El líder de los talibanes pide a los afganos que planten árboles

En un inesperado giro ecologista, Haibatullah Akhundzada sorprende con el primer comunicado en meses

Ángeles Espinosa
Dubái, El País
Han leído bien. El líder de la guerrilla talibán, el clérigo Haibatullah Akhundzada, ha pedido a sus seguidores y a todos los afganos que “planten árboles”, e incluso especifica que da igual que sean frutales o no. El inusual “mensaje especial” del cabecilla de los insurgentes afganos, más conocidos por plantar explosivos y opio que por sus inquietudes ecológicas, ha sorprendido a los observadores que sin embargo dudan de que la solicitud constituya una alternativa a hacer la guerra.


“Ante la llegada de la primavera, se convoca a los combatientes y a todos los individuos a plantar uno o varios árboles, frutales o no, en provecho de la tierra y a mayor gloria de Dios Todopoderoso”, señala el comunicado distribuido a la prensa y colgado en la página web del movimiento talibán, del que se hacen eco las agencias de noticias.

Haibatullah, a quien se conoce por su nombre propio como a sus predecesores, ha hecho contadas declaraciones públicas desde que se puso al frente del grupo en mayo de 2016, a raíz de que un dron estadounidense matara a Akhtar Mansur, el controvertido sucesor del clérigo Mohamed Omar. De hecho, es su primer mensaje firmado desde el pasado septiembre, aunque el grupo ha publicado en los últimos meses declaraciones sobre diversos temas desde las víctimas civiles hasta las próximas operaciones militares, pasando por una carta a Trump instándole a que retire sus tropas de Afganistán.

El clérigo justifica la actual iniciativa por “su importancia para proteger el medioambiente y para el desarrollo económico”. E incluso busca apoyarla en el Corán para darle más fuerza. “Plantar árboles y cultivar la tierra están consideradas acciones beneficiosas tanto en esta vida como en el más allá”, insiste el líder insurgente, cuyo paradero se desconoce. “Si se deja de plantar, incluso la vida estará en peligro”, advierte.

Pero esa repentina preocupación por la naturaleza, no convence a todos. “Que empiecen por dejar de plantar los explosivos con los que a diario matan a tantos afganos, incluidas mujeres y niños”, le respondió el portavoz del Ministerio del Interior, Sediq Sediqqi, según France Presse, aunque el mensaje ha desaparecido de su cuenta. La ONU atribuye a los talibanes dos tercios de los 11.418 civiles muertos el año pasado a causa de los enfrentamientos entre los insurgentes y las fuerzas regulares.

“Plantar árboles y cultivar la tierra están consideradas acciones beneficiosas tanto en esta vida como en el más allá”, insiste el líder insurgente, cuyo paradero se desconoce

Los talibanes combaten al Gobierno de Kabul y a las fuerzas occidentales que lo apoyan desde que el Ejército de Estados Unidos les desalojó del poder en 2001 por su connivencia con Al Qaeda en los atentados del 11-S. Desde entonces han ido recuperando terreno, en parte por la mala gobernanza de los políticos afganos y en parte por sus brutales atentados. Los analistas estiman que el grupo controla o impide el control gubernamental en al menos un 40% de Afganistán. En buena parte de ese territorio, favorecen el cultivo de opio de cuyos beneficios extraen el grueso de los ingresos que financian sus actividades. No obstante, los talibanes que nunca han renunciado a sus aspiraciones políticas también tratan de ofrecer algunos servicios básicos en las zonas bajo su férula.

“No, no creo que sea un mensaje codificado. Quieren comportarse como un Gobierno y, tal como explica el texto, el profeta también estaba a favor del medioambiente”, interpreta Thomas Ruttig, codirector del grupo de investigación Afghanistan Analysts Network (AAN). En un intercambio de correos, este experto se muestra convencido de que el grupo mantendrá su tradicional ofensiva de primavera, cuando al derretirse la nieve se hacen más fáciles sus desplazamientos.

Afganistán, un país que a pesar de sus ríos es en gran parte desértico, especialmente en su mitad sur, perdió muchos de sus árboles cuando los ocupantes soviéticos los talaron para evitar las emboscadas en los años ochenta del siglo pasado.

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