Un presidente de Estados Unidos enfrentado a los medios de comunicación
Trump estrena su mandato alimentando su amplia cartera de ataques a periodistas y publicaciones que cubrieron su campaña electoral
Cristina F. Pereda
Corresponsal en Estados Unidos
Washington, El País
El presidente de Estados Unidos comienza su mandato enfrentado frontal y abiertamente al cuarto poder, los medios de comunicación. Desde el inicio de su campaña y hasta el último momento de la transición presidencial, Donald Trump ha criticado a los periodistas y publicaciones a través de su cuenta de Twitter, ha amenazado a cabeceras que revelaban informaciones sobre él y ha intentado deslegitimar la labor de aquellos medios a los que ha calificado repetidamente de “deshonestos” y “escoria” cuando no ha estado de acuerdo con el enfoque de sus noticias.
Este sábado, en sus primeras 24 horas como mandatario, reiteró una vez más que los periodistas están “entre los seres humanos más deshonestos de la tierra”. Su portavoz en la Casa Blanca, Sean Spicer, estrenó el cargo en una rueda de prensa que abrió con un comunicado acusando a los medios de rebajar las cifras de asistencia a la investidura del republicano y una advertencia: “rendirán cuentas”. Hacía apenas cuatro días que el expresidente Barack Obama defendió en la misma sala el valor de los medios. “América os necesita y nuestra democracia os necesita”, dijo.
La relación entre Trump y los medios estadounidenses, ya de por sí tensa durante la campaña electoral, se recrudeció aún más en sus últimas semanas como presidente electo por la publicación de un informe que supuestamente han elaborado las agencias de espionaje rusas y que podrían comprometer su mandato. El único medio que ha difundido el documento al completo es Buzzfeed. Trump les ha acusado de ser “un montón de basura” a Buzzfeed. A CNN, que reveló la existencia del informe sin citar su contenido, aún sin verificar por EE UU, le negó una pregunta en una comparecencia por “ser noticias falsas”.
En el pasado, Trump también ha amenazado con demandar por difamación a otras publicaciones, una tendencia que empujó al Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) a alertar el pasado otoño del peligro “sin precedentes” que supone su mandato para la libertad de prensa por su “traición a los valores de la libertad de expresión”. Ahora que es presidente, los responsables de Columbia Journalism Review, la publicación de la Universidad de Columbia, se han dirigido a él en una carta abierta en la que le explica los términos de la relación entre un mandatario y los periodistas que cubren sus pasos.
“No le sorprenderá que consideramos que esta relación está deteriorada”, afirma el editor de la revista Kyle Pope. “Pero nosotros decidimos cuántos minutos le damos a sus portavoces y nosotros dictamos las reglas de las declaraciones que son off the record o no”, en referencia a la información que a veces proporcionan los miembros del gobierno a los medios y que éstos acuerdan no publicar.
“Estas elecciones han dejado a la prensa en su peor lugar con respecto al público estadounidense y nos ha llevado a muchos a preguntarnos sobre nuestra misión y nuestros métodos”, reconoció en un comunicado David Boardman, presidente del Comité de Periodistas por la Libertad de Prensa. “Ahora nos enfrentamos a un nuevo presidente que ha expresado su rechazo a muchos de los derechos y libertades que los periodistas han dado por sentado”.
El último tira y afloja entre Trump y los medios estadounidenses se produjo el pasado fin de semana, cuando uno de sus principales asesores especuló con cambiar la sede de la sala de prensa en la Casa Blanca. Aunque se retractó a las pocas horas, Rience Priebus expresó su intención de encontrar una sala que pueda acomodar a los “cientos” de periodistas que quieren cubrir la Administración Trump, así como que sea el presidente quien elija qué medios pueden entrar o no.
Esto último hubiera roto con una tradición de décadas y que concede a los periodistas acreditados en la Casa Blanca la posibilidad de desplazarse por los pasillos del Ala Oeste y conversar con los miembros del equipo del presidente. El presidente de la Asociación de Corresponsales calificó una decisión así de “inaceptable”, pero otras voces como el instituto Poynter han reivindicado que “el poder de los medios no tiene que ver con su proximidad al poder” y que para cubrir a Trump “sus principales armas serán la misma objetividad, decencia y equilibrio que parecen escapársele a él”.
Otros expertos también abogan por una estrategia que vaya más allá de protestar los ataques de Trump a la prensa. Jay Rosen, profesor de la Universidad de Nueva York, que ha analizado la situación de los medios desde la campaña electoral por la confluencia de una crisis económica que ha diezmado las redacciones y una estrategia por parte de la derecha más conservadora para deslegitimar a los medios tradicionales. Rosen pide a los periodistas que no se limiten a exigir acceso al presidente, sino que presten atención a “un modelo de propaganda basado en el fomento de la confusión” y en el que pueden verse atrapados. “Eso sería señal de que está funcionando”.
Cristina F. Pereda
Corresponsal en Estados Unidos
Washington, El País
El presidente de Estados Unidos comienza su mandato enfrentado frontal y abiertamente al cuarto poder, los medios de comunicación. Desde el inicio de su campaña y hasta el último momento de la transición presidencial, Donald Trump ha criticado a los periodistas y publicaciones a través de su cuenta de Twitter, ha amenazado a cabeceras que revelaban informaciones sobre él y ha intentado deslegitimar la labor de aquellos medios a los que ha calificado repetidamente de “deshonestos” y “escoria” cuando no ha estado de acuerdo con el enfoque de sus noticias.
Este sábado, en sus primeras 24 horas como mandatario, reiteró una vez más que los periodistas están “entre los seres humanos más deshonestos de la tierra”. Su portavoz en la Casa Blanca, Sean Spicer, estrenó el cargo en una rueda de prensa que abrió con un comunicado acusando a los medios de rebajar las cifras de asistencia a la investidura del republicano y una advertencia: “rendirán cuentas”. Hacía apenas cuatro días que el expresidente Barack Obama defendió en la misma sala el valor de los medios. “América os necesita y nuestra democracia os necesita”, dijo.
La relación entre Trump y los medios estadounidenses, ya de por sí tensa durante la campaña electoral, se recrudeció aún más en sus últimas semanas como presidente electo por la publicación de un informe que supuestamente han elaborado las agencias de espionaje rusas y que podrían comprometer su mandato. El único medio que ha difundido el documento al completo es Buzzfeed. Trump les ha acusado de ser “un montón de basura” a Buzzfeed. A CNN, que reveló la existencia del informe sin citar su contenido, aún sin verificar por EE UU, le negó una pregunta en una comparecencia por “ser noticias falsas”.
En el pasado, Trump también ha amenazado con demandar por difamación a otras publicaciones, una tendencia que empujó al Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) a alertar el pasado otoño del peligro “sin precedentes” que supone su mandato para la libertad de prensa por su “traición a los valores de la libertad de expresión”. Ahora que es presidente, los responsables de Columbia Journalism Review, la publicación de la Universidad de Columbia, se han dirigido a él en una carta abierta en la que le explica los términos de la relación entre un mandatario y los periodistas que cubren sus pasos.
“No le sorprenderá que consideramos que esta relación está deteriorada”, afirma el editor de la revista Kyle Pope. “Pero nosotros decidimos cuántos minutos le damos a sus portavoces y nosotros dictamos las reglas de las declaraciones que son off the record o no”, en referencia a la información que a veces proporcionan los miembros del gobierno a los medios y que éstos acuerdan no publicar.
“Estas elecciones han dejado a la prensa en su peor lugar con respecto al público estadounidense y nos ha llevado a muchos a preguntarnos sobre nuestra misión y nuestros métodos”, reconoció en un comunicado David Boardman, presidente del Comité de Periodistas por la Libertad de Prensa. “Ahora nos enfrentamos a un nuevo presidente que ha expresado su rechazo a muchos de los derechos y libertades que los periodistas han dado por sentado”.
El último tira y afloja entre Trump y los medios estadounidenses se produjo el pasado fin de semana, cuando uno de sus principales asesores especuló con cambiar la sede de la sala de prensa en la Casa Blanca. Aunque se retractó a las pocas horas, Rience Priebus expresó su intención de encontrar una sala que pueda acomodar a los “cientos” de periodistas que quieren cubrir la Administración Trump, así como que sea el presidente quien elija qué medios pueden entrar o no.
Esto último hubiera roto con una tradición de décadas y que concede a los periodistas acreditados en la Casa Blanca la posibilidad de desplazarse por los pasillos del Ala Oeste y conversar con los miembros del equipo del presidente. El presidente de la Asociación de Corresponsales calificó una decisión así de “inaceptable”, pero otras voces como el instituto Poynter han reivindicado que “el poder de los medios no tiene que ver con su proximidad al poder” y que para cubrir a Trump “sus principales armas serán la misma objetividad, decencia y equilibrio que parecen escapársele a él”.
Otros expertos también abogan por una estrategia que vaya más allá de protestar los ataques de Trump a la prensa. Jay Rosen, profesor de la Universidad de Nueva York, que ha analizado la situación de los medios desde la campaña electoral por la confluencia de una crisis económica que ha diezmado las redacciones y una estrategia por parte de la derecha más conservadora para deslegitimar a los medios tradicionales. Rosen pide a los periodistas que no se limiten a exigir acceso al presidente, sino que presten atención a “un modelo de propaganda basado en el fomento de la confusión” y en el que pueden verse atrapados. “Eso sería señal de que está funcionando”.