Colin Powell recomienda a México “no dejarse pisotear” en las negociaciones con Trump

El ex secretario de Estado republicano defiende el valor de la inmigración y dice comprender el enojo mexicano con la nueva Administración estadounidense

Ignacio Fariza
Acapulco, El País
Las múltiples almas del Partido Republicano son hoy más visibles que nunca. Pocas horas antes de que Donald Trump se viese obligado a retirar su propuesta de reforma sanitaria, una de las medidas estrella de su presidencia, el exsecretario de Estado de EE UU con George Bush hijo, Colin Powell, dejaba al descubierto esta policefalia en las filas conservadoras. En un discurso muy crítico con el nuevo inquilino de la Casa Blanca, Powell ha arremetido en Acapulco contra el giro en la política migratoria y comercial y ha instado a las autoridades mexicanas que no afronten las conversaciones con sus pares estadounidenses "desde una posición de inferioridad". "Recuerden a la hora de negociar que son un país soberano; no dejen que nadie les pisotee en la negociación", ha recomendado en la clausura del cónclave anual de la banca en el país norteamericano.


"El pueblo mexicano está muy molesto con EE UU por lo que Trump ha dicho y eso. Y yo me sentiría igual", ha afirmado. "Pero espero que esa emoción se module y que el presidente se de cuenta de que insultando no hace amigos. Va a tener que cambiar si quiere tener éxito; no podrá cumplir las promesas que hizo". Como otras figuras republicanas de primera línea –Hank Paulson o Brent Scowcroft, entre otros–, Powell se inclinó por la demócrata Hillary Clinton en las elecciones de noviembre. "Como negro, me sentí insultado por Trump en la campaña", ha asegurado este viernes.

Hijo de inmigrantes jamaicanos que emigraron a Nueva York en busca de un futuro económico mejor, Powell encarna a la perfección el ideal americano. En su caso, el principio de igualdad de oportunidades y el ascensor social funcionaron a la perfección: se crió en el Harlem de los años cuarenta y cincuenta, un barrio en el que la ciudad de los rascacielos mostraba su cara más cruda; estudió en la escuela pública –"gracias al dinero de los contribuyentes"– e hizo una brillante carrera militar que acabó convirtiéndolo en el máximo representante estadounidense en política exterior. "Me enoja cuando algunos de mis amigos me dicen que tenemos que mantener América para los americanos", ha reconocido entre aplausos. "Sin la inmigracion, este país [EE UU] cerraría. Su presencia nos enriquece. Solo entiendo esa riqueza podremos seguir liderando el mundo libre".

A pocas semanas de cumplir 80 años, el general Powell está plenamente en forma. Caminando sin parar de un lado a otro del escenario, bien podría tratarse de un recién jubilado. En discurso mezcla los postulados del ala moderada del Partido Republicano, que ve en Trump un peligroso advenedizo, con la experiencia de alguien que ha sido consejero de Segurida Nacional o principal asesor del presidente de EE UU en materia militar. "El mundo ha cambiado mucho desde que yo entré en el Ejército hace 60 años", ha admitido. "Pero soy perpetuamente optimista, ¿qué otro camino hay para seguir en la vida? EE UU ha pasado tiempos mucho más difíciles que estos". Nada que ver con el país que el magnate saca a relucir en sus intervenciones –y, sobre todo, en sus tuits–. "No todo es populismo en EE UU, todavía hay liberalismo", ha subrayado Powell al tiempo que recordaba que Clinton y no Trump ganó en voto popular por más de tres millones de sufragios.

Peso pesado de la Administración Bush, Powell quedó marcado por sus justificaciones de la guerra de Irak en base a la supuesta existencia de armas de destrucción bajo control del régimen de Sadam Husein. Con Corea del Norte, el país con el que EE UU mantiene mayor tensión militar hoy, el ex secretario de Estado llama a la calma. "No creo que los coreanos ataquen. Tienen 10 o 20 armas nucleares y nosotros miles. Saben que no pueden ganar un conflicto de este tamaño. Y China tampoco les va a dejar empezar una guerra: no quiere ver destruido al país que hace las veces de colchón entre ellos y Corea del Sur", ha subrayado. "Problemas de este tipo tienen que atenderse desde una perspectiva de coalición. Por eso es tan importante contar con aliados".

En esa política de alianzas a la que apela Powell, México ocupa una posición estratégica. "Hay muchos estadounidenses que entienden la importancia de la relación con México", ha recordado. "Si el continente americano es seguro es gracias a la cooperación de EE UU. Debemos detener a Trump en ese aspecto". Su máxima esperanza para frenar las aventuras políticas del "impredecible" magnate neoyorquino es el sistema de contrapesos sobre el que se asienta Washington. "Espero que el Congreso no apruebe todo". Dicho y hecho: apenas dos horas después de su conferencia en Acapulco, un sector del Partido Republicano –paradójicamente, el más radical– propinaba un severo revolcón a Trump tumbando su reforma sanitaria. Una nueva era, también en el Capitolio.

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