La última lección de Messi a Cristiano Ronaldo avergüenza al crack del Real Madrid
R. Rodríguez
Diario Gol
El mundo se paró en el minuto 64 del Barça-Athletic Club. El cuarto árbitro levantó el mini marcador con el dorsal ’10. Leo Messi iba a ser sustituido por Sergi Roberto.
El Camp Nou estalla en una ovación mientras el jugador se retira del césped. Con el 2-0 en el marcador (1-0, Alcácer; 2-0, Messi) era un buen momento para el cambio. Mientras tanto, a 600 kilómetros, a Cristiano Ronaldo le suben los colores.
La cara y la cruz
El luso nunca aceptó cuando algún entrenador le sustituyó. El caso más reciente, por ejemplo, fue en Las Palmas, en la sexta jornada de Liga.
Lucas Vázquez entró en su lugar y sus gestos no dejaron indiferente a nadie. Era evidente que la decisión de Zinedine Zidane no le gustó. No comulgó con el francés y no tuvo reparos en expresar públicamente su desacuerdo con el míster.
Para colmo, los canarios empataron el partido a cinco minutos del final, lo que provocó una mayor indignación al que en enero sería el nuevo Balón de Oro.
Fue uno de los peores ejemplos de comportamiento por parte de un crack internacional de su nivel. Impropio de alguien a quien tanta gente admira.
Los gestos de Leo Messi fueron muy diferentes en el Camp Nou. Al argentino se le vio sonriendo en el banquillo. Saludó a sus compañeros y se pasó la segunda parte comentando el partido y bromeando con Luis Suárez. El de Rosario no perdió la sonrisa. Sobre todo cuando AleixVidal anotó el tercero de la tarde. Lo celebró como nadie.
El club pordelante
Messi no coincide con los pensamientos de Luis Enrique. No le parece bien la ‘loto-Lucho’. No comparte la idea de las rotaciones constantes con el técnico.
Es un peso muy pesado en el vestuario. Podría exigir estar siempre en el terreno de juego. Si por él fuera así sería. Pero Leo sabe quién es y donde está.
Nunca haría nada públicamente que perjudicara al equipo o al club y entiende lo que es bueno para el conjunto. Tiene claro que el grupo es más importante que sus individualidades.
Diario Gol
El mundo se paró en el minuto 64 del Barça-Athletic Club. El cuarto árbitro levantó el mini marcador con el dorsal ’10. Leo Messi iba a ser sustituido por Sergi Roberto.
El Camp Nou estalla en una ovación mientras el jugador se retira del césped. Con el 2-0 en el marcador (1-0, Alcácer; 2-0, Messi) era un buen momento para el cambio. Mientras tanto, a 600 kilómetros, a Cristiano Ronaldo le suben los colores.
La cara y la cruz
El luso nunca aceptó cuando algún entrenador le sustituyó. El caso más reciente, por ejemplo, fue en Las Palmas, en la sexta jornada de Liga.
Lucas Vázquez entró en su lugar y sus gestos no dejaron indiferente a nadie. Era evidente que la decisión de Zinedine Zidane no le gustó. No comulgó con el francés y no tuvo reparos en expresar públicamente su desacuerdo con el míster.
Para colmo, los canarios empataron el partido a cinco minutos del final, lo que provocó una mayor indignación al que en enero sería el nuevo Balón de Oro.
Fue uno de los peores ejemplos de comportamiento por parte de un crack internacional de su nivel. Impropio de alguien a quien tanta gente admira.
Los gestos de Leo Messi fueron muy diferentes en el Camp Nou. Al argentino se le vio sonriendo en el banquillo. Saludó a sus compañeros y se pasó la segunda parte comentando el partido y bromeando con Luis Suárez. El de Rosario no perdió la sonrisa. Sobre todo cuando AleixVidal anotó el tercero de la tarde. Lo celebró como nadie.
El club pordelante
Messi no coincide con los pensamientos de Luis Enrique. No le parece bien la ‘loto-Lucho’. No comparte la idea de las rotaciones constantes con el técnico.
Es un peso muy pesado en el vestuario. Podría exigir estar siempre en el terreno de juego. Si por él fuera así sería. Pero Leo sabe quién es y donde está.
Nunca haría nada públicamente que perjudicara al equipo o al club y entiende lo que es bueno para el conjunto. Tiene claro que el grupo es más importante que sus individualidades.