Atlético, de cabeza a semifinales
Un gol de Saúl de cabeza otorga otra vez a los de Simeone estar entre los cuatro mejores de Champions. Vardy empató, el Leicester apretó, pero el Atleti aguantó con firmeza.
Patricia Cazón
As
Este Atleti no se cansa de hacer historia. No cierren los ojos. Quizá esta sí sea la definitiva. Cardiff. Eso quieren, por eso juegan, y están dispuestos a morir incluso sobre un campo de fútbol por alcanzarla: saben que eso es vida. En el King Power Stadium lo demostraron. Hasta a Leicester, lugar de gestas, le hizo hincar la rodilla. Ante este equipo, el Atleti del Cholo, capaz de llegar a tres semifinales de las últimas cuatro Champions. Pero no sin su pequeña ración de sufrimiento. Y eso que el Atleti ya ganaba desde el minuto 26’ 1-0.
Mediada la segunda, Vardy ya había empatado y cada jugada del Leicester terminaba en remate. La entrada de Ulloa, tras el descanso, le había dado verticalidad. El Atleti, mientras, fue dando pasos hacia atrás hasta que atrás no había nada más que la portería de Oblak. Había tardado en presentarse, pero el Leicester que ganó la Premier League ya estaba en estos cuartos. Y llevaba dientes en las botas.
Lo del inicio parecía que formaba parte de otro partido. Salió el Leicester a no perder tiempo, pero con el mismo plan que en Madrid: balones en largo a las contras de Vardy. Su final también. El corpachón de Savic. Morgan, de vuelta para amenazar cada córner con su altura y corpulencia, futbolista es, boxeador parece, estaba pero cojeaba. Quince minutos pasaron hasta que pasó algo.
El Atleti ya tenía el balón, Griezmann ya estaba en todas partes, Carrasco, titular, aprovechaba cada subida de Fuchs, Giménez, sorpresa del once, era un muro más que el Leicester se encontraba en su camino al área. Sobre todo un futbolista, Okazaki. Fue el primero en acercarse Oblak, después llegó una jugada rápida entre Mahrez y Vardy y más tarde el gol. Fue de Saúl. La Champions es su territorio. Allá donde hace dos años vivió su peor momento, aquel golpe en el riñón, aquí es donde está escribiendo su nombre en grande. El año pasado en la semifinal ante el Bayern, Saúl. Estos octavos en Alemania ante el Leverkusen, Saúl. en Leicester, Saúl. En sí mismo ya es épica. Después de aquel golpe, cada esfuerzo, partido o entrenamiento era orinar sangre, rojo. Nada lo notó. Sólo lo sufría. Eso hace aún más grande todo lo que logra. A partir de ese momento, todo lo que ocurría en el campo pasaba a su alrededor. El Atleti era maquinaria perfecta. Jugaba fácil, como sin rival, el Leicester ya no estaba. Hasta la segunda parte no se recuperó del golpe. Pero cómo.
Necesitaba tres goles, si no cogía el partido por la pechera estaba fuera, el Atleti le había pinchado el sueño. Shakespeare como los planes A (carreras de Vardy) y B (córners a Morgan) pasó al C. Hizo dos cambios al descanso. Introdujo a Chiwell por Benalouane, su defensa más flojo, y a Ulloa por Okazaki. El Leicester se hizo vertical, Juanfran se rompió, Vardy aprovechó un barullo para hacer un gol con la tibia, Savic se descubrió no sólo como un central soberbio, también como un lateral derecho gigante.
Pero Juanfran sintió en la pierna, salió fuera, y el partido cambió. En el minuto 61’ Vardy había empatado con la tibia y el Atleti, con sus cuatro centrales sobre el campo (Lucas salió por Juanfran) se defendía cada vez más cerca de Oblak. Entonces, comenzó el asedio, las uñas mordidas, el tiempo del Leicester. Cada ocasión era un zarpazo. Una falta de Mahrez. Un casi de Vardy. Era otro de los planes de Shakespeare. Que el Atleti se encerrara, bombardearle a balones aéreos. Mientras, Simeone perdía a otro hombre, Filipe, por otra lesión. Pero en el área contraria, Shakespeare perdía al capitán Morgan, que se rompió. Con la entrada de Torres, el campo volvió a equilibrarse y el reloj llegó al noventa sin sobresalto, sin otro gol del Leicester, ni mucho menos un tercero que empatara la eliminatoria, que se interpusiera entre el Atleti y la semifinal.
Ese Atleti del Cholo que, desde Milán, cogió camino a Cardiff. La senda de los alemanes lo llama el Cholo. Dale, dale, dale, que llega. En realidad ya está ahí, tan cerca. 180 minutos, nada. Este Atleti del Cholo. Lo dicho, prohibido cerrar los ojos.
Patricia Cazón
As
Este Atleti no se cansa de hacer historia. No cierren los ojos. Quizá esta sí sea la definitiva. Cardiff. Eso quieren, por eso juegan, y están dispuestos a morir incluso sobre un campo de fútbol por alcanzarla: saben que eso es vida. En el King Power Stadium lo demostraron. Hasta a Leicester, lugar de gestas, le hizo hincar la rodilla. Ante este equipo, el Atleti del Cholo, capaz de llegar a tres semifinales de las últimas cuatro Champions. Pero no sin su pequeña ración de sufrimiento. Y eso que el Atleti ya ganaba desde el minuto 26’ 1-0.
Mediada la segunda, Vardy ya había empatado y cada jugada del Leicester terminaba en remate. La entrada de Ulloa, tras el descanso, le había dado verticalidad. El Atleti, mientras, fue dando pasos hacia atrás hasta que atrás no había nada más que la portería de Oblak. Había tardado en presentarse, pero el Leicester que ganó la Premier League ya estaba en estos cuartos. Y llevaba dientes en las botas.
Lo del inicio parecía que formaba parte de otro partido. Salió el Leicester a no perder tiempo, pero con el mismo plan que en Madrid: balones en largo a las contras de Vardy. Su final también. El corpachón de Savic. Morgan, de vuelta para amenazar cada córner con su altura y corpulencia, futbolista es, boxeador parece, estaba pero cojeaba. Quince minutos pasaron hasta que pasó algo.
El Atleti ya tenía el balón, Griezmann ya estaba en todas partes, Carrasco, titular, aprovechaba cada subida de Fuchs, Giménez, sorpresa del once, era un muro más que el Leicester se encontraba en su camino al área. Sobre todo un futbolista, Okazaki. Fue el primero en acercarse Oblak, después llegó una jugada rápida entre Mahrez y Vardy y más tarde el gol. Fue de Saúl. La Champions es su territorio. Allá donde hace dos años vivió su peor momento, aquel golpe en el riñón, aquí es donde está escribiendo su nombre en grande. El año pasado en la semifinal ante el Bayern, Saúl. Estos octavos en Alemania ante el Leverkusen, Saúl. en Leicester, Saúl. En sí mismo ya es épica. Después de aquel golpe, cada esfuerzo, partido o entrenamiento era orinar sangre, rojo. Nada lo notó. Sólo lo sufría. Eso hace aún más grande todo lo que logra. A partir de ese momento, todo lo que ocurría en el campo pasaba a su alrededor. El Atleti era maquinaria perfecta. Jugaba fácil, como sin rival, el Leicester ya no estaba. Hasta la segunda parte no se recuperó del golpe. Pero cómo.
Necesitaba tres goles, si no cogía el partido por la pechera estaba fuera, el Atleti le había pinchado el sueño. Shakespeare como los planes A (carreras de Vardy) y B (córners a Morgan) pasó al C. Hizo dos cambios al descanso. Introdujo a Chiwell por Benalouane, su defensa más flojo, y a Ulloa por Okazaki. El Leicester se hizo vertical, Juanfran se rompió, Vardy aprovechó un barullo para hacer un gol con la tibia, Savic se descubrió no sólo como un central soberbio, también como un lateral derecho gigante.
Pero Juanfran sintió en la pierna, salió fuera, y el partido cambió. En el minuto 61’ Vardy había empatado con la tibia y el Atleti, con sus cuatro centrales sobre el campo (Lucas salió por Juanfran) se defendía cada vez más cerca de Oblak. Entonces, comenzó el asedio, las uñas mordidas, el tiempo del Leicester. Cada ocasión era un zarpazo. Una falta de Mahrez. Un casi de Vardy. Era otro de los planes de Shakespeare. Que el Atleti se encerrara, bombardearle a balones aéreos. Mientras, Simeone perdía a otro hombre, Filipe, por otra lesión. Pero en el área contraria, Shakespeare perdía al capitán Morgan, que se rompió. Con la entrada de Torres, el campo volvió a equilibrarse y el reloj llegó al noventa sin sobresalto, sin otro gol del Leicester, ni mucho menos un tercero que empatara la eliminatoria, que se interpusiera entre el Atleti y la semifinal.
Ese Atleti del Cholo que, desde Milán, cogió camino a Cardiff. La senda de los alemanes lo llama el Cholo. Dale, dale, dale, que llega. En realidad ya está ahí, tan cerca. 180 minutos, nada. Este Atleti del Cholo. Lo dicho, prohibido cerrar los ojos.