Un doble 9 que jugó separado

Benedetto y Bou compartieron más de media hora sin marcar diferencias: el Pipa se movió como puntero izquierdo.

Olé
Que la acumulación de delanteros no garantiza un equipo más ofensivo y que la suma de goleadores no multiplica los goles son dos sentencias tan antiguas como el mismo fútbol. De todas maneras, el presente de Darío Benedetto y Walter Bou le generó a Guillermo Barros Schelotto una obligación tácita de juntar a los dos nueve, a pesar de que el entrenador de Boca tiene la convicción de jugar con un solo centrodelantero y un puntero por cada costado del ataque. La efectividad de ambos en el verano, más la necesidad de lograr un triunfo contra Talleres para despegarse aún más de San Lorenzo y Newell’s en la cima del campeonato, disparó la lógica reacción del Mellizo cuando Junior Benítez salió lesionado: lo mandó a Bou a la cancha.


Sin embargo, posicionalmente nunca hubo doble 9. El cambio de Guillermo casi le sale perfecto de inmediato, ya que siete minutos después de haber ingresado Bou metió una media vuelta de zurda (tras un centro de Fabra) en el palo izquierdo de Herrera. El hermano de Gustavo también aportó su potencia y voracidad habitual, pero la propia ansiedad de Boca fue cerrando los caminos, Benedetto se perdió en la posición que dejó Junior en la banda y el 2-1 de Talleres embarró más el juego colectivo. Entonces, tanto el Pipa como Bou chocaron contra la defensa cordobesa en intentos individuales o intentaron meter un bombazo salvador desde afuera del área.

Es evidente que el Melli no está tan errado en su visión de que los dos nueve no pueden jugar juntos: cumplen el mismo rol aunque tengan diferentes características técnicas. Se chocan casi inevitablemente en sus movimientos o alguno ocupa un lugar incómodo. Ayer le tocó al Pipa.

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