El Madrid se abre paso a tiros
Estupendo partido en las dos áreas, con un Madrid mejor y más certero. Benzema ofreció su mejor versión y Casemiro hizo un gol de época. Keylor se tragó el 0-1.
Luis Nieto
As
Sirva de advertencia que el Madrid sólo pasó la mitad de las veces que se embolsó un 3-1 en la ida, pero eran otros tiempos. Un gol de Benzema hizo de cortafuegos ante un Nápoles que ofrece alegría en las dos áreas. En la ajena hizo fortuna un Madrid abanderado por el mejor Benzema en tiempo y una buena puesta en escena general, Cristiano incluido. Sus veinte remates fueron el testimonio de que la cosa marcha.
Fue un partido de pronóstico fácil, en el que sucedió cuanto se esperaba: el Madrid salió avisado tras las cuatro vueltas de campana del Barça en París y el Nápoles resultó lo que prometió Sarri, un equipo incapaz de dar un pase atrás ni para tomar impulso. Agitada la coctelera, resultó un partido estupendo, que el público se bebió de un trago.
El Madrid salió a pleno pulmón, a la orden de Benzema, en sus versiones felina y canina, combinativa y rematadora. Una actuación estupenda de un futbolista multidisciplinar pero sin término medio. Esta vez ofreció su versión más luminosa, de principio a fin. A los 30 segundos calentó las manos de Reina, encadenó ocasiones y marcó el gol del empate cuando el Madrid braceaba contra su desventaja. La Champions multiplica sus propiedades
El francés fue el delantero de primeros auxilios. Gracias a él se abrió el equipo su camino a tiros en un partido de grandes virajes.
La salida en tromba del Madrid quedó frenada en seco por un gol de Insigne difícilmente explicable. En favor del jugador del Nápoles quedó anotada la ocurrencia de tirar a colocar junto al palo desde 30 metros. Un remate suave y ajustadísimo que cogió a Navas desorientado, muy lejos de la meta, muy vencido a un palo. Una metedura de pata por falta de concentración. La jugada tuvo una cuidada elaboración y no fue fruto de una pérdida imprevista, lo que no le permite alegar el factor sorpresa.
El Madrid plantó el culo en la lona y escuchó una breve cuenta de protección. Salió de ella con un cabezazo de Benzema, lazo al preciso envío de Carvajal con el exterior de su pie derecho. Los laterales son la banda sonora del Madrid. Ellos marcan la altura del equipo por el estruendo que provocan en ataque, especialmente Marcelo, que es extremo de percusión.
También asomó en Cristiano un punto de mejoría. A ratos fue el Carpanta que aún lleva dentro. Resultaron magníficos los preparativos del segundo gol, con control, bicicleta y pase atrás resuelto por Kroos con su receta tradicional: remate raso, junto al palo, a contrapié. Imparable. El portugués mereció ese gol que antes le salía al paso casi sin buscarlo. Modric ha regresado sin secuelas aunque aún anda acelerando.
El golazo de Casemiro
Y Casemiro, que dio tumbos en su papel de jugador-mordaza al principio, acabó en figura y ofreció una enorme compensación al Bernabéu: un voleón cruzado de premio Puskas. De ese acto reflejo salió un gol que levantó a Rafa Nadal de su asiento y corrigió al Madrid inicial, que a menudo había perdido su trazado ante las contras del Nápoles.
El equipo de Sarri, al que arengó Maradona probablemente reclamando una deuda de hace treinta años, está diseñado para la guerra relámpago. La pelota vuela y el batallón de atacantes que la acompañan, también, aunque el despliegue sea más vistoso que eficiente. Se agradeció que el equipo no acampara en torno a Reina y que el empleo de muchos blancos móviles desconcertara a la zaga del Madrid, pero visitaron poco a Keylor. Las propuestas de Hamsik, el faro de su juego, no tuvieron continuidad en el trío ofensivo más allá del tanto de Insigne. El Madrid se fue al descanso con ocasiones de sobra para haber puesto tierra de por medio y con seis fueras de juego, muestra de su falta de contención en la carga.
Regresó luego con más ímpetu, mejor juego y menos concesiones. Y tuvo respuesta cumplida del Nápoles que también tuvo más colmillo. Mertens perdió dos goles cantados antes de que James, que ofreció un buen tono, le imitase. A Callejón le anularon un tanto que hubiera bacheado la eliminatoria y Marcelo se atarugó en una ocasión que la hubiese sentenciado. A San Paolo llega la eliminatoria blanqueada pero viva.
Luis Nieto
As
Sirva de advertencia que el Madrid sólo pasó la mitad de las veces que se embolsó un 3-1 en la ida, pero eran otros tiempos. Un gol de Benzema hizo de cortafuegos ante un Nápoles que ofrece alegría en las dos áreas. En la ajena hizo fortuna un Madrid abanderado por el mejor Benzema en tiempo y una buena puesta en escena general, Cristiano incluido. Sus veinte remates fueron el testimonio de que la cosa marcha.
Fue un partido de pronóstico fácil, en el que sucedió cuanto se esperaba: el Madrid salió avisado tras las cuatro vueltas de campana del Barça en París y el Nápoles resultó lo que prometió Sarri, un equipo incapaz de dar un pase atrás ni para tomar impulso. Agitada la coctelera, resultó un partido estupendo, que el público se bebió de un trago.
El Madrid salió a pleno pulmón, a la orden de Benzema, en sus versiones felina y canina, combinativa y rematadora. Una actuación estupenda de un futbolista multidisciplinar pero sin término medio. Esta vez ofreció su versión más luminosa, de principio a fin. A los 30 segundos calentó las manos de Reina, encadenó ocasiones y marcó el gol del empate cuando el Madrid braceaba contra su desventaja. La Champions multiplica sus propiedades
El francés fue el delantero de primeros auxilios. Gracias a él se abrió el equipo su camino a tiros en un partido de grandes virajes.
La salida en tromba del Madrid quedó frenada en seco por un gol de Insigne difícilmente explicable. En favor del jugador del Nápoles quedó anotada la ocurrencia de tirar a colocar junto al palo desde 30 metros. Un remate suave y ajustadísimo que cogió a Navas desorientado, muy lejos de la meta, muy vencido a un palo. Una metedura de pata por falta de concentración. La jugada tuvo una cuidada elaboración y no fue fruto de una pérdida imprevista, lo que no le permite alegar el factor sorpresa.
El Madrid plantó el culo en la lona y escuchó una breve cuenta de protección. Salió de ella con un cabezazo de Benzema, lazo al preciso envío de Carvajal con el exterior de su pie derecho. Los laterales son la banda sonora del Madrid. Ellos marcan la altura del equipo por el estruendo que provocan en ataque, especialmente Marcelo, que es extremo de percusión.
También asomó en Cristiano un punto de mejoría. A ratos fue el Carpanta que aún lleva dentro. Resultaron magníficos los preparativos del segundo gol, con control, bicicleta y pase atrás resuelto por Kroos con su receta tradicional: remate raso, junto al palo, a contrapié. Imparable. El portugués mereció ese gol que antes le salía al paso casi sin buscarlo. Modric ha regresado sin secuelas aunque aún anda acelerando.
El golazo de Casemiro
Y Casemiro, que dio tumbos en su papel de jugador-mordaza al principio, acabó en figura y ofreció una enorme compensación al Bernabéu: un voleón cruzado de premio Puskas. De ese acto reflejo salió un gol que levantó a Rafa Nadal de su asiento y corrigió al Madrid inicial, que a menudo había perdido su trazado ante las contras del Nápoles.
El equipo de Sarri, al que arengó Maradona probablemente reclamando una deuda de hace treinta años, está diseñado para la guerra relámpago. La pelota vuela y el batallón de atacantes que la acompañan, también, aunque el despliegue sea más vistoso que eficiente. Se agradeció que el equipo no acampara en torno a Reina y que el empleo de muchos blancos móviles desconcertara a la zaga del Madrid, pero visitaron poco a Keylor. Las propuestas de Hamsik, el faro de su juego, no tuvieron continuidad en el trío ofensivo más allá del tanto de Insigne. El Madrid se fue al descanso con ocasiones de sobra para haber puesto tierra de por medio y con seis fueras de juego, muestra de su falta de contención en la carga.
Regresó luego con más ímpetu, mejor juego y menos concesiones. Y tuvo respuesta cumplida del Nápoles que también tuvo más colmillo. Mertens perdió dos goles cantados antes de que James, que ofreció un buen tono, le imitase. A Callejón le anularon un tanto que hubiera bacheado la eliminatoria y Marcelo se atarugó en una ocasión que la hubiese sentenciado. A San Paolo llega la eliminatoria blanqueada pero viva.