El Athletic se gusta en el derbi

El equipo de Valverde se pone a 4 puntos de la Real en la tabla. Se quitó la psicosis fuera en el mejor escenario posible. Marcó Raúl García, de penalti, y Williams tras un fallo de Odriozola.

Alfonso Herrán
As
El Athletic se fue de Anoeta a lo grande: con victoria, la Real a cuatro puntos (a uno del Villarreal aunque con un encuentro más) y el sueño de Champions no tan en la utopía. Y, de paso, con Beñat en el podio de un estadio que no es uno más. No dejó navegar a un rival habitualmente abanderado por su centro del campo. Fue un derbi muy marchoso, con el equipo de Valverde ordenado, verticalísimo, alegre en la circulación, sin disidentes y hasta con más fervor que la Real. Solo Munian parecía desenchufado. Esta vez, ante un duelo de rivalidad provincial, con la meta europea en el horizonte, sí hubo conjura rojiblanca a domicilio, con un bloque enorme en la lectura de juego, cuando pulsó el botón de pausa o activó el de hipervelocidad… Se acabó la psicosis lejos del abrigo de San Mamés. En el mejor escenario posible.


Valverde hizo una declaración de intenciones desde el once de salida: Arrizabalaga, sin más demora, a anidar bajo el marco. Es su apuesta y no está para rodajes postraumáticos. Es un talismán, tiene flor y el cariño de la afición. El chaval metió una buena mano en un remate a bocajarro pero tuvo dos errores gruesos en la periferia del área pequeña. Sí prefirió reservar de salida a Aduriz, por la lluvia incesante y lo rápido que estaba el campo, ya que ahí se mueve como un cohete Williams, anclado de nueve. Había siete canteranos a un lado, el local, y nueve al otro. Échale un galgo, 16 entre ambos equipos, a ver quién puede pintar un cuadro parecido.

El derbi comenzó a todo tren, con la invitación de la humedecida alfombra de Anoeta a desbocarse con el balón. Se sentía a gusto ahí el Athletic, aunque el primer aviso fue txuri-urdin: Kepa hizo un recorte y control hacia dentro para cogerla en el área en el minuto diez, pero no le salió bien y ese recurso originó una ocasión de peligro por parte de Juanmi, que fue rápido a la presión. Todo discurrió muy igualado hasta pasado el primer cuarto de hora, cuando los visitantes agarraron las correas del derbi y galoparon a su lomo. Los triángulos de la sala de máquinas Xabi Prieto, Zurutuza e Illarramendi sostenían un pulso precioso con Beñat, San José y Raúl García. El momento más feliz del Athletic estaba por llegar. En el minuto 17, una peinada de Raúl García tras pase largo dejó un lujo de pelota a Beñat, que se la devolvió y obligó a paradón de Rulli, tras sacar el pie como si tuviera una pierna extensible. Con la posesión, los leones hicieron sufrir a la Real, porque este equipo con sello Eusebio padece sin balón. Cinco minutos después ambos protagonistas se aliaron de nuevo en una falta, pero el balón salió fuera por estrecho margen. Lo rondaba el Athletic, cuando otros días no gritaba ni ese uyyy.

Una mano clara de Illarra permitió al omnipresente Beñat sacar de nuevo un balón que peinó Laporte y llegó a Yeray; Xabi Prieto metió un pie absurdo y provocó un penalti tonto. Rulli pisó el punto de penalti para despistar a Raúl García, pero este, con cierta fortuna porque casi se la caza el meta argentino, embocó. Portazo a casi 500 minutos sin ver puerta fuera en Liga. En jugada iba casi una vuelta, faltaba una semana, desde el Bernabéu (Lekue), pero ese es otro cantar.

La Real salió más convencida en el segundo tiempo. El Athletic se palpaba e intuía que había que parar el partido, que Beñat y San José, gran trabajo del navarro, aglutinasen el juego, porque el enemigo crecía desde la posesión. El primero avanzó unos metros para aparecer más y tratar de cincelar esos últimos pases. Colonizó el eje del campo y poco a poco fue moldeando un conjunto redondo. Estaba pendiente la carta de Aduriz y su poder de magnetismo en piel propia e intimidatorio en la ajena. Frente a eso, la Real dejó sensación de que depende mucho de Zurutuza.

Una cesión horrible de Odriozola habilitó a Williams, listo y escurridizo como una anguila, para robarla y firmar un golazo. Había que meterla. El canterano es un pésimo vecino: ha marcado dos a la Real este año y uno al Eibar, ese es su botín de tres goles. Aduriz salió para la media hora final, para meter pausa, aguantar y generar faltas. Después se posó a ras de césped, en forma de ocasiones de gol, el vendaval que arreció y andaba de gira por todo el estadio. El propio Iñaki tiró un caño a Iñigo Martínez, al que le venían todos los aviones, y el cuero golpeó en Navas, que involuntariamente mandó al poste golpeó. Poco después Aduriz encaró a Iñigo y otra vez negó la madera, no alcanzó el rechace Williams por poco. En el minuto 71, Anoeta se encendió por una muy leve carga de Navas sobre Bóveda en el área al rematar un gol que no fue dado por válido. Del convoy de Eusebio solo había al final migas. Como un remate de Iñigo al larguero tras córner. Escaso material contra un Athletic bien sostenido en el andamio del medio campo.

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