Tillerson suaviza en China su lenguaje sobre Corea del Norte
EE UU "colaborará" con China para persuadir a Pyongyang de que se desarme, asegura
Macarena Vidal Liy
Pekín, El País
El tono de las declaraciones de Rex Tillerson sobre Corea del Norte este sábado en Pekín ha sido muy diferente del agresivo que utilizó en los últimos dos días en Tokio y Seúl, las etapas previas de su gira asiática. Tras su reunión con el ministro chino de Exteriores, Wang Yi, el secretario de Estado entró en modo conciliador y, empleando un lenguaje diplomático tradicional, aseguró que Estados Unidos colaborará con China y hará “todo lo posible” para persuadir a Pyongyang para que abandone su programa de armamento. No obstante, subrayó que la amenaza que representa el régimen norcoreano ha alcanzado ya “niveles peligrosos”.
Las palabras del jefe de la diplomacia estadounidense rebajan el mensaje amenazador que había utilizado la víspera. Entonces, en Seúl, parecía haber amenazado con un ataque preventivo contra Corea del Norte al asegurar que todas las opciones, incluida la militar, “están sobre la mesa” si Washington percibía la posibilidad de una acción del norte que pusiera en peligro al sur o a sus propias tropas.
A la retórica hostil se sumaba el propio presidente Donald Trump, con un tuit en el que declaraba que el régimen norcoreano “se está portando muy mal” y acusaba a China de no cooperar lo suficiente con EE UU para persuadir al líder de ese país, Kim Jong-un, para que cambie de actitud.
Pero tras su primera reunión cara a cara con miembros del Gobierno chino ese lenguaje apareció más matizado. Quizá a la espera de su conversación con el presidente chino, Xi Jinping, este domingo y quizá por uno de los grandes objetivos de su viaje: allanar los obstáculos y preparar la reunión del mes próximo de los presidentes de ambos países en Ma-a-lago, el club privado de Trump en Florida. Es una reunión que puede servir para tender puentes entre los dos gobiernos después de que durante la campaña electoral y al comienzo de su mandato el presidente estadounidense arremetiera contra China, no solo por su posición hacia Corea del Norte, sino al considerar que su política de exportaciones perjudica la economía estadounidense.
“La relación general China-EEUU necesita de veras más claridad, que solo se puede lograr mediante una reunión entre nuestros dos líderes: una reunión cara a cara”, declaró Tillerson en una entrevista concedida al digital conservador Independent Journal Review antes de llegar a China.
En su rueda de prensa con Wang Yi, el secretario de Estado aseguró que ambos países comparten "un punto de vista común y un sentimiento de que las tensiones en la península ahora mismo están bastante elevadas", también que las cosas han alcanzado un nivel bastante peligroso. “Colaboraremos para ver si podemos llevar al Gobierno de Pyongyang a una posición en la que quieran tomar un rumbo diferente, corregir el rumbo y abandonar el desarrollo de armas nucleares”.
Tillerson no precisó qué tipo de colaboración tenía en mente. La semana pasada Wang Yi propuso un plan según el cual Corea del Norte renunciaría a nuevas pruebas de armamento a cambio de que Estados Unidos y Corea del Sur suspendieran sus maniobras conjuntas anuales, que el régimen de Kim Jong-un percibe como un ensayo para preparar la invasión de su territorio. Ni Pyongyang ni Washington se han mostrado, hasta el momento, especialmente receptivas a la propuesta china.
El ministro, que la semana pasada comparó a Estados Unidos y Corea del Norte con dos trenes a punto de chocar de frente y sin ninguna intención de frenar, reiteró en esta ocasión que la situación se encuentra en una “encrucijada”, pero no se debe permitir que degenere en un conflicto abierto.
Pekín ve con desagrado el programa nuclear norcoreano, pero teme que las presiones excesivas puedan generar un caos en el país vecino que llegue a su frontera. China asegura que ya hace cuanto puede para presionar a su vecino, y el mes pasado anunció un embargo a sus importaciones de carbón norcoreano.
Todas las partes, recordó Wang, tienen la obligación de cumplir las sanciones que ha impuesto la ONU. Pero esos castigos, apuntó, no solucionarán nada por sí solos. Es necesario regresar a la mesa de negociaciones. “Esperamos que todas las partes, incluidos nuestros amigos en Estados Unidos, valoren la situación exhaustivamente y con la cabeza fría y lleguen a una conclusión sensata”, señaló.
Aunque el ministro no aludió directamente al tuit de Trump, sí rechazó sus acusaciones. China, insistió, “ha dedicado una enorme cantidad de tiempo y esfuerzo” para resolver la crisis norcoreana. Son unos esfuerzos que incluyeron el desarrollo en su suelo de conversaciones a seis bandas y que han sido “visibles para todos”, añadió.
Corea del Norte ha amenazado con probar este año un misil de largo alcance con capacidad para alcanzar territorio continental estadounidense. Desde febrero ha lanzado cinco cohetes intermedios hacia el mar de Japón, tres de los cuales alcanzaron aguas bajo dominio nipón.
Macarena Vidal Liy
Pekín, El País
El tono de las declaraciones de Rex Tillerson sobre Corea del Norte este sábado en Pekín ha sido muy diferente del agresivo que utilizó en los últimos dos días en Tokio y Seúl, las etapas previas de su gira asiática. Tras su reunión con el ministro chino de Exteriores, Wang Yi, el secretario de Estado entró en modo conciliador y, empleando un lenguaje diplomático tradicional, aseguró que Estados Unidos colaborará con China y hará “todo lo posible” para persuadir a Pyongyang para que abandone su programa de armamento. No obstante, subrayó que la amenaza que representa el régimen norcoreano ha alcanzado ya “niveles peligrosos”.
Las palabras del jefe de la diplomacia estadounidense rebajan el mensaje amenazador que había utilizado la víspera. Entonces, en Seúl, parecía haber amenazado con un ataque preventivo contra Corea del Norte al asegurar que todas las opciones, incluida la militar, “están sobre la mesa” si Washington percibía la posibilidad de una acción del norte que pusiera en peligro al sur o a sus propias tropas.
A la retórica hostil se sumaba el propio presidente Donald Trump, con un tuit en el que declaraba que el régimen norcoreano “se está portando muy mal” y acusaba a China de no cooperar lo suficiente con EE UU para persuadir al líder de ese país, Kim Jong-un, para que cambie de actitud.
Pero tras su primera reunión cara a cara con miembros del Gobierno chino ese lenguaje apareció más matizado. Quizá a la espera de su conversación con el presidente chino, Xi Jinping, este domingo y quizá por uno de los grandes objetivos de su viaje: allanar los obstáculos y preparar la reunión del mes próximo de los presidentes de ambos países en Ma-a-lago, el club privado de Trump en Florida. Es una reunión que puede servir para tender puentes entre los dos gobiernos después de que durante la campaña electoral y al comienzo de su mandato el presidente estadounidense arremetiera contra China, no solo por su posición hacia Corea del Norte, sino al considerar que su política de exportaciones perjudica la economía estadounidense.
“La relación general China-EEUU necesita de veras más claridad, que solo se puede lograr mediante una reunión entre nuestros dos líderes: una reunión cara a cara”, declaró Tillerson en una entrevista concedida al digital conservador Independent Journal Review antes de llegar a China.
En su rueda de prensa con Wang Yi, el secretario de Estado aseguró que ambos países comparten "un punto de vista común y un sentimiento de que las tensiones en la península ahora mismo están bastante elevadas", también que las cosas han alcanzado un nivel bastante peligroso. “Colaboraremos para ver si podemos llevar al Gobierno de Pyongyang a una posición en la que quieran tomar un rumbo diferente, corregir el rumbo y abandonar el desarrollo de armas nucleares”.
Tillerson no precisó qué tipo de colaboración tenía en mente. La semana pasada Wang Yi propuso un plan según el cual Corea del Norte renunciaría a nuevas pruebas de armamento a cambio de que Estados Unidos y Corea del Sur suspendieran sus maniobras conjuntas anuales, que el régimen de Kim Jong-un percibe como un ensayo para preparar la invasión de su territorio. Ni Pyongyang ni Washington se han mostrado, hasta el momento, especialmente receptivas a la propuesta china.
El ministro, que la semana pasada comparó a Estados Unidos y Corea del Norte con dos trenes a punto de chocar de frente y sin ninguna intención de frenar, reiteró en esta ocasión que la situación se encuentra en una “encrucijada”, pero no se debe permitir que degenere en un conflicto abierto.
Pekín ve con desagrado el programa nuclear norcoreano, pero teme que las presiones excesivas puedan generar un caos en el país vecino que llegue a su frontera. China asegura que ya hace cuanto puede para presionar a su vecino, y el mes pasado anunció un embargo a sus importaciones de carbón norcoreano.
Todas las partes, recordó Wang, tienen la obligación de cumplir las sanciones que ha impuesto la ONU. Pero esos castigos, apuntó, no solucionarán nada por sí solos. Es necesario regresar a la mesa de negociaciones. “Esperamos que todas las partes, incluidos nuestros amigos en Estados Unidos, valoren la situación exhaustivamente y con la cabeza fría y lleguen a una conclusión sensata”, señaló.
Aunque el ministro no aludió directamente al tuit de Trump, sí rechazó sus acusaciones. China, insistió, “ha dedicado una enorme cantidad de tiempo y esfuerzo” para resolver la crisis norcoreana. Son unos esfuerzos que incluyeron el desarrollo en su suelo de conversaciones a seis bandas y que han sido “visibles para todos”, añadió.
Corea del Norte ha amenazado con probar este año un misil de largo alcance con capacidad para alcanzar territorio continental estadounidense. Desde febrero ha lanzado cinco cohetes intermedios hacia el mar de Japón, tres de los cuales alcanzaron aguas bajo dominio nipón.