Éxodo de cristianos del Sinaí ante las amenazas y ataque del ISIS
En el último mes, siete coptos han sido brutalmente asesinados en el bastión de la filial yihadista
Ricard González
Túnez, El País
Después de una reciente campaña de amenazas y asesinatos con el sello yihadista, más de un centenar de familias cristianas coptas residentes en el norte de la Península del Sinaí huyeron aterrorizadas el pasado fin de semana hacia otras regiones de Egipto. En los días anteriores, tres cristianos habían sido brutalmente asesinados en sus residencias en al-Arish, capital de la región, en plena escalada del hostigamiento contra la comunidad copta, que constituye un 10% de la población egipcia y es la mayor comunidad cristiana de Oriente Próximo. Si bien los ataques sectarios no han sido asumidos, todos los indicios apuntan a Wilaya Sina, la filial egipcia del autodenominado Estado Islámico (ISIS, en inglés), que ha hecho de la franja norte del Sinaí, fronteriza con Gaza, su principal bastión.
El pasado domingo, este grupo yihadista difundió un vídeo en el que lanzaba nuevas amenazas contra los coptos. “Oh, cruzados de Egipto, este ataque que os golpea en vuestro templo es solo el primero de otros muchos que vendrán, si Dios quiere”, proclamaba un hombre ataviado con una máscara y atuendo militar, y que el ISIS afirma que se trata del terrorista suicida que cometió el atentado de mediados de diciembre en la catedral de San Marcos de El Cairo, segando la vida de 28 personas.
Tres días después, un grupo de hombres armados entraron en la casa de una familia cristiana de al-Arish, acribillaron a balazos al padre y quemaron vivo a su hijo. Al día siguiente, el jueves, un lampista copto fue abatido también en su vivienda frente a su familia. Con estos ataques, ascendía a siete el número de los cristianos brutalmente asesinados en la región, provocando un auténtico éxodo en cuestión de horas.
La política de intimidación ha incluido también la difusión online y a través de carteles en las calles de al-Arish de amenazas de muerte a una serie de cristianos si permanecían en la ciudad. “Mi padre es el segundo nombre de su lista. Todos los cristianos están ahí”, declaró a la agencia Reuters Munir Adel, un vendedor de verduras que partió del Sinaí con cuatro familiares el viernes. Sin embargo, a causa de su avanzada edad, el padre ha tenido que permanecer en su vivienda. “Lo podrían matar en cualquier momento”, lamenta Adel, que asegura que fue un oficial de las fuerzas de seguridad el que le aconsejó huir de la zona al considerarse incapaz de garantizarle su protección.
El Gobierno asume el coste
En un primer momento, el más de centenar de familias cristianas de al-Arish y otras decenas de estudiantes residentes allí hallaron refugio en varias iglesias de la ciudad de Ismailia, en la zona del canal de Suez. Posteriormente, el Gobierno reaccionó y habilitó un hostal para acoger a unas 45 familias. Tras una reunión del Ejecutivo, el presidente Abdelfatá al Sisi advirtió en un comunicado de la necesidad de “afrontar los intentos de minar la seguridad y estabilidad de Egipto”, e informó haber dado “instrucciones al Gobierno para que tome todas las medidas necesarias para proporcionar alojamiento a los ciudadanos desplazados” hasta que el Ejército recupere el control de la situación.
Los meses posteriores al golpe de Estado de 2013, los grupúsculos yihadistas que ya operaban en el Sinaí se reforzaron y lanzaron una campaña insurgente en la región que ha puesto en jaque al Ejército, provocando la muerte de centenares de soldados. En 2014, la más potente de estas milicias, Ansar Bait al-Maqdis, juró lealtad al líder del ISIS, y pasó a llamarse Wilaya Sina. Aunque en los últimos años el grupo ha ejecutado algunos ataques contra cristianos, el volumen de las acciones y amenazas de los últimos días constituyen un punto de inflexión.
“La escalada pretende incitar la violencia sectaria y causar pánico. Era cuestión de tiempo que el ISIS atacara las minorías de Egipto de forma sistemática como lo hace en otros países. La táctica es una señal de debilidad, ya que sus esfuerzos por crear el caos en Egipto han sido controlados”, sostiene Mokhtar Awad, un investigador de la Universidad George Washington especializado en los grupos terroristas en Egipto. Como demostró el atentado de la catedral, su ambición no es solo atemorizar a los coptos del Sinaí, un territorio remoto de resonancias bíblicas. “El ISIS está activamente incitando a sus seguidores en todo Egipto a ejecutar asesinatos arbitrarios de la misma forma que intento incitar a sus seguidores en Occidente”, apunta a través de un e-mail Awad, en una referencia a los llamados “lobos solitarios” responsables de algunas de las recientes masacres en territorio europeo.
Los incidentes de violencia sectaria son habituales en Egipto desde hace décadas. A menudo, las reyertas son provocadas por conflictos privados entre familias cristianas y musulmanas de las zonas rurales del país, o bien a causa de la construcción de iglesias sin el permiso oficial. Precisamente, el año pasado el Gobierno aprobó una nueva ley para facilitar la edificación de templos cristianos, uno de los principales argumentos que tradicionalmente esgrimían los cristianos para sustentar sus de discriminación. Sin embargo, la peor ola de violencia sectaria tuvo lugar después de la asonada contra el presidente islamista Mohamed Morsi en 2013, cuando sus simpatizantes atacaron decenas de iglesias.
Ricard González
Túnez, El País
Después de una reciente campaña de amenazas y asesinatos con el sello yihadista, más de un centenar de familias cristianas coptas residentes en el norte de la Península del Sinaí huyeron aterrorizadas el pasado fin de semana hacia otras regiones de Egipto. En los días anteriores, tres cristianos habían sido brutalmente asesinados en sus residencias en al-Arish, capital de la región, en plena escalada del hostigamiento contra la comunidad copta, que constituye un 10% de la población egipcia y es la mayor comunidad cristiana de Oriente Próximo. Si bien los ataques sectarios no han sido asumidos, todos los indicios apuntan a Wilaya Sina, la filial egipcia del autodenominado Estado Islámico (ISIS, en inglés), que ha hecho de la franja norte del Sinaí, fronteriza con Gaza, su principal bastión.
El pasado domingo, este grupo yihadista difundió un vídeo en el que lanzaba nuevas amenazas contra los coptos. “Oh, cruzados de Egipto, este ataque que os golpea en vuestro templo es solo el primero de otros muchos que vendrán, si Dios quiere”, proclamaba un hombre ataviado con una máscara y atuendo militar, y que el ISIS afirma que se trata del terrorista suicida que cometió el atentado de mediados de diciembre en la catedral de San Marcos de El Cairo, segando la vida de 28 personas.
Tres días después, un grupo de hombres armados entraron en la casa de una familia cristiana de al-Arish, acribillaron a balazos al padre y quemaron vivo a su hijo. Al día siguiente, el jueves, un lampista copto fue abatido también en su vivienda frente a su familia. Con estos ataques, ascendía a siete el número de los cristianos brutalmente asesinados en la región, provocando un auténtico éxodo en cuestión de horas.
La política de intimidación ha incluido también la difusión online y a través de carteles en las calles de al-Arish de amenazas de muerte a una serie de cristianos si permanecían en la ciudad. “Mi padre es el segundo nombre de su lista. Todos los cristianos están ahí”, declaró a la agencia Reuters Munir Adel, un vendedor de verduras que partió del Sinaí con cuatro familiares el viernes. Sin embargo, a causa de su avanzada edad, el padre ha tenido que permanecer en su vivienda. “Lo podrían matar en cualquier momento”, lamenta Adel, que asegura que fue un oficial de las fuerzas de seguridad el que le aconsejó huir de la zona al considerarse incapaz de garantizarle su protección.
El Gobierno asume el coste
En un primer momento, el más de centenar de familias cristianas de al-Arish y otras decenas de estudiantes residentes allí hallaron refugio en varias iglesias de la ciudad de Ismailia, en la zona del canal de Suez. Posteriormente, el Gobierno reaccionó y habilitó un hostal para acoger a unas 45 familias. Tras una reunión del Ejecutivo, el presidente Abdelfatá al Sisi advirtió en un comunicado de la necesidad de “afrontar los intentos de minar la seguridad y estabilidad de Egipto”, e informó haber dado “instrucciones al Gobierno para que tome todas las medidas necesarias para proporcionar alojamiento a los ciudadanos desplazados” hasta que el Ejército recupere el control de la situación.
Los meses posteriores al golpe de Estado de 2013, los grupúsculos yihadistas que ya operaban en el Sinaí se reforzaron y lanzaron una campaña insurgente en la región que ha puesto en jaque al Ejército, provocando la muerte de centenares de soldados. En 2014, la más potente de estas milicias, Ansar Bait al-Maqdis, juró lealtad al líder del ISIS, y pasó a llamarse Wilaya Sina. Aunque en los últimos años el grupo ha ejecutado algunos ataques contra cristianos, el volumen de las acciones y amenazas de los últimos días constituyen un punto de inflexión.
“La escalada pretende incitar la violencia sectaria y causar pánico. Era cuestión de tiempo que el ISIS atacara las minorías de Egipto de forma sistemática como lo hace en otros países. La táctica es una señal de debilidad, ya que sus esfuerzos por crear el caos en Egipto han sido controlados”, sostiene Mokhtar Awad, un investigador de la Universidad George Washington especializado en los grupos terroristas en Egipto. Como demostró el atentado de la catedral, su ambición no es solo atemorizar a los coptos del Sinaí, un territorio remoto de resonancias bíblicas. “El ISIS está activamente incitando a sus seguidores en todo Egipto a ejecutar asesinatos arbitrarios de la misma forma que intento incitar a sus seguidores en Occidente”, apunta a través de un e-mail Awad, en una referencia a los llamados “lobos solitarios” responsables de algunas de las recientes masacres en territorio europeo.
Los incidentes de violencia sectaria son habituales en Egipto desde hace décadas. A menudo, las reyertas son provocadas por conflictos privados entre familias cristianas y musulmanas de las zonas rurales del país, o bien a causa de la construcción de iglesias sin el permiso oficial. Precisamente, el año pasado el Gobierno aprobó una nueva ley para facilitar la edificación de templos cristianos, uno de los principales argumentos que tradicionalmente esgrimían los cristianos para sustentar sus de discriminación. Sin embargo, la peor ola de violencia sectaria tuvo lugar después de la asonada contra el presidente islamista Mohamed Morsi en 2013, cuando sus simpatizantes atacaron decenas de iglesias.