Efecto Rojas

La llegada del Chino movió las piezas del mediocampo y desde su zurda se construye otro River. "El equipo empezó a funcionar mejor", reconoce Gallardo, el DT que la abrió la puerta al jugador que le maneja los hilos en la canchas.

Silvio Favale @SilvioFavale
SFavale@ole.com.ar
Es verdad eso que comenta y sostiene Marcelo Gallardo sobre que “el equipo comenzó a funcionar mejor porque se empezó a encontrar y no es por el buen rendimiento de un solo jugador”. Tan cierto como que esa sinergia que River fue encontrando con el correr de los partidos tiene su epicentro en un lugar específico: en el mediocampo. Y más allá de que siempre prefiera ponderar el conjunto por sobre las piezas -sana decisión, por cierto-, está claro que la llegada de Ariel Rojas tuvo una enorme injerencia en esa evolución que marca y resalta el entrenador cada vez que tiene oportunidad de enfrentar los micrófonos. Desde ese lugar de la cancha es que se pueden entender mejor todos los porqué de un crecimiento futbolístico notable, palpable tanto en la cancha como en los resultados: tres victorias consecutivas, con debut contundente de Copa Libertadores incluido. Entonces, hablemos del efecto Rojas que se vive en Núñez...


“Es un jugador que entiende perfectamente lo que pretendemos en cuanto al juego, la búsqueda y el manejo de los tiempos. Ha llegado y no ha tenido problemas de adaptación y eso es fundamental”, explicó el Muñeco en referencia al aporte crucial que encontró en el acople del Chino y que, en definitiva, le permitió ir moviendo la brújula hasta encontrar el norte. Porque con el ex Cruz Azul asentado ya a la izquierda de Leo Ponzio, a veces como doble cinco y otras más abierto sobre la banda (su posición habitual en el primer ciclo en el club), River pudo soltarse partiendo de la distribución precisa y la visión clara de juego con la que cuenta el 16. Entonces ahí también entró en acción la nueva fórmula que implementó MG en la formación y que le encontró la solución (¡por fin!) a ese Pity Martínez insulso y apático que hacía agua por la izquierda para darle la bienvenida a un Pity Martínez revulsivo y desequilibrante que desanda y rompe por la derecha, justo en la zona donde había quedado un lugar vació desde la partida del Cabezón D’Alessandro. Y ante ese panorama, la libertad de Nacho Fernández para transformarse por momentos de enlace y enfocarse más en la creación que en la recuperación, sin lugar a dudas es parte de ese “todo” del cual habla Gallardo.

Pero sobre lo que tampoco hay discusión hoy es que el termómetro, como se dice, es Rojas. El hombre de la pausa, el que permite dar el puntapié inicial a la jugada para que la bocha salga limpia (vaya si le agradece Ponzio…) y así facilitarles el trabajo a los volantes externos. En resumen, una de las patas de este equipo en el que las posiciones no son estáticas, que va mutando según las vicisitudes que se vayan presentando durante el partido. Sí, uno de los objetivos que intenta achacar en cada entrenamiento el propio Gallardo y que va haciendo mella en cada uno de sus futbolistas.

Por eso el Muñeco celebra y tiene “buenas sensaciones” para lo que viene, “porque estamos logrando tener una identificación en nuestra manera de jugar, y que los jugadores se identifiquen con esa idea hace todo más fácil”. De hecho, el propio Chino adhirió al pensamiento del entrenador luego de lo que fue el despegue en Colombia y expresó que “percibo a un equipo que está madurando, tratando de crecer día a día”. Incluso, se muestra feliz porque “este funcionamiento me hace muy bien”. Y hasta se animó a encontrarle “un carácter similar al primer River de Gallardo”. Sí, el mismo que ganó todo lo que se propuso y marcó tendencia en Argentina y Sudamérica.

Por eso, ahora el desafío que tiene por delante es sostener la idea en el tiempo. Y con el efecto Rojas que ya se nota en el equipo, todo es posible.

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