidos para Oriente Próximo entre 2010 y 2013, ha asegurado también que el régimen del presidente Bachar el Asad dispersó su aviación de combate tras el ataque con misiles contra una base área siria ordenado por Trump el pasado día 7 en represalia por el bombardeo con gas tóxico que causó 87 muertos en una población rebelde.


Las declaraciones del secretario de Defensa norteamericano en compañía de su homólogo israelí, Avigdor Lieberman, coinciden con recientes análisis de la inteligencia militar del Estado hebreo, que ha estimado que el Ejército gubernamental sirio mantuvo en su poder al menos el 1% del millar de toneladas de su arsenal químico tras aceptar desprenderse de todas las armas prohibidas en 2013. El Asad se vio forzado al desarme tras el ataque con gas tóxico que causó al menos un millar de muertos en un bastión insurgente próximo a Damasco.

“Puedo afirmar con conocimiento de causa que los sirios han retenido algunas (armas químicas). Es una violación de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, y vamos a abordar el asunto por la vía diplomática”, puntualizó Mattis. “Ya han sido advertidos de que no vuelvan a utilizarlas; lo dejamos muy claro con nuestro ataque”, enfatizó

El responsable del Pentágono también se ha hecho eco, aunque sin entrar en detalles, de los informes de inteligencia citados el jueves por la cadena CNN que apuntan al traslado del grueso de la Fuerza Aérea siria a un aeródromo de Latakia, feudo de El Asad en la costa mediterránea. Esta base se encuentra bajo el paraguas de los modernos sistemas de misiles antiaéreos S400, desplegados por Rusia para proteger a la aviación de combate que envió en 2015 en apoyo del régimen de Damasco.

Cuando estaba al frente del Comando Central, con un amplio mando castrense desde el Mediterráneo oriental hasta Afganistán, Mattis solía aseverar que las tres principales amenazas a la seguridad nacional estadounidense eran “Irán, Irán e Irán”. Este bagaje estratégico ha tenido un buen recibimiento en el Estado hebreo, donde el acuerdo nuclear alcanzado por Teherán con las grandes potencias hace dos años no ha dejado de ser cuestionado. El jefe del Pentágono ha destacado que Irán continúa teniendo en el punto de mira de sus misiles balísticos a Israel y a países vecinos, un mensaje que ya había anticipado en Arabia Saudí en una etapa previa de su gira por Oriente Próximo. “Mire donde uno mire, si hay problemas en la región, aparece Irán”, subrayó el miércoles en Riad.

En el cuartel general del Ejército israelí en Tel Aviv, el ministro Lieberman recuperó ante Mattis el concepto de “eje del mal”, que fue central en la política exterior del presidente norteamericano Georges Bush (2001-2009). Además de Irán incluyó en la lista a “Corea del Norte, Damasco y Beirut (en referencia a la milicia libanesa chií de Hezbolá)”. “Teherán está actuando junto a Hezbolá para asegurar la continuidad de El Asad en el poder”, replicó el exgeneral de marines antes de viajar a Jerusalén.

Después de haber renovado en 2016, al final del mandato del presidente Barack Obama, un programa de ayuda militar estadounidense a Israel cifrado en 38.000 millones de dólares durante una década, el primer ministro Benjamín Netanyahu celebraba este viernes el “gran giro dado por la política exterior de EE UU” en Oriente Próximo bajo el “nuevo liderazgo” de Trump, expresado a través del ataque con misiles contra Siria tras el bombardeo de civiles con armas químicas. “Compartimos una doble amenaza”, dijo Netanyahu al recibir al jefe del Pentágono, “la de los extremistas chiíes liderados por Irán y la de los extremistas suníes encabezados por el Daesh (acrónimo árabe para Estado Islámico)”.

Mattis, considerado en su momento como uno de los mandos militares de EE UU de mayor altura intelectual, no dudó en simplificar las complejidades estratégicas de la región en su respuesta a la bienvenida del primer ministro: “Si los buenos no se unen, los malos pueden hacer mucho daño en este mundo”. Se había referido poco antes a “Israel y a otras naciones que están intentado mantener una región próspera y estable”.

Al margen de las grandes declaraciones diplomáticas, el Gobierno israelí está esencialmente preocupado por la eventual instalación de una base militar iraní en Siria tras el fin del conflicto en el país árabe, en reconocimiento por su apoyo al régimen de El Asad. En la Administración del presidente Trump parece haber encontrado ahora un inmejorable aliado para afrontar esa inquietud.

Aunque Matis se despidió del mando militar con críticas a la expansión de los asentamientos judíos como causa de inestabilidad la región, advirtiendo de que la situación entre israelíes y palestinos se había vuelto “insostenible”, Teherán sigue siendo la prioridad en su agenda. “Cuando era comandante del Centcom dije que Irán era un exportador primario de terrorismo; francamente, hoy continúa con ese mismo comportamiento”, argumentó el mes pasado en la Conferencia de Seguridad de Múnich.

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