México asume que el diálogo con Estados Unidos será largo y difícil

Videgaray asegura que “las diferencias subsisten” y que “para superar los agravios, lo que importará serán los hechos”

Javier Lafuente
México, El País
Una tarea ardua, compleja. México asumió este jueves que el diálogo con Estados Unidos “será largo y no sencillo”, en palabras de su canciller, Luis Videgaray, quien admitió también que las diferencias entre ambos países “subsisten, son públicas y notorias”. Ante el secretario de Estado, Rex Tillerson y el de Seguridad Nacional, John Kelly, Videgaray lanzó el mensaje más contundente del Gobierno mexicano hasta la fecha: “Para superar los agravios, lo que importará serán los hechos”.


Un inquietante día de la marmota sacude las relaciones de México y Estados Unidos cada vez que se aventura una reunión entre ambos Gobiernos. Pese a los intentos por rebajar la tensión entre los países vecinos que se transmitieron durante los días previos, la visita de Tillerson y Kelly volvió a estar cubierta de un manto de escepticismo y desconfianza. Si en enero la firma del decreto para construir el muro fronterizo obligó al presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, a cancelar su visita a la Casa Blanca, en esta ocasión, el plan de deportaciones masivas que anunció de manera unilateral el Gobierno de Estados Unidos la víspera del encuentro y otras declaraciones altinosantes de Donald Trump, volvieron a poner en jaque al vecino del sur.

El Gobierno mexicano, al que le han llovido sin cesar críticas por su tibieza a la hora de responder a las decisiones de la Administración Trump, elevó esta vez el tono ante Tillerson y Kelly. “Hay que dejar claro de la manera más enfática que el Gobierno y el pueblo de México no tienen por qué aceptar disposiciones que de manera unilateral un Gobierno quiere imponer a otro", aseguró el canciller, Luis Videgaray.

La nueva medida que pretende implementar Estados Unidos radica la posibilidad de aplicar expulsiones inmediatas a casi todos los indocumentados que lleven menos de tres años en el país, de un total de 11 millones la mitad de ellos mexicanos. Al vecino del sur le preocupa sobremanera la idea de tener que asumir a los migrantes que no sean mexicanos. De hecho, el año pasado México deportó a más migrantes que Estados Unidos: 147.000 frente a 96.00, a un ritmo de 293 al día, según cifras oficiales. Al tiempo, en los últimos seis años las peticiones de asilo en México han crecido más de un 1.000%. Si en 2011 apenas se recibían cientos de solicitudes, el año pasado la cifra creció a casi 9.000, según ACNUR, que prevé el doble para este año. La mayoría de ellos son centroamericanos que huyen de la situación de violencia en su país. Estados Unidos y México coincidieron en la necesidad de incluir a los Gobiernos de América Central en las conversaciones sobre las políticas migratorias.

La preocupación de México contrastaba con la prudencia y la sensación de tranquilidad que pretendía transmitir Estados Unidos. Como si nada pasara, como si las relaciones fluyesen con normalidad. Tanto Tillerson como Kelly enfatizaron que la relación entre México y Estados Unidos “es una de las más importantes del mundo”. "Tenemos una relación muy saludable y robusta con el Gobierno mexicano y sus funcionarios, y creo que ellos compartirían ese sentimiento", aseguró la víspera el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, para quien la visita suponía “un comienzo alentador para la relación de trabajo con nuestro increíble vecino del sur".

Incluso Kelly trató de rebajar la preocupación de México y garantizó que no se producirían deportaciones masivas. Nada de eso, sin embargo, parece creíble, a tenor de las palabras del jefe de Tillerson, Kelly y Spicer: Donald Trump. El presidente que pretende terminar de levantar un muro fronterizo tampoco tiene visos de tender puentes, como aparentan sus funcionarios.

Sobre su visita, Trump comentó que le había dicho a Tillerson que no sería fácil. “Le dije que iba a ser un viaje duro, porque tenemos que ser tratados de manera justa por México", aseguró en una reunión con empresarios en Washington, informa Silvia Ayuso. "Ahí está con él el general Kelly, que ha sido increíble en la frontera. Ya veis lo que está pasando. Por primera vez, vamos a echar a los miembros de bandas, a los capos de la droga, estamos sacando del país a tipos realmente malos a un ritmo que nadie ha visto antes. Son los malos. Es una operación militar. Muchos de ello son gente que está aquí de forma ilegal, y son duros, pero no son tan duros como nuestra gente, así que los vamos a echar”.

Trump se mantiene impertérrito: “Vamos a tener una buena relación con México, espero, pero si no se puede, pues nada”, aseguró. "Con México tenemos 70.000 millones de dólares de déficit comercial. No podemos permitir que siga sucediendo. Eso no incluye siquiera incluye las drogas que se filtran a través de la frontera como si fueran agua".

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