El Bayern mete miedo al Madrid
José Carlos Menzel
As
Mourinho no para de decirlo, Lahm lo repitió y este sábado volvió a comprobarse. El Bayern no tiene rival en la Bundesliga. El tímido y miedoso Augsburgo que se presentó en el Allianz Arena tampoco lo fue. Un Bayern sin Neuer, Xabi Alonso, Javi Martinez y Costa le bailó desde el pitido inicial hasta el final, le barrió por 6-0 y comenzó su agenda de nueve partidos en abril con una victoria en mayúsculas que volvió a subrayar el dominio muniqués en la competición doméstica y de paso le manda un mensaje de advertencia seria, si no lo tenía claro ya, al Madrid, para la eliminatoria de Champions.
Son 13 puntos los que le saca al Leipzig, pero en Múnich son muy conscientes de que han de reservar el estado de forma. Lo que se avecina en Champions es otra historia y lo saben.
El cuento siempre es el mismo. Unas semanas atrás, Niko Kovac, entrenador del Frankfurt, llegó a comparar el viaje al Allianz Arena con la visita (poco agradable en la mayoría de las ocasiones) al dentista. Salvo sorpresa, el pase por tierras bávaras suele ser doloroso, con lo cual los conjuntos alemanes que han de enfrentarse al coloso muniqués siempre cometen el mismo error. Enjaularse en su propio área y rezarle al cielo por que caiga alguna contra que puedan enganchar los arietes. Semana tras semana, partido tras partido.
El Augsburgo no fue mas creativo. Defensa de cinco (¡y hasta de seis!), delanteros aislados y mucho miedo a la hora de crear. ¿Y el Bayern? Tiene muchas tablas. Sabe que el centro del campo prácticamente es suyo y que sólo debe insistir en ataque para encontrar el hueco, ponérsela a Lewandowski y abrir la lata. A los veinte minutos de juego, el campeón teutón ya superaba el 80 por ciento de posesión y taladraba el muro defensivo propuesto por el cuadro visitante en cada ataque. Müller avisó, pero el cuero se marchó alto.
El Bayern siguió a lo suyo y pasó lo que pasa todos los fines de semana. Thiago subió la cabeza por enésima vez y esta vez Lewy no estaba cubierto por tres defensas, sino por nadie. Se la puso en bandeja, el polaco la paró con el pecho y remató de volea. Golazo. Entro por la escuadra. Y supuso el final del cuento para el Augsburgo, que a partir de ese momento sólo tenía un objetivo: evitar malos mayores. Pero el miedo no suele ser un buen aliado en este deporte y el Bayern, con el pase de los minutos y elevando la posesión a cifras casi superlativas, liberó aquella fiera que suelen temer por Chamartín. Müller volvió a toparse con el aluminio, pero a la tercera fue la vencida. Lewy cruzó el cuero y el campeón del mundo solo tuvo que poner la bota. 2-0.
Durante los segundos 45 minutos, los aficionados en el Allianz incluso llegaron a tener compasión con el Augsburgo. No paraba de correr, pero no tocaba un solo balón. El partido se llevaba a cabo en la mitad visitante, mientras que Ulreich, sustituto del lesionado Neuer, disfrutaba de unas vistas privilegiadas a la hora de celebrar los tantos del Bayern. En cuestión de seis minutos, el campeón le metió dos mas con una facilidad que ponia en evidencia a los de Baum. Otra vez Lewy, esta vez a pase de Ribery, subió el tercero al marcador e instantes mas tarde le devolvió la asistencia a Thiago, una vez mas imperial, que sólo tuvo que empujarla.
Si esto hubiera pasado en otro deporte, este era el momento de tirar la toalla. Pero en el fútbol no está permitido rendirse, con lo cual los de negro tuvieron que seguir soportando su calvario hasta el final. Mientras, el Bayern se divertía como un niño. Las combinaciones alrededor del área rival parecían de balonmano, Robben empezaba a centrar de rabona y dar pataditas de camino al córner. El Allianz era una fiesta, a la que Lewandowski y Müller le pusieron la guinda. El delantero polaco cerró su triplete con un tanto de cabeza y Müller terminó convirtiendo la tarde en un partido de tenis con un zapatazo que subió el set al luminoso del Allianz Arena, donde la bestia negra empieza a sacar las pezuñas para lo que queda en el mes de abril.
As
Mourinho no para de decirlo, Lahm lo repitió y este sábado volvió a comprobarse. El Bayern no tiene rival en la Bundesliga. El tímido y miedoso Augsburgo que se presentó en el Allianz Arena tampoco lo fue. Un Bayern sin Neuer, Xabi Alonso, Javi Martinez y Costa le bailó desde el pitido inicial hasta el final, le barrió por 6-0 y comenzó su agenda de nueve partidos en abril con una victoria en mayúsculas que volvió a subrayar el dominio muniqués en la competición doméstica y de paso le manda un mensaje de advertencia seria, si no lo tenía claro ya, al Madrid, para la eliminatoria de Champions.
Son 13 puntos los que le saca al Leipzig, pero en Múnich son muy conscientes de que han de reservar el estado de forma. Lo que se avecina en Champions es otra historia y lo saben.
El cuento siempre es el mismo. Unas semanas atrás, Niko Kovac, entrenador del Frankfurt, llegó a comparar el viaje al Allianz Arena con la visita (poco agradable en la mayoría de las ocasiones) al dentista. Salvo sorpresa, el pase por tierras bávaras suele ser doloroso, con lo cual los conjuntos alemanes que han de enfrentarse al coloso muniqués siempre cometen el mismo error. Enjaularse en su propio área y rezarle al cielo por que caiga alguna contra que puedan enganchar los arietes. Semana tras semana, partido tras partido.
El Augsburgo no fue mas creativo. Defensa de cinco (¡y hasta de seis!), delanteros aislados y mucho miedo a la hora de crear. ¿Y el Bayern? Tiene muchas tablas. Sabe que el centro del campo prácticamente es suyo y que sólo debe insistir en ataque para encontrar el hueco, ponérsela a Lewandowski y abrir la lata. A los veinte minutos de juego, el campeón teutón ya superaba el 80 por ciento de posesión y taladraba el muro defensivo propuesto por el cuadro visitante en cada ataque. Müller avisó, pero el cuero se marchó alto.
El Bayern siguió a lo suyo y pasó lo que pasa todos los fines de semana. Thiago subió la cabeza por enésima vez y esta vez Lewy no estaba cubierto por tres defensas, sino por nadie. Se la puso en bandeja, el polaco la paró con el pecho y remató de volea. Golazo. Entro por la escuadra. Y supuso el final del cuento para el Augsburgo, que a partir de ese momento sólo tenía un objetivo: evitar malos mayores. Pero el miedo no suele ser un buen aliado en este deporte y el Bayern, con el pase de los minutos y elevando la posesión a cifras casi superlativas, liberó aquella fiera que suelen temer por Chamartín. Müller volvió a toparse con el aluminio, pero a la tercera fue la vencida. Lewy cruzó el cuero y el campeón del mundo solo tuvo que poner la bota. 2-0.
Durante los segundos 45 minutos, los aficionados en el Allianz incluso llegaron a tener compasión con el Augsburgo. No paraba de correr, pero no tocaba un solo balón. El partido se llevaba a cabo en la mitad visitante, mientras que Ulreich, sustituto del lesionado Neuer, disfrutaba de unas vistas privilegiadas a la hora de celebrar los tantos del Bayern. En cuestión de seis minutos, el campeón le metió dos mas con una facilidad que ponia en evidencia a los de Baum. Otra vez Lewy, esta vez a pase de Ribery, subió el tercero al marcador e instantes mas tarde le devolvió la asistencia a Thiago, una vez mas imperial, que sólo tuvo que empujarla.
Si esto hubiera pasado en otro deporte, este era el momento de tirar la toalla. Pero en el fútbol no está permitido rendirse, con lo cual los de negro tuvieron que seguir soportando su calvario hasta el final. Mientras, el Bayern se divertía como un niño. Las combinaciones alrededor del área rival parecían de balonmano, Robben empezaba a centrar de rabona y dar pataditas de camino al córner. El Allianz era una fiesta, a la que Lewandowski y Müller le pusieron la guinda. El delantero polaco cerró su triplete con un tanto de cabeza y Müller terminó convirtiendo la tarde en un partido de tenis con un zapatazo que subió el set al luminoso del Allianz Arena, donde la bestia negra empieza a sacar las pezuñas para lo que queda en el mes de abril.