Después del Brexit, el desafío de Europa ante el ascenso del populismo de extrema derecha
Bruselas, BBC
Mi Fiat 500 alquilado, de color rojo brillante, serpentea por las carreteras estrechas, flanqueadas por olivos, de la campiña toscana.
Con las ventanas abiertas, canto las cursis canciones mediterráneas que suenan en el radio y observo el paisaje al pasar.
Pero estoy aquí para hacer un documental sobre la Europa que baila al ritmo de una melodía preocupante: el descontento popular, el temor, el miedo y, en muchos rincones, la ausencia de esperanza.
Mi Fiat 500 alquilado, de color rojo brillante, serpentea por las carreteras estrechas, flanqueadas por olivos, de la campiña toscana.
Con las ventanas abiertas, canto las cursis canciones mediterráneas que suenan en el radio y observo el paisaje al pasar.
Pero estoy aquí para hacer un documental sobre la Europa que baila al ritmo de una melodía preocupante: el descontento popular, el temor, el miedo y, en muchos rincones, la ausencia de esperanza.
Siempre hay una sección de la sociedad que se siente abandonada o ignorada por su gobierno, pero después de la debacle financiera de 2008, los rescates bancarios, la crisis de inmigrantes y una serie de ataques terroristas, un creciente número de europeos se sienten desprotegidos, expuestos y temerosos por el futuro de sus familias.
¿Y la respuesta a sus miedos? Bueno, si mi Fiat 500 fuera Europa, estaría titubeando en una intersección.
Las señales apuntan hacia una dirección que dice Angela Merkel, y hacia otra opuesta: Marine Le Pen.
Nuevo orden mundial
Estas dos mujeres determinadas, políticas fuertes y experimentadas, se presentan a elecciones este año y esperan llevar a sus propios países, y a Europa, hacia caminos drásticamente diferentes.
Merkel, una apasionada defensora europea y demócrata cristiana, que conoce bien los horrores del pasado nazi y de la Guerra Fría en su país, es vista cada vez más como la principal defensora de los valores liberales del continente.
Barack Obama enfáticamente eligió a Merkel y Berlín para su última visita oficial al extranjero antes de entregar la presidencia a Donald Trump.
Le Pen, por otra parte, es la estrella de la nueva ola de populismo en Europa. Está exigiendo lo que durante una entrevista me describió como "un nuevo orden mundial".
Una nueva Francia, una nueva Europa, libre, dice, de la "prisión" de la Unión Europea y de la unión "artificial" de las naciones europeas.
Se ríe de quienes se retuercen a ambos lados del Atlántico por la presidencia de Trump.
Brexit, Trump, y los nuevos "líderes patrióticos" de Europa, en palabras de Le Pen, son simplemente el fin de un mundo y el comienzo de uno nuevo donde, en su opinión, la gente y el Estado son más fuertes y no responden a lo que ella llama "globalizacionistas".
Atrás, en un pasado no muy distante, quedaron los días cuando las elecciones nacionales se enfrentaban a un muro de indiferencia pública.
2017 ha sido llamado "el año electoral" en Europa. Habrá elecciones en países clave de la Unión Europea: Alemania, Francia, Holanda y posiblemente Italia.
Gritos de los marginados
Con los partidos populistas bien posicionados, los que están a favor y en contra de ellos se sienten motivados a votar. Y no sólo pensando en sus bolsillos.
La famosa consigna de campaña "Es la economía, estúpido", asociada a la exitosa candidatura presidencial de Bill Clinton en 1992, ya no es pertinente.
Basta ver a Holanda, que irá a las urnas el próximo mes.
La economía allí está en ascenso y el desempleo es bajo. Pero en lugar de apoyar al centrista primer ministro, los electores se están acercando al euroescéptico populista y antiinmigración, Geert Wilders.
Donde quiera que se mire ahora en Europa, al norte, sur, este u oeste, hay partidos populistas que están gritando muy fuerte desde los márgenes.
El Movimiento 5 Estrellas de Italia es el partido político más comentado en estos momentos.
Dicen que escuchan a la gente y no a las grandes empresas y que su mensaje está cautivando a los desencantados del país, de todas las edades y antecedentes.
"'Populismo' es una palabra hermosa", me dijo Beppe Grillo, el líder del movimiento. "Estoy orgulloso de ser un populista. Significa que estamos diciendo ¡No! ¡No! y ¡No! y que ganaremos las próximas elecciones".
Nacionalismo y antiinmigración
Una nostálgica vena nacionalista y de antiinmigración se extiende por la mayoría de los partidos populistas europeos, pero sus políticas varían de país a país. Es incorrecto describirlos a todos como de "extrema derecha".
Incluso los partidos que tienen profundas raíces en la extrema derecha, como el Partido de la Libertad de Austria, o el Frente Nacional de Le Pen, han tratado de extender su atractivo declarándose que son del pueblo y no de la derecha o la izquierda.
"Au nom du peuple" (en nombre del pueblo) es la consigna con la que Le Pen está dirigiendo su campaña presidencial en Francia.
Y después del fiasco de Francois Fillon en Francia, en el que el candidato de centro derecha se está viendo perjudicado por alegaciones de corrupción, Le Pen tiene la oportunidad de llegar al cargo político más alto de su país.
Y eso sería un drástico punto de inflexión para Europea. Le Pen dice que desea abandonar el euro y probablemente a la UE.
El "Frexit" podría llevar al colapso total de la UE.
Europa fracturada
En Bruselas, se dice que la UE está luchando una batalla para sobrevivir. Antes de dejar el cargo de presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz me dijo que existe un "verdadero riesgo" de que la UE se derrumbe.
La vicepresidenta de la Comisión Europea, Federica Mogherini, señala: "Tenemos algo que el mundo entero considera como un milagro. Tenemos una fuerza enorme y gastamos nuestro tiempo hablando de nuestra propia crisis".
El próximo mes es el cumpleaños 60 de la UE y se planean grandes celebraciones en Roma. Pero fuera de las puertas de la fiesta de cumpleaños la existencia de la organización está siendo seriamente cuestionada.
Y todo esto también tiene una importancia global. Los populistas de Europa son, en su mayoría, seguidores de los presidentes Putin y Trump y una Europa débil y fracturada les funciona a ambos.
Con muchos europeos nerviosos sobre la presidencia de Trump y con tantas cosas en juego, podría ocurrir que incluso los electores enojados se sientan este año más seguros apoyando a los políticos establecidos.
Pero es imposible predecirlo. Ya se ha demostrado que los sondeos no son confiables. Y el humor de los electores europeos ahora es muy volátil.