Carrasco hizo de Griezmann
Patricia Cazón
As
Tiagooo, Tiagooo. Cuando ese nombre llenó todo el aire del estadio, la fiesta en el Calderón ya era casi completa. Si durante todo el día en los alrededores la había puesto el Día del niño, siempre especial, más ayer, cuando en tres partidos de Liga este estadio echará el cierre, ahora el regreso del portugués, cuatro meses después, era la primera guinda. La segunda llegaría a los cuatro minutos y respondería a otro cantar, Cholo sácalo, Cholo sácalo. Y Simeone lo haría, lo sacaría, a Cerci, que debutaría en Liga. Su equipo hacía ya muchos minutos que había noqueado a Osasuna, colista y rival ideal para este partido entre guerras que el Cholo afrontó como se preveía: con un ojo aquí y el otro en Inglaterra.
Por eso, para que la ida del miércoles no pesara y repartir descansos antes de la vuelta del martes en Leicester, su Atleti era un Atleti Mezcla, con más no habitual que sí. Faltaban Koke (sanción), Gabi (descanso), Griezmann o Saúl (banco) pero lo mismo dio. Lucas, Gaitán o Correa cumplieron y Thomas-Giménez fue un doble pivote que sonó a extraña pareja y resultó un descubrimiento. Si el ghanés sostuvo al equipo impecable, el uruguayo no dejó pasar ni al aire.
Una carrera suya, precisamente, todo potencia, le encontró la primera grieta a Osasuna. Recibió, giró y corrió como si fuera Griezmann. Su centro al llegar al área no lo remató por poco Correa pero ahí quedaba: primer agujero a la línea de cinco que Vasiljevic había plantado. Por ahí, al poco, se colaría Carrasco.
Fue después del tercer córner seguido lanzado por el Atleti. Diagonal del belga, recorte a un central y, desde fuera del área, latigazo: salió de su bota ya gol, seco, raso y pegado al palo. El muro Vasiljevic estaba deshecho: Carrasco, pesadilla constante, había hecho de Griezmann. El descanso del francés en la tarde sería total. Todo suma para Inglaterra.
Tiagooo, Tiagooo. La primera vez que se oyó fue al comenzar la segunda parte. Tiago salía a calentar con Grizi y con Savic, estaba ahí, de nuevo. Pero entonces Carrasco pidió foco de nuevo al cabecear un balón perfecto de Gaitán desde la izquierda. Simeone ya podía poner los dos ojos en Leicester, dar descanso a más titular. El primero Filipe. Quien, por cierto, no se fue sin su gol.
Ya es un clásico. Para el tercero en sus últimos cuatro partidos de Liga, El hijo del viento remató con la derecha un pase de Correa y envió el balón allá donde Sirigu no llegaba, raso, pegado al palo. En este chico todo es bueno, hasta la pierna mala. Qué temporada. Un espectáculo.
Osasuna, por cierto, se había sumado a la fiesta. Deshecho atrás, arriba Sergio León y Kodro vinieron al Calderón a hacerse la foto y nada aportaron. Sólo cuando Vasiljevic sacó a De las Cuevas, su equipo descubrió que había césped más allá de la línea blanca del centro. Entonces el Calderón ya era una fiesta, con Tiago, con Cerci, perdido en un olé torero cada vez que el último tocaba un balón. Pero entonces apareció Sirigu para bajarle todos los decibelios de golpe. Con minuto y medio le bastó para reavivar la pesadilla de este Atleti y los penaltis.
El primero lo lanzaría Carrasco en el 88'. Sirigu le derribó y el árbitro castigaría. La grada quería otra guinda, que lo lanzara Cerci, pero el belga se lo ofreció a Tiago, que rehusó, y se quedó el balón. El portero se lo paró, abajo. Un minuto después, una mano de De las Cuevas en el área a un tiro de Thomas sería dèjá vu. Penalti. La grada volvió a pedir a Cerci y Giménez se lo sugirió al ghanés que respondió nanainas: él lo había provocado, él lo tiraría. También lo paró Sirigu, en el centro. Un show.
No podía ser todo tan perfecto. Eso sí, que el martes, lo de Inglaterra no termine en tanda, por favor.
As
Tiagooo, Tiagooo. Cuando ese nombre llenó todo el aire del estadio, la fiesta en el Calderón ya era casi completa. Si durante todo el día en los alrededores la había puesto el Día del niño, siempre especial, más ayer, cuando en tres partidos de Liga este estadio echará el cierre, ahora el regreso del portugués, cuatro meses después, era la primera guinda. La segunda llegaría a los cuatro minutos y respondería a otro cantar, Cholo sácalo, Cholo sácalo. Y Simeone lo haría, lo sacaría, a Cerci, que debutaría en Liga. Su equipo hacía ya muchos minutos que había noqueado a Osasuna, colista y rival ideal para este partido entre guerras que el Cholo afrontó como se preveía: con un ojo aquí y el otro en Inglaterra.
Por eso, para que la ida del miércoles no pesara y repartir descansos antes de la vuelta del martes en Leicester, su Atleti era un Atleti Mezcla, con más no habitual que sí. Faltaban Koke (sanción), Gabi (descanso), Griezmann o Saúl (banco) pero lo mismo dio. Lucas, Gaitán o Correa cumplieron y Thomas-Giménez fue un doble pivote que sonó a extraña pareja y resultó un descubrimiento. Si el ghanés sostuvo al equipo impecable, el uruguayo no dejó pasar ni al aire.
Una carrera suya, precisamente, todo potencia, le encontró la primera grieta a Osasuna. Recibió, giró y corrió como si fuera Griezmann. Su centro al llegar al área no lo remató por poco Correa pero ahí quedaba: primer agujero a la línea de cinco que Vasiljevic había plantado. Por ahí, al poco, se colaría Carrasco.
Fue después del tercer córner seguido lanzado por el Atleti. Diagonal del belga, recorte a un central y, desde fuera del área, latigazo: salió de su bota ya gol, seco, raso y pegado al palo. El muro Vasiljevic estaba deshecho: Carrasco, pesadilla constante, había hecho de Griezmann. El descanso del francés en la tarde sería total. Todo suma para Inglaterra.
Tiagooo, Tiagooo. La primera vez que se oyó fue al comenzar la segunda parte. Tiago salía a calentar con Grizi y con Savic, estaba ahí, de nuevo. Pero entonces Carrasco pidió foco de nuevo al cabecear un balón perfecto de Gaitán desde la izquierda. Simeone ya podía poner los dos ojos en Leicester, dar descanso a más titular. El primero Filipe. Quien, por cierto, no se fue sin su gol.
Ya es un clásico. Para el tercero en sus últimos cuatro partidos de Liga, El hijo del viento remató con la derecha un pase de Correa y envió el balón allá donde Sirigu no llegaba, raso, pegado al palo. En este chico todo es bueno, hasta la pierna mala. Qué temporada. Un espectáculo.
Osasuna, por cierto, se había sumado a la fiesta. Deshecho atrás, arriba Sergio León y Kodro vinieron al Calderón a hacerse la foto y nada aportaron. Sólo cuando Vasiljevic sacó a De las Cuevas, su equipo descubrió que había césped más allá de la línea blanca del centro. Entonces el Calderón ya era una fiesta, con Tiago, con Cerci, perdido en un olé torero cada vez que el último tocaba un balón. Pero entonces apareció Sirigu para bajarle todos los decibelios de golpe. Con minuto y medio le bastó para reavivar la pesadilla de este Atleti y los penaltis.
El primero lo lanzaría Carrasco en el 88'. Sirigu le derribó y el árbitro castigaría. La grada quería otra guinda, que lo lanzara Cerci, pero el belga se lo ofreció a Tiago, que rehusó, y se quedó el balón. El portero se lo paró, abajo. Un minuto después, una mano de De las Cuevas en el área a un tiro de Thomas sería dèjá vu. Penalti. La grada volvió a pedir a Cerci y Giménez se lo sugirió al ghanés que respondió nanainas: él lo había provocado, él lo tiraría. También lo paró Sirigu, en el centro. Un show.
No podía ser todo tan perfecto. Eso sí, que el martes, lo de Inglaterra no termine en tanda, por favor.