Argentina sucumbe sin Messi y sin fe en La Paz
Los de Bauza no dieron el nivel ante una Bolivia mucho más fresca. Arce y Marcelo Moreno hicieron los goles. La albiceleste se complica la clasificación.
Aritz Gabilondo
As
Argentina sucumbió en la altura de La Paz y frente al contratiempo que supuso perder a Messi horas antes de un partido que le complica su pase al Mundial. La realidad es que Argentina sin Messi, sancionado por la FIFA aunque presente en el estadio, se queda reducido a migajas de un equipo desnortado, capaz incluso de tocar fondo como nunca se le debe permitir a una selección grande.
El partido empezó a perderlo Argentina en los despachos. La sanción a Messi le dejó sin su estrella para este y otros tres encuentros más. Nunca superó la albiceleste la depresión de tener al mejor y verlo enclaustrado en un palco. Pero los problemas argentinos van más allá de la ausencia de un futbolista, por mucho Messi que se llame.
La falta de fútbol se unió al temor por la altura. La albiceleste aterrizó en La Paz apenas hora y media antes del encuentro y aún así jugó aletargada. No llegaron los argentinos a ningún balón dividido, superados en físico y también en juego. Es alarmante la falta de talento de un equipo que se intuye canchero y sin embargo fue de mantequilla. Ni Correa, que ocupó el puesto de Messi, le dio ese desparpajo a un equipo hundido.
Enfrente se encontró lo contrario. Los bolivianos disfrutaron en su hábitat y pasaron por encima de su rival desde el principio. Para cuando se adelantaron en el marcador ya lo habían merecido ampliamente. Ayudó a ello Romero, que salió a donde nunca debe un portero descubriendo toda su portería. Es bastante contradictorio que un arquero suplente en su club sea el titular en una selección que quiere ser grande.
La sentencia.
Otro que hizo trizas a la defensa argentina fue Chumacero. Con su habitual fogosidad, entró como quiso por la banda, igual que Pablo Escobar por la otra. Marcelo Moreno, el hombre gol del equipo, aguardaba paciente a que le llegara su oportunidad. Y llegó. Musacchio defendió sin fe una incursión de Flores por el costado y permitió un centro que Marcelo Moreno definió con tiempo para bajar el balón.
Sólo con el 2-0 en contra y con la obligación de no caer en el ridículo se vieron los arrestos de una Argentina minúscula. Di María fue lo único potable hasta que desfalleció y las ocasiones, escasas, las puso Pratto con su falsa torpeza clásica. Pero no era el día. Casi nunca lo es para Argentina. Menos aún sin Messi y con la sensación, más real que nunca, de que este tramo final de Eliminatorias se le puede hacer largo, muy largo. El Mundial, de hecho, peligra.
Aritz Gabilondo
As
Argentina sucumbió en la altura de La Paz y frente al contratiempo que supuso perder a Messi horas antes de un partido que le complica su pase al Mundial. La realidad es que Argentina sin Messi, sancionado por la FIFA aunque presente en el estadio, se queda reducido a migajas de un equipo desnortado, capaz incluso de tocar fondo como nunca se le debe permitir a una selección grande.
El partido empezó a perderlo Argentina en los despachos. La sanción a Messi le dejó sin su estrella para este y otros tres encuentros más. Nunca superó la albiceleste la depresión de tener al mejor y verlo enclaustrado en un palco. Pero los problemas argentinos van más allá de la ausencia de un futbolista, por mucho Messi que se llame.
La falta de fútbol se unió al temor por la altura. La albiceleste aterrizó en La Paz apenas hora y media antes del encuentro y aún así jugó aletargada. No llegaron los argentinos a ningún balón dividido, superados en físico y también en juego. Es alarmante la falta de talento de un equipo que se intuye canchero y sin embargo fue de mantequilla. Ni Correa, que ocupó el puesto de Messi, le dio ese desparpajo a un equipo hundido.
Enfrente se encontró lo contrario. Los bolivianos disfrutaron en su hábitat y pasaron por encima de su rival desde el principio. Para cuando se adelantaron en el marcador ya lo habían merecido ampliamente. Ayudó a ello Romero, que salió a donde nunca debe un portero descubriendo toda su portería. Es bastante contradictorio que un arquero suplente en su club sea el titular en una selección que quiere ser grande.
La sentencia.
Otro que hizo trizas a la defensa argentina fue Chumacero. Con su habitual fogosidad, entró como quiso por la banda, igual que Pablo Escobar por la otra. Marcelo Moreno, el hombre gol del equipo, aguardaba paciente a que le llegara su oportunidad. Y llegó. Musacchio defendió sin fe una incursión de Flores por el costado y permitió un centro que Marcelo Moreno definió con tiempo para bajar el balón.
Sólo con el 2-0 en contra y con la obligación de no caer en el ridículo se vieron los arrestos de una Argentina minúscula. Di María fue lo único potable hasta que desfalleció y las ocasiones, escasas, las puso Pratto con su falsa torpeza clásica. Pero no era el día. Casi nunca lo es para Argentina. Menos aún sin Messi y con la sensación, más real que nunca, de que este tramo final de Eliminatorias se le puede hacer largo, muy largo. El Mundial, de hecho, peligra.