Desproporción es injusticia

Si el reglamento establece que la suspensión puede ir de dos a cuatro supone entonces que el grado de infracción tiene matices. Entonces la pregunta es sencilla: ¿cuánto le hubiesen dado si el árbitro lo echaba o cuánto lo hubieran sancionado si el jugador era informado?

Diego Macias @ddmacias
dmacias@ole.com.ar
Olé
La dureza de la sanción convierte el insulto de Messi en un nimiedad. La desproporción entre la acción y su consecuencia transforma en injusta una suspensión que se enmarca en lo legal. Messi no debió insultar y debía bancarse que pudiera ocurrir algún informe.


Si el reglamento establece que la suspensión puede ir de dos a cuatro supone entonces que el grado de infracción tiene matices. Entonces la pregunta es sencilla: ¿cuánto le hubiesen dado si el árbitro lo echaba o cuánto lo hubieran sancionado si el jugador era informado?

Los antecedentes de Luis Suárez y su mordida histórica o el dedo en el cola de Jara a Cavani no son comparables tan linealmente. Entre otras cosas, porque las víctimas denunciaron el tema y el línea del partido con Chile insiste no haber entendido que lo insultaba.

Ser el mejor del mundo no lo excede de cumplir las reglas. Pero tampoco lo convierte en merecedor de sanciones desproporcionadas. Y el mecanismo de la FIFA no hace otra cosa que darle pie a que las especulaciones tengan más lugar de ser creíbles. Si pesó el faltazo de Messi a los premios The Best, si la paupérrima transición de la AFA fue un factor, si también debe leerse como una señal de autoridad desde Zurich...

La herida no será gratuita. Ni para Messi, ni para la Argentina, ni para la FIFA.

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