Wilders: “Hay demasiada chusma marroquí en nuestra tierra”
Elíder xenófobo, que encabeza los sondeos para las elecciones generales de marzo, aboga por “devolver Holanda a los holandeses”
Isabel Ferrer
La Haya, El País
Geert Wilders, el líder antimusulmán holandés, ha inaugurado la campaña electoral de su Partido para la Libertad (PVV, en sus siglas en neerlandés) con una visita a la localidad de Spijkenisse, cercana a Rotterdam. Las fuertes medidas de seguridad y la abundancia de agentes de policía de uniforme y de paisano han relegado a los residentes del municipio de poco más de 70.000 habitantes. Consciente de la repercusión mediática de su presencia, Wilders ha resumido su programa en sendos mensajes: “Será una votación histórica porque los holandeses podremos recuperar nuestro país”; “hay demasiada chusma marroquí en nuestra tierra”. El político xenófobo —que en diciembre de 2016 fue condenado (aunque no sancionado) por insultos y discriminación hacia los marroquíes— encabeza en estos momentos las encuestas para los comicios del próximo 15 de marzo. El resultado será el primero en mostrar el verdadero tirón del populismo de extrema derecha europeo, ya que después votará Alemania y Francia, ambos con la extrema derecha en auge.
Muy activo, y hábil, en su cuenta de Twitter, Wilders no había pisado todavía la calle como cabeza de lista de su grupo. A su paso por la ciudad se han visto pequeños carteles caseros donde se le criticaba por formar parte del establishment. En otros se daba la “bienvenida a los refugiados”, una de sus batallas a batir. Muy crecido por el liderazgo otorgado por los sondeos, él ha hecho hincapié en que su grupo piensa en los holandeses, “y el PVV es su partido si quieren recuperar el protagonismo”. Seguido por un centenar de cámaras, apenas ha podido mezclarse entre la gente, aunque sus seguidores más entregados le han llamado a gritos “presidente, presidente”. Entre los vecinos ha habido opiniones para todos los gustos. Unos se han encontrado con el tumulto y han seguido adelante con sus cosas declinando dar su opinión. Otros han alabado la valentía del político porque secunda “la llegada de auténticos refugiados, no de cazadores de fortunas”. Otros más han rechazado a lo que a su juicio es “un tipo que pretende normalizar el racismo y la discriminación”.
En 2016, poco después de los asaltos sexuales en masa registrados en Colonia (Alemania) durante la Nochevieja, repartió en la propia Spijkenisse frascos de spray de resistencia. Cargados de pintura, pretendía ayudar con ellos a las mujeres a defenderse de posibles agresiones por parte de “refugiados que son bombas de testosterona”, según declaró. “Falso feminista” y “emancipación para mujeres y refugiados”, fueron los lemas de las pancartas desplegadas ese día. Hubo entonces una decena de detenciones porque los manifestantes no habían pedido permiso para congregarse allí. Este sábado ha preferido resaltar las bondades de “una ciudad que es la cuna del PVV”. Por culpa del caos reinante, sin embargo, ha hablado más ante las cámaras que para los ciudadanos.
Isabel Ferrer
La Haya, El País
Geert Wilders, el líder antimusulmán holandés, ha inaugurado la campaña electoral de su Partido para la Libertad (PVV, en sus siglas en neerlandés) con una visita a la localidad de Spijkenisse, cercana a Rotterdam. Las fuertes medidas de seguridad y la abundancia de agentes de policía de uniforme y de paisano han relegado a los residentes del municipio de poco más de 70.000 habitantes. Consciente de la repercusión mediática de su presencia, Wilders ha resumido su programa en sendos mensajes: “Será una votación histórica porque los holandeses podremos recuperar nuestro país”; “hay demasiada chusma marroquí en nuestra tierra”. El político xenófobo —que en diciembre de 2016 fue condenado (aunque no sancionado) por insultos y discriminación hacia los marroquíes— encabeza en estos momentos las encuestas para los comicios del próximo 15 de marzo. El resultado será el primero en mostrar el verdadero tirón del populismo de extrema derecha europeo, ya que después votará Alemania y Francia, ambos con la extrema derecha en auge.
Muy activo, y hábil, en su cuenta de Twitter, Wilders no había pisado todavía la calle como cabeza de lista de su grupo. A su paso por la ciudad se han visto pequeños carteles caseros donde se le criticaba por formar parte del establishment. En otros se daba la “bienvenida a los refugiados”, una de sus batallas a batir. Muy crecido por el liderazgo otorgado por los sondeos, él ha hecho hincapié en que su grupo piensa en los holandeses, “y el PVV es su partido si quieren recuperar el protagonismo”. Seguido por un centenar de cámaras, apenas ha podido mezclarse entre la gente, aunque sus seguidores más entregados le han llamado a gritos “presidente, presidente”. Entre los vecinos ha habido opiniones para todos los gustos. Unos se han encontrado con el tumulto y han seguido adelante con sus cosas declinando dar su opinión. Otros han alabado la valentía del político porque secunda “la llegada de auténticos refugiados, no de cazadores de fortunas”. Otros más han rechazado a lo que a su juicio es “un tipo que pretende normalizar el racismo y la discriminación”.
En 2016, poco después de los asaltos sexuales en masa registrados en Colonia (Alemania) durante la Nochevieja, repartió en la propia Spijkenisse frascos de spray de resistencia. Cargados de pintura, pretendía ayudar con ellos a las mujeres a defenderse de posibles agresiones por parte de “refugiados que son bombas de testosterona”, según declaró. “Falso feminista” y “emancipación para mujeres y refugiados”, fueron los lemas de las pancartas desplegadas ese día. Hubo entonces una decena de detenciones porque los manifestantes no habían pedido permiso para congregarse allí. Este sábado ha preferido resaltar las bondades de “una ciudad que es la cuna del PVV”. Por culpa del caos reinante, sin embargo, ha hablado más ante las cámaras que para los ciudadanos.