Crece la presión a Trump para que demuestre o retire su acusación de espionaje a Obama
El Departamento de Justicia pide más tiempo para determinar si hay documentos que avalen la inculpación del presidente
Joan Faus
Washington, El País
Donald Trump ha comprobado que, como presidente, su afición a lanzar acusaciones incendiarias en Twitter puede acarrearle problemas. Una semana después de acusar al expresidente Barack Obama de grabar sus comunicaciones antes de las elecciones de noviembre, ni Trump ni su equipo han presentado pruebas que lo respalden.
El presidente pidió al Congreso que investigue la imputación, pero crece la presión de legisladores de su propio partido, el republicano, que le piden que demuestre la inculpación o la retire. El calendario aprieta: el comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes solicitó al Departamento de Justicia haber recibido este lunes pruebas de que, como alega Trump, se pincharon los teléfonos de sus oficinas en Nueva York.
Pero Justicia pidió “tiempo adicional” a los legisladores y cuestionó la acusación de Trump al asegurar, en un comunicado, que tiene que revisar la petición y “determinar qué documentos, si es que los hay, podrían existir”.
El portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, trató este lunes de matizar la acusación del presidente al asegurar que no hablaba de un pinchazo, como escribió en Twitter, sino de prácticas generales de espionaje, pero tampoco ofreció ninguna prueba que las demuestren.
El serial ha descolocado a la Casa Blanca, que ha tenido que negar que Trump esté siendo investigado por los contactos entre su equipo y Rusia durante la campaña electoral. El FBI y varios comités del Congreso están indagando en esos contactos.
También ha propiciado polémicas dialécticas. Kellyanne Conway, consejera del presidente, admitió este lunes no tener “ninguna evidencia” sobre sus últimas especulaciones acerca de cómo se podría haber espiado la Torre Trump. “No estoy en el trabajo de tener evidencias. Eso es para lo que son las investigaciones”, dijo en una ronda de entrevistas televisivas.
En otra entrevista el fin de semana, a una pregunta sobre si podía confirmar la acusación de Trump a Obama, Conway respondió que hay “muchas maneras” de espiar. Por ejemplo, esgrimió, a través de teléfonos, televisores o microondas en una supuesta referencia a las técnicas de la CIA reveladas por Wikileaks. Pero este lunes matizó sus palabras y sostuvo que era un comentario genérico: “No soy Inspector Gadget. No creo que la gente esté usando un microondas para espiar a la campaña Trump”.
Conway destacó que los comités de la Cámara y el Senado que están analizando los presuntos contactos entre Trump y Rusia explorarán también la acusación de espionaje lanzada por el presidente.
El próximo lunes, se inician las comparecencias sobre Rusia en la Cámara y una de ellas puede ser determinante: la del director del FBI, James Comey. El jefe policial pidió al Departamento de Justicia que negara la acusación de espionaje lanzada por Trump contra Obama, pero no lo ha hecho. La petición de Comey la filtró su entorno, pero es una incógnita si él la repetirá públicamente, en lo que sería un desaire al nuevo presidente.
Impaciencia republicana
Ante la ausencia de pruebas sobre el espionaje telefónico, crece la impaciencia de los legisladores. “El presidente tiene dos opciones: retractarse o facilitar la información que el pueblo americano se merece”, dijo el domingo a la cadena CNN el senador republicano John McCain, presidente del comité de servicios armados y crítico habitual de los exabruptos de Trump. “No tengo ninguna razón para creer que la acusación es verdadera, pero también creo que el presidente de Estados Unidos podría aclarar esto en un minuto”.
En otra entrevista, a la cadena FOX, el senador republicano Roy Blunt, responsable del comité normativo, recordó que Trump podría contactar directamente a las agencias de inteligencia para corroborar su acusación en vez de pedir al Congreso que la investigue. “El presidente mismo podría hacer esa pregunta”, dijo Blunt.
En paralelo, dos senadores del comité judicial, el republicano Lindsey Graham y el demócrata Sheldon Whitehouse, han pedido al FBI y al Departamento de Justicia “copias de cualquier orden judicial” relacionada con la intercepción de comunicaciones de Trump, su campaña o su rascacielos en Nueva York.
Trump no ha vuelto hablar del supuesto espionaje telefónico desde que lanzó la acusación, el 4 de marzo, en una serie de mensajes en Twitter con los que presumiblemente buscaba que se dejara de hablar de las polémicas reuniones entre el fiscal general, Jeff Sessions, y el embajador ruso en Washington. Antes de asumir la presidencia, el republicano atacó a las agencias de inteligencia después de que acusaran a Rusia de querer ayudarle electoralmente con el robo de correos del Partido Demócrata.
Al margen de Comey, las únicas reacciones que ha habido en el entorno de la comunidad de inteligencia han sido para desacreditar la acusación de Trump. James Clapper, que fue director nacional de inteligencia hasta la investidura de Trump, dijo no tener constancia de que el Gobierno Obama hubiese pedido una orden judicial para poder instalar sistemas de espionaje en la Torre Trump de Nueva York. Esa fue la acusación que lanzó Trump tras leerlo en medios de comunicación conservadores, que tampoco ofrecieron prueba alguna.
Joan Faus
Washington, El País
Donald Trump ha comprobado que, como presidente, su afición a lanzar acusaciones incendiarias en Twitter puede acarrearle problemas. Una semana después de acusar al expresidente Barack Obama de grabar sus comunicaciones antes de las elecciones de noviembre, ni Trump ni su equipo han presentado pruebas que lo respalden.
El presidente pidió al Congreso que investigue la imputación, pero crece la presión de legisladores de su propio partido, el republicano, que le piden que demuestre la inculpación o la retire. El calendario aprieta: el comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes solicitó al Departamento de Justicia haber recibido este lunes pruebas de que, como alega Trump, se pincharon los teléfonos de sus oficinas en Nueva York.
Pero Justicia pidió “tiempo adicional” a los legisladores y cuestionó la acusación de Trump al asegurar, en un comunicado, que tiene que revisar la petición y “determinar qué documentos, si es que los hay, podrían existir”.
El portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, trató este lunes de matizar la acusación del presidente al asegurar que no hablaba de un pinchazo, como escribió en Twitter, sino de prácticas generales de espionaje, pero tampoco ofreció ninguna prueba que las demuestren.
El serial ha descolocado a la Casa Blanca, que ha tenido que negar que Trump esté siendo investigado por los contactos entre su equipo y Rusia durante la campaña electoral. El FBI y varios comités del Congreso están indagando en esos contactos.
También ha propiciado polémicas dialécticas. Kellyanne Conway, consejera del presidente, admitió este lunes no tener “ninguna evidencia” sobre sus últimas especulaciones acerca de cómo se podría haber espiado la Torre Trump. “No estoy en el trabajo de tener evidencias. Eso es para lo que son las investigaciones”, dijo en una ronda de entrevistas televisivas.
En otra entrevista el fin de semana, a una pregunta sobre si podía confirmar la acusación de Trump a Obama, Conway respondió que hay “muchas maneras” de espiar. Por ejemplo, esgrimió, a través de teléfonos, televisores o microondas en una supuesta referencia a las técnicas de la CIA reveladas por Wikileaks. Pero este lunes matizó sus palabras y sostuvo que era un comentario genérico: “No soy Inspector Gadget. No creo que la gente esté usando un microondas para espiar a la campaña Trump”.
Conway destacó que los comités de la Cámara y el Senado que están analizando los presuntos contactos entre Trump y Rusia explorarán también la acusación de espionaje lanzada por el presidente.
El próximo lunes, se inician las comparecencias sobre Rusia en la Cámara y una de ellas puede ser determinante: la del director del FBI, James Comey. El jefe policial pidió al Departamento de Justicia que negara la acusación de espionaje lanzada por Trump contra Obama, pero no lo ha hecho. La petición de Comey la filtró su entorno, pero es una incógnita si él la repetirá públicamente, en lo que sería un desaire al nuevo presidente.
Impaciencia republicana
Ante la ausencia de pruebas sobre el espionaje telefónico, crece la impaciencia de los legisladores. “El presidente tiene dos opciones: retractarse o facilitar la información que el pueblo americano se merece”, dijo el domingo a la cadena CNN el senador republicano John McCain, presidente del comité de servicios armados y crítico habitual de los exabruptos de Trump. “No tengo ninguna razón para creer que la acusación es verdadera, pero también creo que el presidente de Estados Unidos podría aclarar esto en un minuto”.
En otra entrevista, a la cadena FOX, el senador republicano Roy Blunt, responsable del comité normativo, recordó que Trump podría contactar directamente a las agencias de inteligencia para corroborar su acusación en vez de pedir al Congreso que la investigue. “El presidente mismo podría hacer esa pregunta”, dijo Blunt.
En paralelo, dos senadores del comité judicial, el republicano Lindsey Graham y el demócrata Sheldon Whitehouse, han pedido al FBI y al Departamento de Justicia “copias de cualquier orden judicial” relacionada con la intercepción de comunicaciones de Trump, su campaña o su rascacielos en Nueva York.
Trump no ha vuelto hablar del supuesto espionaje telefónico desde que lanzó la acusación, el 4 de marzo, en una serie de mensajes en Twitter con los que presumiblemente buscaba que se dejara de hablar de las polémicas reuniones entre el fiscal general, Jeff Sessions, y el embajador ruso en Washington. Antes de asumir la presidencia, el republicano atacó a las agencias de inteligencia después de que acusaran a Rusia de querer ayudarle electoralmente con el robo de correos del Partido Demócrata.
Al margen de Comey, las únicas reacciones que ha habido en el entorno de la comunidad de inteligencia han sido para desacreditar la acusación de Trump. James Clapper, que fue director nacional de inteligencia hasta la investidura de Trump, dijo no tener constancia de que el Gobierno Obama hubiese pedido una orden judicial para poder instalar sistemas de espionaje en la Torre Trump de Nueva York. Esa fue la acusación que lanzó Trump tras leerlo en medios de comunicación conservadores, que tampoco ofrecieron prueba alguna.