La inflación en Argentina no cesa: el pan aumenta un 83% en poco más de un año
El alimento representa casi tres puntos de la canasta básica y duplica la inflación oficial
Ramiro Barreiro
Buenos Aires, El País
La escalada de precios en Argentina no se detiene -aunque los datos oficiales indican que se está ralentizando- y alcanza a los productos más elementales de la canasta básica. El pan, un alimento clave en la dieta argentina que paga un IVA diferenciado, del 10,5%, la mitad del 21% que se le grava al resto de los productos, se ha disparado: su precio ha crecido un 83% desde noviembre de 2015. El aumento del valor, según los productores, se origina por la suba en el precio de la harina y el gas, aunque el precio internacional del trigo se ha mantenido estable. Analistas de la oposición aseguran que la bajada de impuestos a las exportaciones agrícolas, a fines de 2015, facilitó la salida de esos productos al exterior e hizo subir el precio del grano en el mercado interno, ya que se dedica a él una menor cantidad. Sin embargo, los molineros advierten que “el costo de la harina era un tercio del costo del pan y hoy no llega a representar un 18%”. El sector da trabajo a 110.000 trabajadores directos e indirectos y alimenta a cerca de 36.000 panaderías.
En noviembre de 2015, el valor del alimento oscilaba los 25 pesos y ahora, luego de lo acordado por los empresarios panaderos, trepa a 45 pesos (2,85 dólares). Así, el precio que pagarán los consumidores habrá registrado un aumento acumulado del 83%, muy por encima de la inflación del 40% estimada para 2016.
Hernán Letcher, director del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), argumenta que “el precio internacional del trigo se ha mantenido estable en los últimos años pero las medidas tomadas por el Gobierno afectaron el precio del trigo en el mercado interno. En efecto, la quita de retenciones (bajada de impuestos), la devaluación de diciembre de 2015, y la eliminación de los permisos de exportación dispararon el valor. Es posible, en virtud de la desaparición de los stocks acumulados y la mala calidad de las últimas cosechas, que los molinos y distribuidores se estén adelantando a futuros incrementos en el precio del trigo”.
Desde la Federación Argentina de la Industria Molinera (FAIM) coincide a medias con este diagnótico: “El hecho de quitar las retenciones hizo que el trigo valiera igual que a nivel mundial pero eso fue hace un año. Además, para las panaderías, la harina dejó de ser una materia prima para pasar a ser un insumo", explicó Diego Cifarelli, presidente de la FAIM. "El costo de la harina", agregó, "era un tercio del costo del pan pero hoy no llega a ser un 18% y no vale nada en comparación con los otros costos que si aumentaron como las tarifas, las paritarias (los aumentos salariales), el costo de los alquileres y la presión tributaria”.
El otro factor es el aumento del gas, que trepó hasta un 500% en 2016, y ya tiene anunciado un nuevo incremento para abril de este año, que se estima en 54%. “Una panadería que pagaba 1.000 pesos (64 dólares) mensuales de gas en enero de 2016, pasará a pagar 9.240 pesos (585 dólares) luego del nuevo tarifazo”, dicen desde CEPA. Se espera que la suma de aumentos tenga un fuerte impacto sobre la inflación de febrero, ya que el pan representa el 2,87% del gasto promedio de los hogares, según el IPC calculado por el Indec. La medición acerca algo de preocupación en un contexto de entusiasmo oficial tras el 1,3% medido en enero.
Consultado acerca del futuro de la actividad, Cifarelli argumentó que “ha habido un sacrifico enorme por parte de la masa asalariada en maximizar el beneficio y eso redunda al momento del consumo para elegir cuales son las mejores propuestas. Tenemos un consumidor que ya no es rehén de sus gustos y preferencias históricas sino más bien de su ingreso y como lo maximiza, aunque creo que el consumo ya tocó su piso en los últimos meses y ahora va a comenzar una lenta recuperación”. “Hay que trabajar desde el precio hacia los costos y no al revés. Ese es el virtuosismo que deberá tener el empresario. Lo más importante será la capacidad de generar nuevos puestos de trabajo y para eso hay que salir del espiral de la presión tributaria y la merma del gasto fiscal, que es enorme”, asegura.
Ramiro Barreiro
Buenos Aires, El País
La escalada de precios en Argentina no se detiene -aunque los datos oficiales indican que se está ralentizando- y alcanza a los productos más elementales de la canasta básica. El pan, un alimento clave en la dieta argentina que paga un IVA diferenciado, del 10,5%, la mitad del 21% que se le grava al resto de los productos, se ha disparado: su precio ha crecido un 83% desde noviembre de 2015. El aumento del valor, según los productores, se origina por la suba en el precio de la harina y el gas, aunque el precio internacional del trigo se ha mantenido estable. Analistas de la oposición aseguran que la bajada de impuestos a las exportaciones agrícolas, a fines de 2015, facilitó la salida de esos productos al exterior e hizo subir el precio del grano en el mercado interno, ya que se dedica a él una menor cantidad. Sin embargo, los molineros advierten que “el costo de la harina era un tercio del costo del pan y hoy no llega a representar un 18%”. El sector da trabajo a 110.000 trabajadores directos e indirectos y alimenta a cerca de 36.000 panaderías.
En noviembre de 2015, el valor del alimento oscilaba los 25 pesos y ahora, luego de lo acordado por los empresarios panaderos, trepa a 45 pesos (2,85 dólares). Así, el precio que pagarán los consumidores habrá registrado un aumento acumulado del 83%, muy por encima de la inflación del 40% estimada para 2016.
Hernán Letcher, director del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), argumenta que “el precio internacional del trigo se ha mantenido estable en los últimos años pero las medidas tomadas por el Gobierno afectaron el precio del trigo en el mercado interno. En efecto, la quita de retenciones (bajada de impuestos), la devaluación de diciembre de 2015, y la eliminación de los permisos de exportación dispararon el valor. Es posible, en virtud de la desaparición de los stocks acumulados y la mala calidad de las últimas cosechas, que los molinos y distribuidores se estén adelantando a futuros incrementos en el precio del trigo”.
Desde la Federación Argentina de la Industria Molinera (FAIM) coincide a medias con este diagnótico: “El hecho de quitar las retenciones hizo que el trigo valiera igual que a nivel mundial pero eso fue hace un año. Además, para las panaderías, la harina dejó de ser una materia prima para pasar a ser un insumo", explicó Diego Cifarelli, presidente de la FAIM. "El costo de la harina", agregó, "era un tercio del costo del pan pero hoy no llega a ser un 18% y no vale nada en comparación con los otros costos que si aumentaron como las tarifas, las paritarias (los aumentos salariales), el costo de los alquileres y la presión tributaria”.
El otro factor es el aumento del gas, que trepó hasta un 500% en 2016, y ya tiene anunciado un nuevo incremento para abril de este año, que se estima en 54%. “Una panadería que pagaba 1.000 pesos (64 dólares) mensuales de gas en enero de 2016, pasará a pagar 9.240 pesos (585 dólares) luego del nuevo tarifazo”, dicen desde CEPA. Se espera que la suma de aumentos tenga un fuerte impacto sobre la inflación de febrero, ya que el pan representa el 2,87% del gasto promedio de los hogares, según el IPC calculado por el Indec. La medición acerca algo de preocupación en un contexto de entusiasmo oficial tras el 1,3% medido en enero.
Consultado acerca del futuro de la actividad, Cifarelli argumentó que “ha habido un sacrifico enorme por parte de la masa asalariada en maximizar el beneficio y eso redunda al momento del consumo para elegir cuales son las mejores propuestas. Tenemos un consumidor que ya no es rehén de sus gustos y preferencias históricas sino más bien de su ingreso y como lo maximiza, aunque creo que el consumo ya tocó su piso en los últimos meses y ahora va a comenzar una lenta recuperación”. “Hay que trabajar desde el precio hacia los costos y no al revés. Ese es el virtuosismo que deberá tener el empresario. Lo más importante será la capacidad de generar nuevos puestos de trabajo y para eso hay que salir del espiral de la presión tributaria y la merma del gasto fiscal, que es enorme”, asegura.