Trump se revuelve contra las filtraciones en medio de la crisis por Rusia

La desconfianza entre el presidente de Estados Unidos y sus servicios de espionaje se agrava: "El verdadero escándalo aquí es que información clasificada está siendo entregada por la ‘inteligencia’ como caramelos"

Amanda Mars
Washington, El País
El escándalo de las conversaciones opacas de Michael Flynn con un diplomático ruso ha derivado en una grave crisis política para Donald Trump. Cuando el presidente republicano trataba de apagar el incendio con el cese de Flynn, su consejero de Seguridad Nacional, The New York Times reveló que otros miembros del equipo electoral de Trump habían mantenido contactos con el Kremlin y agentes de inteligencia rusa durante la campaña. En medio de ese incendio, el empresario neoyorquino dirigió sus tanques hacia la prensa y las fuentes que les informan, a las que acusa de mentir. La desconfianza entre el presidente de Estados Unidos y sus servicios de inteligencia se agrava.


Las primeras semanas de la nueva Casa Blanca están adquiriendo los tintes de una novela de espías en la que nadie tiene muy claro dónde buscar al topo. “Flynn es un hombre maravilloso al que los medios, falsos en muchas ocasiones, están tratando de forma muy injusta”, dijo Trump este miércoles, durante la rueda de prensa en la Casa Blanca junto al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. “Están tratando de encubrir la enorme derrota electoral de Clinton”, añadió.

Las filtraciones de los últimos días, procedentes de funcionarios, han agravado los recelos del nuevo presidente estadounidense con los propios servicios de Inteligencia, cuya relación ya comenzó de forma turbulenta, cuando Trump les acusó de estar politizados y restó credibilidad a sus investigaciones sobre el espionaje ruso en las elecciones.

Según cuatro fuentes de la Administración citadas por el Times, las fuerzas de seguridad y de inteligencia estadounidenses interceptaron las comunicaciones de varios asesores de Trump en el marco de la investigación sobre el ciberespionaje durante las elecciones americanas, tras lo cual concluyeron que el Kremlin había estado maniobrando para denigrar a la candidata demócrata, Hillary Clinton, y favorecer la llegada de Trump a la Casa Blanca.

A raíz de ese caso, a finales de diciembre, la Administración de Obama impuso duras sanciones a Moscú. Por esas fechas, cuando el Gobierno de Trump aún no había tomado posesión, es cuando Flynn discutió del asunto con el embajador ruso en Washington, Sergei Kislyak.

Trump ha tratado de poner el foco en el hecho en sí de las filtraciones de información, frente al incendiario contenido de las mismas. “La comunidad de Inteligencia está dando información ilegalmente a los fracasados The New York Times y The Washington Post”, se quejó por la mañana en su cuenta de Twitter, y se preguntó si la Agencia de Seguridad Nacional y el FBI están detrás de estas filtraciones. "El verdadero escándalo aquí es que información clasificada está siendo entregada por la ‘inteligencia’ como caramelos", insistió.

Uno de los asesores de Trump señalados es el exjefe de campaña, Paul Manafort (que dimitió precisamente por sus vínculos con Rusia), quien ha negado esas conversaciones. No obstante, dos días después de las elecciones, el viceministro de Exteriores ruso, Sergei A. Ryabkov, dijo a la agencia Interfax que sí habían existido contactos con el entorno del empresario neoyorquino, ahora presidente.

El propio Trump ha abonado las sospechas de connivencia con Rusia desde que entró en la carrera hacia la presidencia: ha elogiado a Vladímir Putin en varias ocasiones, él mismo bromeó el pasado verano animándole a espiar a Clinton y hace pocos días dejó estupefacto a un periodista de la cadena conservadora Fox, Bill O’Reilly, quien le preguntó por qué respetaba a Putin, si es “un asesino”. “Hay muchos asesinos, muchos asesinos… ¿te crees que nuestro país es tan inocente?”, explicó el presidente.

Ahora, importantes senadores, tanto demócratas como de su propio partido, el Republicano, se han comprometido a profundizar sus investigaciones sobre la injerencia rusa en las elecciones presidenciales. La cuestión es si se abordarán directamente estas nuevas conversaciones. “Si hubo contactos inapropiados, sería el momento de que el Congreso forme una comisión para llegar a todo lo que tenga que ver con Trump y Rusia”, dijo el senador republicano Lindsey Graham a la cadena conservadora Fox.

El senador John McCain se quejó de incompetencia. “Esto es disfuncional en cuanto afecta a la seguridad nacional ¿Quién está al mando? ¡Quién está al mando!”, criticó.

Pero tanto Graham como McCain han sido desde el principio dos de los republicanos más críticos con Trump. En general, las filas republicanas siguen cerradas en torno a su presidente. El líder conservador en Washington, Paul Ryan, se limitó a señalar a Rusia como elemento poco fiable. Es una forma de reenfocar el relato de esta crisis hacia la peligrosidad de Moscú, en lugar de hacia la sospecha de complicidad de la nueva Casa Blanca con el Kremlin, una idea que enerva a los herederos de Reagan.

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