Trump intenta aplacar los recelos de Irak hacia Estados Unidos

En su primera reunión con el primer ministro iraquí, el presidente promete derrotar al ISIS

Joan Faus
Washington, El País
Tras disparar la tensión, Donald Trump rebaja el tono y se impone el pragmatismo. Como con otros países, esta es la secuencia que ha seguido la relación del nuevo Gobierno de Estados Unidos con Irak. Bajo ese ambiente, Trump se reunió este lunes por primera vez con el primer ministro iraquí, Haidar al Abadi, en la Casa Blanca e intentó calmar los recelos de Bagdad ante la nueva presidencia. El encuentro se centró en la estrategia contra el Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés), una vez que el Ejército iraquí recupere Mosul de manos yihadistas. Al Abadi asistirá el miércoles a una cumbre en Washington de la coalición de países que participan en la lucha contra el ISIS.


En unas breves declaraciones a la prensa, Trump dijo que Al Abadi está haciendo un “gran trabajo” y manifestó el compromiso de EE UU en la lucha contra el ISIS, al que prometió derrotar. El presidente volvió a criticar la retirada en 2011 de las tropas estadounidenses en Irak porque creó un “vacío” que encumbró el auge yihadista. Al Abadi, por su parte, abogó por reforzar la cooperación con Washington y destacó el liderazgo iraquí en la campaña contra el ISIS.

Irán —que ha aumentado su influencia en Irak en los últimos años y que mantiene una buena relación con la cúpula chií que gobierna el país— fue presumiblemente otro asunto central de la reunión. Ante la prensa, Trump censuró el acuerdo nuclear con Teherán impulsado por el expresidente Barack Obama pese a que su gobierno ha descartado por ahora salirse del pacto.

En una conversación telefónica en febrero con Al Abadi, Trump habló de la “amenaza” iraní en la región. Pero a los pocos días, el primer ministro dijo que su Gobierno se quedará al margen de conflictos regionales o internacionales porque “llevarían a desastres”.

Durante la campaña electoral, al republicano Trump le gustaba decir que él se opuso a la invasión de Irak en 2003, lo cual nunca se ha demostrado. Sostenía que fue de los primeros en prever el precipicio en el que evolucionaría la guerra. El argumento le servía para criticar al expresidente republicano George W. Bush, que promovió la invasión, y a la candidata demócrata Hillary Clinton, que votó a favor de la misma. El magnate inmobiliario ponía Irak como ejemplo del fracaso de Washington de intentar imponer la democracia en Oriente Próximo.

Como presidente, Trump ha seguido incomodando a Irak. Ha criticado la inversión millonaria estadounidense en intentar estabilizar el país. Y ha dicho que el ISIS no hubiese irrumpido si EE UU hubiera tomado el control de las reservas petroleras iraquíes tras el fin de la intervención militar en 2011.
Veto migratorio

Pero, sobre todo, lo que más ha molestado a Irak fue su inclusión en el primer veto migratorio aprobado por Trump a finales de enero y que fue paralizado por la justicia. Era una de las siete nacionalidades que tenían prohibido entrar temporalmente a EE UU alegando motivos de seguridad.

La presión de Al Abadi, que se quejó a Trump, y de la cúpula militar y diplomática estadounidense llevaron al presidente a rectificar. Irak quedó excluido del segundo veto migratorio, que debía entrar en vigor la semana pasada pero que volvió a ser frenado en los tribunales.

EE UU cuenta con 5.000 militares en Irak como parte de su campaña contra el ISIS. La cooperación con Bagdad es muy estrecha. Desde el Pentágono y el Departamento de Estado se temía que el decreto amenazara el entendimiento con el Gobierno de Al Abadi y diera alas a sectores más cercanos a Irán que pudieran atizar tensiones sectarias.

Para algunos expertos, a Trump le conviene mostrarse conciliador. “Si la Administración continúa ofendiendo gravemente a los iraquíes, no puede esperar que moderados como Al Abadi continúen resistiendo a la presión iraní”, escribió en un artículo reciente Michael Knights, analista del Washington Institute.

Entradas populares