¿Dónde estás, Ciclón?

Aguirre quiere encontrar el juego de un equipo en reconstrucción. Las lesiones de Ortigoza y de Belluschi le quitaron trabajo de conjunto. ¿Cómo llega al arranque?

Nico Berardo
nberardo@ole.com.ar
San Lorenzo necesita readaptarse a sus posibilidades. El diagnóstico de Diego Aguirre fue claro: su equipo necesita recuperar la mecánica para que el modelo 2017 esté a la altura de los desafíos: seguir peleando el campeonato local, además de saltar la vara de la fase de grupos en la Libertadores, primer objetivo a corto plazo a nivel internacional. Las salidas de Sebastián Blanco y Martín Cauteruccio obligan al DT a buscarle otra impronta futbolística al equipo. Ante la venta de Emmanuel Mas, por otro lado, también urge potenciar las variantes del lateral izquierdo (ver aparte). Y, aunque en el núcleo del medio existen con variantes para generar fútbol, al plantel le faltan minutos de fútbol para afinar la sintonía.


La pretemporada no alcanzó, en parte, por las lesiones. Belluschi sufrió ante Boca (24/1) un esguince de tobillo que lo marginó de los entrenamientos más exigentes durante un mes. Ortigoza tuvo un percance similar: chocó con Damonte ante Estudiantes (27/1) y tampoco pudo ganar continuidad (aún tocado, pudo jugar ante Independiente: convirtió el gol del 1-0 el 4/2). ¿Más? Tino Costa, primer relevo para cualquiera de los dos integrantes del pack creativo titular, tampoco pudo trabajar con normalidad durante los últimos 20 días a raíz de una tendinitis. De hecho, recién el viernes pasado logró reincorporarse a los ensayos luego de trabajar intensamente con Jorge Macagno y Fernando Crespo, los kinesiólogos del club. Y, para completar los problemas, hace una semana Cerutti sufrió una distensión que lo pone en duda para el debut en la Libertadores ante Flamengo del 8 de marzo, en Río.

Aguirre tuvo que archivar su dibujo inicial (4-3-3) y ensamblar de otra manera las piezas del puzzle táctico: trocó a un 4-2-3-1 para conseguir mayor equilibrio en el medio y, a su vez, solidez en el fondo. Piris da Motta, el primer refuerzo del año, se mostró como variable. Y Rubén Botta, la segunda incorporación, se ganó un lugar recostado sobre la izquierda. Sin embargo, a pesar del crecimiento del juvenil Merlini, y que Ezequiel Avila sumó su desequilibrio y madurez a las alternativas titulares, San Lorenzo perdió fluidez de juego, algo que lo caracterizaba en el 2016. El desafío del entrenador será reconstruir el equipo, darle otra impronta. El doble 9 que Aguirre probó un rato ante Gimnasia (Blandi y Bergessio, en un esquema 4-4-2) puede resultar un buen plan B: la actualización del software para el 2017 deberá incluir un cambio de estilo para que el sistema no se tilde en plena competencia. Hará falta una buena visión para encontrar la respuesta y el funcionamiento ideal. Hoy no aparece...

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