Pesadilla en Leicester
Morgan y Albrighton dieron la vuelta al 2-1 de la ida y eliminan al Sevilla. Nasri fue expulsado y Schmeichel, héroe local, paró otro penalti (78') evitando la prórroga.
Juan Jiménez
As
Enamorado perdidamente de la Europa League hasta el punto de ganar cinco, la Champions le volvió a dar esquinazo al Sevilla en la maldita noche de Leicester. En un punto físico menor que hace unos meses, con errores individuales impropios como la expulsión imperdonable de Nasri, y desgracias como el tirazo al palo de Escudero y el penalti desperdiciado por Nzonzi que le hubiesen llevado a la prórroga, vivió una pesadilla en las Midlands, que le quedarán marcadas para siempre. Una autoexpulsión y dos penaltis fallados (Correa también tiró a la basura uno en la ida) en una eliminatoria a cara de perro de Champions no dejan escapatoria. En cierto modo, el Sevilla se autodestruyó en el King Power Stadium.
Bien puesto al principio, el Sevilla le pudo meter un estacazo definitivo a los octavos nada más empezar. Nasri apareció por el área y disparó con la derecha. Schmeichel hizo un paradón. La jugada pudo ser más artística y efectiva si el francés hubiera visto el movimiento por detrás de Ben Yedder para dejarla de tacón. Pero el 0-1 se esfumó y lo que pasó en los minutos siguientes, pese a que pareció intrascendente, fue perjudicial para el Sevilla, que entró en un terreno peligroso. Cometió alguna pérdida y animó al Leicester a merodear más y más su área. Iborra cometió una falta sobre Vardy, un demonio, y Morgan se encontró con el centro de Mahrez. El 1-0 puso a arder el King Power Stadium porque, para el minuto 27, el Sevilla ya estaba eliminado. Vitolo se puso al mando de las operaciones. Hubo cinco saques de esquina, un disparo de Ben Yedder fuera y un centro-chut de Mercado otra vez salvado por Schmeichel, pero al descanso el Sevilla se fue perdiendo y con presión.
Sampaoli, siempre expeditivo cuando las cosas no van bien, reaccionó en el descanso. Mariano, recorrido por la derecha, y Jovetic, extrañamente apartado del once inicial (había marcado cuatro goles y había dado otros cuatro de los últimos doce del Sevilla) salieron a ponerle pimienta a un partido que el Leicester se estaba llevando a mordiscos y fe. El Sevilla necesitaba que pasase algo y fue un tirazo de Escudero que describió una parábola preciosa pero se estrelló en el larguero. El golpe fue doble sólo un minuto después cuando Albrighton castigó un despeje bizcochón de Rami para definir con la pierna izquierda. El Sevilla pareció paralizado por la situación. Poco contundente en las disputas, Vardy tuvo el 3-0 en las botas al paso por el minuto 66. El internacional inglés completó un partido memorable. Él solo jugueteó con Pareja y Rami. También salió Correa (que estuvo notable) pero en el Sevilla se percibió desorden.
Vardy remató su partido haciendo picar a Nasri como un juvenil. Le empujó, le provocó y el francés cayó inocentemente en una jugada que marcará su destino en el Sevilla. Orsato le mandó a la calle. Sus compañeros, sin embargo, reaccionaron con una tremenda entereza en el mejor arreón del partido. Entonces, Correa puso un balón precioso a Vitolo, que provocó el penalti de Schmeichel. Hubo dudas. ¿Quién debía lanzarlo? Este año habían fallado Vietto, Correa, Nasri, Jovetic... El balón lo cogió Nzonzi, que casi se lo entregó a Schmeichel en medio de la locura del King Power Stadium que, entonces ya sí, se vio en cuartos. Vardy y Slimani perdonaron el 3-0, Sampaoli fue expulsado por Orsato... El Sevilla trató de ponerse en pie por última vez pero la noche del 14 de marzo, sin embargo, no estaba predestinada para el éxito. Como ante Fenerbahce en 2008 o CSKA en 2010, el final de la escapada volvió a ser en octavos. En la pesadilla de Leicester.
Juan Jiménez
As
Enamorado perdidamente de la Europa League hasta el punto de ganar cinco, la Champions le volvió a dar esquinazo al Sevilla en la maldita noche de Leicester. En un punto físico menor que hace unos meses, con errores individuales impropios como la expulsión imperdonable de Nasri, y desgracias como el tirazo al palo de Escudero y el penalti desperdiciado por Nzonzi que le hubiesen llevado a la prórroga, vivió una pesadilla en las Midlands, que le quedarán marcadas para siempre. Una autoexpulsión y dos penaltis fallados (Correa también tiró a la basura uno en la ida) en una eliminatoria a cara de perro de Champions no dejan escapatoria. En cierto modo, el Sevilla se autodestruyó en el King Power Stadium.
Bien puesto al principio, el Sevilla le pudo meter un estacazo definitivo a los octavos nada más empezar. Nasri apareció por el área y disparó con la derecha. Schmeichel hizo un paradón. La jugada pudo ser más artística y efectiva si el francés hubiera visto el movimiento por detrás de Ben Yedder para dejarla de tacón. Pero el 0-1 se esfumó y lo que pasó en los minutos siguientes, pese a que pareció intrascendente, fue perjudicial para el Sevilla, que entró en un terreno peligroso. Cometió alguna pérdida y animó al Leicester a merodear más y más su área. Iborra cometió una falta sobre Vardy, un demonio, y Morgan se encontró con el centro de Mahrez. El 1-0 puso a arder el King Power Stadium porque, para el minuto 27, el Sevilla ya estaba eliminado. Vitolo se puso al mando de las operaciones. Hubo cinco saques de esquina, un disparo de Ben Yedder fuera y un centro-chut de Mercado otra vez salvado por Schmeichel, pero al descanso el Sevilla se fue perdiendo y con presión.
Sampaoli, siempre expeditivo cuando las cosas no van bien, reaccionó en el descanso. Mariano, recorrido por la derecha, y Jovetic, extrañamente apartado del once inicial (había marcado cuatro goles y había dado otros cuatro de los últimos doce del Sevilla) salieron a ponerle pimienta a un partido que el Leicester se estaba llevando a mordiscos y fe. El Sevilla necesitaba que pasase algo y fue un tirazo de Escudero que describió una parábola preciosa pero se estrelló en el larguero. El golpe fue doble sólo un minuto después cuando Albrighton castigó un despeje bizcochón de Rami para definir con la pierna izquierda. El Sevilla pareció paralizado por la situación. Poco contundente en las disputas, Vardy tuvo el 3-0 en las botas al paso por el minuto 66. El internacional inglés completó un partido memorable. Él solo jugueteó con Pareja y Rami. También salió Correa (que estuvo notable) pero en el Sevilla se percibió desorden.
Vardy remató su partido haciendo picar a Nasri como un juvenil. Le empujó, le provocó y el francés cayó inocentemente en una jugada que marcará su destino en el Sevilla. Orsato le mandó a la calle. Sus compañeros, sin embargo, reaccionaron con una tremenda entereza en el mejor arreón del partido. Entonces, Correa puso un balón precioso a Vitolo, que provocó el penalti de Schmeichel. Hubo dudas. ¿Quién debía lanzarlo? Este año habían fallado Vietto, Correa, Nasri, Jovetic... El balón lo cogió Nzonzi, que casi se lo entregó a Schmeichel en medio de la locura del King Power Stadium que, entonces ya sí, se vio en cuartos. Vardy y Slimani perdonaron el 3-0, Sampaoli fue expulsado por Orsato... El Sevilla trató de ponerse en pie por última vez pero la noche del 14 de marzo, sin embargo, no estaba predestinada para el éxito. Como ante Fenerbahce en 2008 o CSKA en 2010, el final de la escapada volvió a ser en octavos. En la pesadilla de Leicester.