Barcelona dio un golpe letal en el Calderón

El Barça fue superior en la primera mitad, con dos golazos de Messi y Luis Suárez. El Atlético reaccionó a lo grande tras el descanso y mereció empatar.


Luis Nieto
As
Tres son multitud en el Barça. Messi y sus dos escoltas llevaron la eliminatoria al Camp Nou en rampa de bajada, pero el asalto final del Atlético le dejó en mal lugar. El equipo de Simeone se tomó la segunda parte a la tremenda y cogió por la solapas al Barça, aunque no le dio ni siquiera para llegar a la vuelta en situación de equilibrio. Para el recuerdo quedó un partido de rompe y rasga.


El Barça es un ejército de tres, a los que les bastó un soplido para derrumbar a un Atlético de altísima siniestralidad. En Vitoria no se rompió un equipo, se rompió un espíritu. En estos tiempos de gloria también se conoció a algún mal Atlético, pero no a un Atlético de brazos caídos. Sucedió en Mendizorroza, entre malas caras y alguna erupción inexplicable. Ante el Barça quizá faltó el talento pero no el talante. Con todo perdido, el Atlético fue la fiera que tanto se acercó a los grandes.

El Barça de los tres reyes magos no precisa siquiera masticar los partidos. Aquella etapa pasó. Más si falta Iniesta, último vestigio de ese régimen autoritario que dejaba sin respuesta al rival. El Barça de ahora, que mereció una condena mayor en el Villamarín, prefiere marcar primero y preguntar después.

Así amilanó de salida a un Atlético sin alma, que pretendió estirarse, presionar arriba, proponer un partido a la bayoneta, y que se fue al suelo en una pieza para el recuerdo de Luis Suárez. Tomó la pelota en el centro del campo, le cogió dos metros de ventaja a un Godín a la baja, sorteó con un autopase a Savic como si de una farola se tratase y ejecutó un remate suave, con el exterior, de altísima resolución. Empezó como Messi y acabó como Romario. Un gol que embellece la carrera del uruguayo, que es más de números que de letras.

El Atlético se desorientó. Con la versión más conservadora posible, Juanfran a la derecha y Koke en la izquierda, sin un plan detallado de sus centrocampistas y sin dar una oportunidad a la velocidad de Griezmann y Carrasco, el equipo de Simeone perdió adherencia en el partido.

Tampoco es perfecta la silueta del Barça, mutilado en el centro del campo por las bajas. Mascherano fue un muy buen andamio, pero Rakitic y André Gomes ofrecieron poca colaboración, especialmente el portugués, un témpano que perdió demasiados balones. En cualquier caso, muscular la zona ancha le fue bien al Barça para evitar los disturbios cerca de Cillessen hasta que el Atlético desató su tempestad.

El resto quedó en manos de su tres tenores. Neymar no acaba de explicarse bien ante la puerta adversaria, pero merece una condecoración su valentía, su espíritu emprendedor y su presencia constante. Al otro lado anda Messi. Parece holgazanear pero en realidad otea sin gastar carburante. No va por la presa. Espera que se meta en su boca de lobo. De la nada, a la media hora, se sacó un pistoletazo de izquierda perfecto, con el empeine total, al palo menos protegido. Su renovación debe andar ya en el podio de preocupaciones del poco perspicaz observatorio azulgrana.

Pero el Atlético superó los efectos de la anestesia y Simeone le dio la vuelta al calcetín: entraron Torres, preocupación histórica del Barça, y Gaitán, Koke se fue al centro y Juanfran bajó a su puesto de lateral. Sonó la campana. Volvió aquel Atlético que cazaba en manada, once en el campo y 50.000 en la grada, la ley de Simeone. Y regresó el martillo del balón parado. Marcó Griezmann a pase de Godín, en jugada enlatada y con falta previa de Koke a Luis Suárez. Lo meterá el Barça en ese libro de reclamaciones que guarda el club y airea la prensa catalana.

Acabó mandando el Atlético

El viento cambió radicalmente. Cillessen evitó el empate de Griezmann, Neymar vio la amarilla que le deja sin vuelta, Gameiro se sumó a la carga. El Barça pareció un pelele, bombardeado por derecha e izquierda, con Luis Enrique tocando la melodía habitual: Rakitic y André Gomes al vestuario. Messi abrió un paréntesis, con una falta a la escuadra y un pase de gol que Neymar hizo trizas. También es insuperable como artificiero.

Pero el Atlético se esmeró en el arrimón final. Gameiro dos veces, Torres dos veces, Griezmann, Simeone lanzándose al suelo por no lanzarse al árbitro... El empeño atlético mereció un empate que no llegó, aunque pusieron mucho de su parte Cillessen y su zaga. Celebremos que queda otro partido. Viva la Copa.

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