El Barça recupera el orgullo, ahora falta el juego
Santi Giménez
As
El Barcelona regresa al trabajo para preparar una semana de seis puntos en la que jugará dos partidos ante su público. El miércoles en el Camp Nou ante el Sporting y el domingo recibiendo al Celta. Dos buenas ocasiones para completar con juego la importante victoria en el Calderón que se sustentó más en la competitividad y el orgullo de los jugadores de Luis Enrique que en una excelencia futbolística.
La gran lección del Vicente Calderón es que los jugadores del Barça siguen teniendo hambre. Reivindicaron que son los vigentes campeones y que no piensan rendirse tan fácilmente. El Barcelona salió muy tocado de París hace dos semanas después de encajar un 4-0 muy doloroso y ante el Leganés en casa todo fueron dudas. Gracias a una intervención en el equipo de Luis Enrique, que modificó el sistema táctico con una defensa de tres, el equipo blaugrana volvió a competir ante un rival que también se jugaba ante su público buena parte de sus opciones para engancharse a la Liga.
Aferrados a la eficacia de un Messi poco participativo, pero letal en cada una de sus acciones (lanzó una falta que Oblak desvió en un antológico paradón y marcó el tanto decisivo en el 86) el equipo blaugrana avivó la lucha por la Liga recogiendo parte de la cosecha que se dejó el Real Madrid en Valencia en el partido que quedaba pendiente por la disputa del Mundial de Clubes.
La manera de celebrar los goles y las palabras de los jugadores del equipo catalán al final del partido vienen a demostrar que el grupo está unido y que ha recuperado el orgullo competitivo. Una buena base para iniciar una mejora en el juego que debe de pasar de manera ineludible y obligatoria por el retorno de jugadores como Busquets o Iniesta a su mejor versión.
Ambos centrocampistas, que sin duda representan como nadie la esencia del juego del Barcelona, volvieron a protagonizar en Madrid una actuación muy gris.
Rearmado moralmente, al Barça le falta ahora aferrarse al fútbol para poder perseguir con garantías al líder, que sigue teniendo una bala en la recámara.
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El Barcelona regresa al trabajo para preparar una semana de seis puntos en la que jugará dos partidos ante su público. El miércoles en el Camp Nou ante el Sporting y el domingo recibiendo al Celta. Dos buenas ocasiones para completar con juego la importante victoria en el Calderón que se sustentó más en la competitividad y el orgullo de los jugadores de Luis Enrique que en una excelencia futbolística.
La gran lección del Vicente Calderón es que los jugadores del Barça siguen teniendo hambre. Reivindicaron que son los vigentes campeones y que no piensan rendirse tan fácilmente. El Barcelona salió muy tocado de París hace dos semanas después de encajar un 4-0 muy doloroso y ante el Leganés en casa todo fueron dudas. Gracias a una intervención en el equipo de Luis Enrique, que modificó el sistema táctico con una defensa de tres, el equipo blaugrana volvió a competir ante un rival que también se jugaba ante su público buena parte de sus opciones para engancharse a la Liga.
Aferrados a la eficacia de un Messi poco participativo, pero letal en cada una de sus acciones (lanzó una falta que Oblak desvió en un antológico paradón y marcó el tanto decisivo en el 86) el equipo blaugrana avivó la lucha por la Liga recogiendo parte de la cosecha que se dejó el Real Madrid en Valencia en el partido que quedaba pendiente por la disputa del Mundial de Clubes.
La manera de celebrar los goles y las palabras de los jugadores del equipo catalán al final del partido vienen a demostrar que el grupo está unido y que ha recuperado el orgullo competitivo. Una buena base para iniciar una mejora en el juego que debe de pasar de manera ineludible y obligatoria por el retorno de jugadores como Busquets o Iniesta a su mejor versión.
Ambos centrocampistas, que sin duda representan como nadie la esencia del juego del Barcelona, volvieron a protagonizar en Madrid una actuación muy gris.
Rearmado moralmente, al Barça le falta ahora aferrarse al fútbol para poder perseguir con garantías al líder, que sigue teniendo una bala en la recámara.