Alemania investiga el espionaje de Erdogan a opositores turcos

El Gobierno considera "muy grave" el seguimiento en suelo alemán a seguidores del clérigo Gülen

Luis Doncel
Berlín, El País
La tensión entre Alemania y Turquía crece. Cuando aún colean las polémicas por el periodista turco-alemán detenido acusado de espionaje y terrorismo y las comparaciones con el nazismo lanzadas por presidente Recep Tayyip Erdogan, una nueva bomba ha vuelto a estallar. El fiscal general federal anunció el martes la apertura de una investigación sobre un supuesto espionaje en suelo alemán a seguidores del predicador islamista Fethullah Gülen, a los que Ankara culpa del fallido golpe de Estado del pasado julio.


El Ministerio Público cree que está ante una operación de espionaje a gran escala contra cientos de personas vinculadas al movimiento de Gülen. Los servicios secretos turcos ya se habían puesto en contacto con sus homólogos alemanes para hacerles llegar una lista de 300 personas —incluyendo nombres, direcciones, números de teléfono y fotografías— que consideraba sospechosas. Esta entrega se hizo durante la Conferencia de Seguridad de Múnich del pasado mes de febrero, según el diario Süddeutsche Zeitung.

El Gobierno alemán, que no tiene ninguna prueba de que Gülen y los suyos estuvieran tras la intentona golpista, se resistió a cooperar con Ankara, y remitió la información a los afectados. El ministro alemán de Exteriores, el socialdemócrata Sigmar Gabriel, dijo ayer que, si se confirman las sospechas que pesan sobre los servicios secretos turcos, estos serían hechos “muy graves”.
Un botín electoral de 1,4 millones

Decenas de personas hacían el lunes cola frente al consulado de Turquía en Berlín. Eran los primeros residentes en Alemania en ejercer su derecho a voto en el referéndum que el 16 de abril deberá decidir si el presidente Recep Tayyip Erdogan se sale con la suya y logra ampliar sus ya extensísimos poderes.

En un ambiente de máxima incertidumbre ante el resultado del referéndum, los cerca de 1,41 millones de ciudadanos turcos con derecho a voto en Alemania, que podrán votar hasta el 9 de abril, son un preciado botín. Mientras los ciudadanos turcos votaban en Berlín, partidarios del principal partido opositor, el prokurdo HDP, se manifestaban con pancartas. Era una muestra de cómo la creciente polarización de la sociedad turca también se ha trasladado a suelo alemán.

Las acusaciones de espionaje a Ankara no son nuevas. La asociación islámica Ditib, muy activa en Alemania y financiada directamente a través de Ankara, lleva meses en el centro de la polémica por la sospecha de que también sirve como el brazo alargado de Erdogan y sus servicios secretos en Alemania, donde viven en torno a tres millones de personas de origen turco.

En esta ocasión, la fiscalía va a entrar de lleno en las acusaciones. Diversos políticos alemanes pasaron a la ofensiva. Entre los más agresivos estuvo el ministro del Interior del Estado de Baja Sajonia, Boris Pistorius, que calificó de “intolerables e inaceptables” los excesos de los espías turcos en territorio alemán, que dio por confirmados.

“Sobre el comportamiento de las autoridades turcas, se trata de un miedo al complot que se puede calificar de algo muy parecido a la paranoia”, dijo el ministro regional. Este comportamiento, añadió Pistorius, es “difícilmente comprensible”, más allá del ambiente “emocionalmente caldeado en vísperas del referéndum” del próximo 16 de abril que deberá decidir si Turquía adopta un régimen presidencialista.
Pretexto de Erdogan

El responsable de los servicios de inteligencia de Alemania, Bruno Kahl, enfureció a las autoridades turcas la semana pasada. En una entrevista con Der Spiegel, Kahl dijo no creer que Gülen —fundador de un grupo islamista que algunos observadores comparan con el Opus Dei— fuera el responsable del golpe de Estado de julio. Y acusó a Erdogan de usar a este movimiento como pretexto para deshacerse de más de 100.000 funcionarios y encarcelar a miles de críticos.

El ministro federal del Interior, el democristiano Thomas de Maizière, también mostró su indignación por las revelaciones. “Las actividades de espionaje sobre suelo alemán son delictivas y no vamos a permitirlas”, aseguró De Maizière desde la ciudad bávara de Passau. Destacados asesores de la canciller Angela Merkel interpretan la sobreactuación de Ankara de las últimas semanas —como las acusaciones contra Merkel de usar “prácticas nazis”— como una muestra de nerviosismo del presidente turco por no tener asegurado el sí en el referéndum.

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