EE UU y China acuerdan abrir conversaciones sobre comercio

El ataque opaca la visita oficial del presidente Xi Jinping a Donald Trump

Amanda Mars
Washington, El País
El bombardeo de Estados Unidos contra el régimen sirio de Bachar El Asad irrumpió en la que iba a ser una cumbre ya de por sí difícil entre el presidente Donald Trump y el chino Xi Jinping. La demostración de fuerza puso en un aprieto a Pekín, que se ha alineado con Rusia en la ONU en este conflicto, y le mandó un mensaje de cara al conflicto con Corea del Norte, en el que Washington le pide más firmeza. El ambiente del lugar del encuentro, Mar-a-Lago, el lujoso complejo del multimillonario presidente en Florida, fue lo único relajado de la visita. Aun así, ambos líderes acordaron poner en marcha un plan de 100 días para negociaciones sobre sobre comercio, uno de sus principales frentes abiertos, para que impulsar las exportaciones estadounidenses y reducir el déficit con China, de 347.000 millones de dólares, según explicó el secretario estadounidense de Comercio, Wilbor Ross. Además, el secretario de Estado, Rex Tillerson, dijo que Xi habría comprendido los motivos de la acción americana.


El primer cara a cara era un campo de minas, no solo por todo lo que les separa. La llegada del empresario neoyorquino a la presidencia de Estados Unidos, que puso a todo el mundo en alerta por su giro nacionalista, había servido a un régimen comunista como el de Pekín para pasearse por el foro de Davos como nuevo adalid del libre comercio o para ponerse a la cabeza de la manifestación en la lucha contra el cambio climático, pese a ser el país que más gases de efecto invernadero emite.

El balance del encuentro dio, no obstante, algunas señales de buenas intenciones. Trump aceptó la invitación de Xi de visitar China este año, según informó la agencia de noticia Xinhua. En su habitual tono, superlativo pero sin detalle alguno, el mandatario estadounidense aseguró ayer a los periodistas que en esas escasas horas en Florida se había logrado “un tremendo avance” en la relación con China. “Realmente creo que se han hecho progresos”, enfatizó, y llegó a calificar esta nueva relación de “espectacular”.
Del Big Mac al lenguado con champán

Durante la campaña electoral, Donald Trump había bromeado y dicho que, en lugar de ofrecerle una cena de Estado, al presidente de China le invitaría a una hamburguesa Big Mac doble. “Quieren que nuestra gente pase hambre, se están llevando nuestros empleos”, dijo el Trump más belicoso de la campaña. Y recién elegido llegó a cuestionar la política de una sola China al hablar con Taiwán. Pero el menú en Mar-a-Lago fue bien distinto: lenguado con salsa de champán y filete de carne con patatas. Y después del ágape, se llevó a cabo la acción militar.

Pese a las declaraciones de Tillerson, Siria no es algo que les una. En el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, China ha sido el aliado de Rusia a la hora de vetar varias resoluciones que afectan al país árabe, como la de finales de febrero, que proponía sanciones al régimen sirio por el uso de armas químicas. También en diciembre se alinearon con Moscú contra otra resolución que reclamaba una tregua de siete días en la ciudad de Alepo.

Sin confrontación

A nivel público este viernes Pekín evitó la confrontación. La portavoz de Exteriores china, Hua Chunying, no se pronunció directamente sobre el bombardeo americano, pero recalcó que “lo urgente por el momento es evitar cualquier deterioro de la situación (...) Esperamos que todas las partes implicadas mantendrán la calma y evitarán cualquier escalada de la tensión”. “Nos oponemos al uso de armas químicas, por parte de cualquier país, organización o individuo, e independientemente de las circunstancias y el objetivo”, insistió.

La ejecución del ataque tras la matanza de civiles con armas químicas, con fotos de niños agonizantes que han conmovido a todo el mundo, ha logrado que la mayor parte de la comunidad internacional apoye o evite criticar la medida.

El pero es qué ocurre al día siguiente, si el régimen de El Asad replica con más ofensivas y se produce una escalada de la violencia. Y este mismo peligro adquiere dimensiones muy superiores cuando se trata de Corea del Norte, que es el país más sancionado del mundo por sus pruebas atómicas y tiene a un dictador imprevisible al frente.

En una entrevista en Financial Times, Trump advirtió de que actuaría de forma unilateral para eliminar la amenaza nuclear que supone el régimen de Kim Jong-un si Pekín no se implica más. La sensación de que la potencia asiática no ha hecho lo bastante para cumplir las sanciones económicas impuestas a Pyongyang o someterle a otros costes no es nueva en Washington, pero ha sido la Administración de Trump la que ha empezado a usar palabras gruesas.

“China tiene una gran influencia sobre Corea del Norte y decidirá si ayudarnos contra la República Popular norcoreana o no (...). Si lo hace, será bueno para China, y si no, no será bueno para nadie”, dijo el presidente republicano. La Casa Blanca se ha planteado varios mecanismos de presión posibles, como la imposición de castigos a los empresarios chinos que intenten negocios con Corea del Norte. Los frutos reales de la visita están aún por verse, pero Trump ha ganado en la batalla de los gestos y los mensajes.

Entradas populares