El Barcelona caduca ante la rejuvenecida Juventus
Los azulgrana protagonizaron un partido tan deprimente como el de París y fueron víctimas fáciles del equipo de Dybala
Ramon Besa
El País
El Barça agoniza en Europa después de consumirse en la Liga. Los síntomas son los de un equipo agotado y desafortunado, expuesto a la derrota o a la goleada, depende del rival y del torneo, según juegue en Málaga o en Turín. Ahora mismo, simplemente sobrevive, siempre pendiente de la revancha, de un arrebato, de un último acto de fe, como si el prestigio se recuperara en una noche y no en el día a día del Camp Nou. Los azulgrana están de vuelta mientras la Vecchia Signora va, rejuvenecida y vitalista, modernizada en la cancha y en la grada del Juventus Stadium.
La Juve no es el PSG. No ha encajado más que dos goles durante el torneo y difícilmente se vencerá en el campo del Barça como el campeón de Francia. Tampoco se recuerdan dos remontes consecutivos del Barcelona. No escarmientan los azulgrana, espectadores de sus propias desgracias, abatidos de la misma manera en el Parque de los Príncipes que en Turín. Ya no juegan a fútbol sino que están a expensas de los goles y de los momentos, de las hazañas y de la épica, de lo que fueron y no de lo que son, un rival apetecido por los rivales sedientos de gloria como la Juve.
Juega el Barça como si nada pasara, víctima de un narcisismo mal entendido, ensimismado con el tridente, pendiente de Messi, expectante con Iniesta. Apareció en Turín el mismo equipo petrificado de París. No pasa el tiempo en el Camp Nou. Hoy forma prácticamente con el mismo plantel que conquistó la Copa de Europa en 2015 ante la Juve. Ha cambiado solo la posición de los futbolistas en la cancha, el dibujo ha pasado del 4-3-3 al 3-4-3, ni que sea para disimular o sorprender, cosa muy difícil en la Liga y cada vez más complicada en la Champions. Nada que ver precisamente con la Vecchia Signora.
La Juve es hoy un equipo joven, vitalista, dispuesto a conquistar Europa después de digerir la derrota continental de hace dos años con el Barcelona. Únicamente Buffon y Bonucci repitieron del equipo de Berlín. Alcanzó con leer la alineación para saber de la confianza que tenía Allegri en su equipo y en las debilidades que advertía en el Barcelona. Nadie hubiera dicho que la Juve era un equipo italiano porque atacó con sus cuatro delanteros y sus laterales ofensivos: Alves y Alex Sandro.
Tenía un plan muy bien pensado para ganar el partido y a los veinte minutos ya mandaba tranquilamente por 2-0. Dybala, muy rápido en el momento de armar la pierna, marcó la diferencia con dos remates inapelables, punto final del buen juego por las bandas de Cuadrado y Mandzukic. El argentino se adornó con un primer tanto a cámara lenta y un segundo muy rápido después de un mal repliegue del Barça.
Los azulgrana se dedicaron durante un buen rato a mirar y a aplaudir la presión alta de la Juve. No sabía con quién jugar el balón Ter Stegen y no entraban en juego ni Iniesta ni Messi. La única vez que combinaron antes del descanso estaban del revés y el volante manchego no atinó a colocar la asistencia del 10.
Rakitic, en la punta del rombo
El Barcelona pareció extrañar los puestos asignados por Luis Enrique. Al entrenador no le quedó más remedio que jugársela con Mathieu como central si quería mantener la defensa de tres y poner de pivote a Mascherano. La sorpresa estuvo en la posición de Messi, que abrió el campo como un extremo derecho mientras Rakitic ocupaba la punta del rombo y por el costado izquierdo se abría Neymar. No funcionó el despliegue porque Mascherano no es Busquets —sancionado— y el equipo no tiene los recursos tácticos de la Juve, capaz de jugar de diez maneras distintas un mismo partido, y más si el contrario es tan pasivo como el Barcelona. No le quedó más remedio a Lucho que cambiar al descanso y recuperar el 4-3-3 con André Gomes.
Mejoró ofensivamente el Barcelona al tiempo que aumentaban las concesiones en su campo, vulnerable también a balón parado, como se advirtió en el gol de Chiellini. Muy pocos equipos tienen la organización defensiva de la Juve y cuentan con un portero tan decisivo como Buffon, extraordinario ante Iniesta y Luis Suárez. Incluso se siente a gusto cuando le atacan, y más si el rival es estéril como el Barcelona, desenfocado en Turín. El dominio azulgrana resultó estéril por falta de tino y por el buen cierre de Buffon. Ya lleva dos partidos a cero el Barça y necesita cuatro para eliminar a la Juve. No parece que vaya a repetir la canción del 6-1 del PSG. La regresión parece imparable porque después de menguar en la media ahora no domina ni las áreas: 4-0 y 3-0. Hasta Luis Enrique se rindió en Turín.
Ramon Besa
El País
El Barça agoniza en Europa después de consumirse en la Liga. Los síntomas son los de un equipo agotado y desafortunado, expuesto a la derrota o a la goleada, depende del rival y del torneo, según juegue en Málaga o en Turín. Ahora mismo, simplemente sobrevive, siempre pendiente de la revancha, de un arrebato, de un último acto de fe, como si el prestigio se recuperara en una noche y no en el día a día del Camp Nou. Los azulgrana están de vuelta mientras la Vecchia Signora va, rejuvenecida y vitalista, modernizada en la cancha y en la grada del Juventus Stadium.
La Juve no es el PSG. No ha encajado más que dos goles durante el torneo y difícilmente se vencerá en el campo del Barça como el campeón de Francia. Tampoco se recuerdan dos remontes consecutivos del Barcelona. No escarmientan los azulgrana, espectadores de sus propias desgracias, abatidos de la misma manera en el Parque de los Príncipes que en Turín. Ya no juegan a fútbol sino que están a expensas de los goles y de los momentos, de las hazañas y de la épica, de lo que fueron y no de lo que son, un rival apetecido por los rivales sedientos de gloria como la Juve.
Juega el Barça como si nada pasara, víctima de un narcisismo mal entendido, ensimismado con el tridente, pendiente de Messi, expectante con Iniesta. Apareció en Turín el mismo equipo petrificado de París. No pasa el tiempo en el Camp Nou. Hoy forma prácticamente con el mismo plantel que conquistó la Copa de Europa en 2015 ante la Juve. Ha cambiado solo la posición de los futbolistas en la cancha, el dibujo ha pasado del 4-3-3 al 3-4-3, ni que sea para disimular o sorprender, cosa muy difícil en la Liga y cada vez más complicada en la Champions. Nada que ver precisamente con la Vecchia Signora.
La Juve es hoy un equipo joven, vitalista, dispuesto a conquistar Europa después de digerir la derrota continental de hace dos años con el Barcelona. Únicamente Buffon y Bonucci repitieron del equipo de Berlín. Alcanzó con leer la alineación para saber de la confianza que tenía Allegri en su equipo y en las debilidades que advertía en el Barcelona. Nadie hubiera dicho que la Juve era un equipo italiano porque atacó con sus cuatro delanteros y sus laterales ofensivos: Alves y Alex Sandro.
Tenía un plan muy bien pensado para ganar el partido y a los veinte minutos ya mandaba tranquilamente por 2-0. Dybala, muy rápido en el momento de armar la pierna, marcó la diferencia con dos remates inapelables, punto final del buen juego por las bandas de Cuadrado y Mandzukic. El argentino se adornó con un primer tanto a cámara lenta y un segundo muy rápido después de un mal repliegue del Barça.
Los azulgrana se dedicaron durante un buen rato a mirar y a aplaudir la presión alta de la Juve. No sabía con quién jugar el balón Ter Stegen y no entraban en juego ni Iniesta ni Messi. La única vez que combinaron antes del descanso estaban del revés y el volante manchego no atinó a colocar la asistencia del 10.
Rakitic, en la punta del rombo
El Barcelona pareció extrañar los puestos asignados por Luis Enrique. Al entrenador no le quedó más remedio que jugársela con Mathieu como central si quería mantener la defensa de tres y poner de pivote a Mascherano. La sorpresa estuvo en la posición de Messi, que abrió el campo como un extremo derecho mientras Rakitic ocupaba la punta del rombo y por el costado izquierdo se abría Neymar. No funcionó el despliegue porque Mascherano no es Busquets —sancionado— y el equipo no tiene los recursos tácticos de la Juve, capaz de jugar de diez maneras distintas un mismo partido, y más si el contrario es tan pasivo como el Barcelona. No le quedó más remedio a Lucho que cambiar al descanso y recuperar el 4-3-3 con André Gomes.
Mejoró ofensivamente el Barcelona al tiempo que aumentaban las concesiones en su campo, vulnerable también a balón parado, como se advirtió en el gol de Chiellini. Muy pocos equipos tienen la organización defensiva de la Juve y cuentan con un portero tan decisivo como Buffon, extraordinario ante Iniesta y Luis Suárez. Incluso se siente a gusto cuando le atacan, y más si el rival es estéril como el Barcelona, desenfocado en Turín. El dominio azulgrana resultó estéril por falta de tino y por el buen cierre de Buffon. Ya lleva dos partidos a cero el Barça y necesita cuatro para eliminar a la Juve. No parece que vaya a repetir la canción del 6-1 del PSG. La regresión parece imparable porque después de menguar en la media ahora no domina ni las áreas: 4-0 y 3-0. Hasta Luis Enrique se rindió en Turín.