Un exministro rebelde supera a Valls en las primarias de la izquierda francesa
El crítico Benoît Hamon saca cinco puntos de ventaja al exprimer ministro
Carlos Yárnoz
París, El País
El exprimer ministro Manuel Valls ha sufrido un duro revés en las urnas que pone en entredicho su futuro político, si se confirman los resultados provisionales de las primarias de la izquierda celebradas este domingo. Valls ha sido superado por el exministro Benoît Hamon, del ala crítica del partido. Este ha logardo el 36% de los votos frente al 31% para Valls y el 18% de Arnaud Montebourg, según los primeros datos del escrutinio de las 7.350 mesas.
Los electores, ha dicho Hamon en su primera intervención como ganador, le han dado “un mensaje claro de esperanza y renovación” al votar por “un nuevo proyecto” y “no por resignación, sino por convicción”.
Con tal veredicto en las urnas, los militantes y simpatizantes de la izquierda censuran el controvertido mandato de François Hollande y la opción de que Valls sea su heredero. Hamon está apoyado por diputados socialistas rebeldes que han amargado la legislatura a Hollande y Valls. El resultado decepcionante para Valls, que partía como favorito, ha sido incluso más elevado debido a la baja participación: entre 1,5 y 2 millones frente a los 4,3 millones de la derecha hace dos meses, lo que muestra la decepción y escasa movilización de la fragmentada izquierda francesa.
Pese al mal resultado del exjefe del Gobierno, que era apoyado por buena parte del Gobierno y del aparato del fragmentado Partido Socialista,Valls no tira la toalla. Todo lo contrario. “Nada está jugado. Nada está escrito. Empieza una nueva campaña”, anunció tras conocer el resultado, en la que habrá que elegir entre “la derrota asegurada” -la de Hamon, con propuestas “irrealizables” y “la victoria posible” con proyectos responsables.
Los inesperados resultados, si se confirmaran dentro de una semana, ponen en riesgo también la gestión del propio futuro de la centenaria organización progresista como ha sido . En la histórica sede parisina de los socialistas, en la calle Solférino, huele a fin de etapa. “Si la izquierda se rompe -y el riesgo está ahí-, pasará 30 años en la oposición”.
Bajo una foto del mítico François Mitterrand, lo dice el primer secretario, Jean-Christophe Cambadélis. A punto de concluir el mandato de François Hollande, el presidente más impopular de la V República, la desarbolada izquierda arranca con estas primarias una carrera electoral en la que será desalojada de su último reducto de poder, la jefatura del Estado.
Las encuestas indican no solo eso, sino que, además, será eliminada en la primera vuelta de las presidenciales en abril. Serán la ultraderecha y la derecha las que compitan en la recta final. Es lo que ocurrió en 2002 y los socialistas aún tienen pesadillas al recordarlo.
El origen de este negro panorama es la división de la izquierda debido a la “deriva liberal” de Hollande y Valls, según la permanente denuncia de Hamon y del tercer situado en las primarias de este domingo, el también exministro crítico Arnaud Montebourg (18,2% de los votos), que ha pedido ahora apoyar a Hamon. Ambos representantes del ala izquierdista del partido propugnan la derogación de la principal reforma de Hollande y Valls, la laboral.
La otra cara del socialismo se vio el viernes por la noche en el último mitin de campaña de Valls en el teatro Trialon, en París, donde se presentó como el único aspirate “con estatura de hombre de Estado”. El medio millar de asistentes –“¡Manuel presidente!”, gritaban una y otra vez- dedicó la salva de aplausos más cerrada a la ministra sentada en primera fila, la de Trabajo, Myriam el Khomri, que ha dado su nombre a esa controvertida reforma laboral.
Fue una prueba más de la existencia de esas dos “izquierdas irreconciliables” -en palabras del autodenominado “socialreformista” Valls-, patente en estas primarias cuya segunda vuelta se celebrará el domingo próximo. Y la división va a continuar, como lo prueba el voto polarizado y hasta la escasa participación frente a los 2,6 de las anteriores primarias en 2011 o los 4,3 millones de la derecha hace dos meses).
Esa baja participación pone en duda la autoridad del elegido para liderar el partido y para ser considerado el candidato de toda la izquierda, como aseguró el propio Hamon declaró tras depositar su voto en Trappes, cerca de París.
La corta y átona campaña de los aspirantes ha beneficiado a Hamon, que recortó distancias con el exprimer ministro, el favorito inicialmente. Por eso, mientras Valls fue el más atacado por sus rivales en el primero de los tres debates televisados, en el último fue Hamon la diana de los demás.
Exministro de Educación, expulsado del Ejecutivo con Montebourg en 2014 por criticar esa deriva liberal, concitó las embestidas de sus oponentes por defender una ayuda social universal de 600 euros para todos los franceses. “Costaría entre 300.000 y 400.000 millones”, le dijeron. “Es inaplicable”, le espetó Valls.
Ni esas críticas ni su pasado de activista contra su propio Gobierno socialista han frenado a los militantes y simpatizantes, que le han dado su confianza pese a las incógnitas que levanta como líder de la izquierda. Por su reciente pasado, es muy probable que busque una alianza con Jean-Luc Mélenchon, candidato antisistema apoyado por los comunistas.
Aún quedará en liza otro candidato en la izquierda, el también exministro Emmanuel Macron. Solo una imposible alianza entre ellos -según los sondeos-evitará a la izquierda el histórico fracaso de no estar representada en la segunda vuelta de las presidenciales en mayo.
Los tres más votados en una carrera con siete aspirantes
Benoît Hamon. El exministro de Educación tiene 49 años y se presentó como el principal rival de Manuel Valls. Expulsado del Gobierno por crítico en 2014, siendo diputado se abstuvo al votar reformas del Gobierno, como la laboral. Propugna un salario social universal de 600 euros, empezando por los jóvenes de 18 a 25 años.
Manuel Valls. El ex primer ministro, de 54 años, se presentó a estas primarias como el candidato natural una vez que el presidente François Hollande rechazó participar. A su favor tiene la experiencia y la lealtad a Hollande, pero la criticada legislatura actual también ha supuesto una losa para él. Le han apoyado más de la mitad de los ministros actuales y los dirigentes parlamentarios. Ha tenido en contra a los críticos.
Arnaud Montebourg, de 54 años, superó a Valls en las primarias de 2011 (17% frente a 5%). Abogado, locuaz, proteccionista, está emparejado con Aurélie Filipetti, otra exministra víctima de Hollande y expulsada con él del Gobierno. Una veintena de diputados rebeldes le respaldan.
Carlos Yárnoz
París, El País
El exprimer ministro Manuel Valls ha sufrido un duro revés en las urnas que pone en entredicho su futuro político, si se confirman los resultados provisionales de las primarias de la izquierda celebradas este domingo. Valls ha sido superado por el exministro Benoît Hamon, del ala crítica del partido. Este ha logardo el 36% de los votos frente al 31% para Valls y el 18% de Arnaud Montebourg, según los primeros datos del escrutinio de las 7.350 mesas.
Los electores, ha dicho Hamon en su primera intervención como ganador, le han dado “un mensaje claro de esperanza y renovación” al votar por “un nuevo proyecto” y “no por resignación, sino por convicción”.
Con tal veredicto en las urnas, los militantes y simpatizantes de la izquierda censuran el controvertido mandato de François Hollande y la opción de que Valls sea su heredero. Hamon está apoyado por diputados socialistas rebeldes que han amargado la legislatura a Hollande y Valls. El resultado decepcionante para Valls, que partía como favorito, ha sido incluso más elevado debido a la baja participación: entre 1,5 y 2 millones frente a los 4,3 millones de la derecha hace dos meses, lo que muestra la decepción y escasa movilización de la fragmentada izquierda francesa.
Pese al mal resultado del exjefe del Gobierno, que era apoyado por buena parte del Gobierno y del aparato del fragmentado Partido Socialista,Valls no tira la toalla. Todo lo contrario. “Nada está jugado. Nada está escrito. Empieza una nueva campaña”, anunció tras conocer el resultado, en la que habrá que elegir entre “la derrota asegurada” -la de Hamon, con propuestas “irrealizables” y “la victoria posible” con proyectos responsables.
Los inesperados resultados, si se confirmaran dentro de una semana, ponen en riesgo también la gestión del propio futuro de la centenaria organización progresista como ha sido . En la histórica sede parisina de los socialistas, en la calle Solférino, huele a fin de etapa. “Si la izquierda se rompe -y el riesgo está ahí-, pasará 30 años en la oposición”.
Bajo una foto del mítico François Mitterrand, lo dice el primer secretario, Jean-Christophe Cambadélis. A punto de concluir el mandato de François Hollande, el presidente más impopular de la V República, la desarbolada izquierda arranca con estas primarias una carrera electoral en la que será desalojada de su último reducto de poder, la jefatura del Estado.
Las encuestas indican no solo eso, sino que, además, será eliminada en la primera vuelta de las presidenciales en abril. Serán la ultraderecha y la derecha las que compitan en la recta final. Es lo que ocurrió en 2002 y los socialistas aún tienen pesadillas al recordarlo.
El origen de este negro panorama es la división de la izquierda debido a la “deriva liberal” de Hollande y Valls, según la permanente denuncia de Hamon y del tercer situado en las primarias de este domingo, el también exministro crítico Arnaud Montebourg (18,2% de los votos), que ha pedido ahora apoyar a Hamon. Ambos representantes del ala izquierdista del partido propugnan la derogación de la principal reforma de Hollande y Valls, la laboral.
La otra cara del socialismo se vio el viernes por la noche en el último mitin de campaña de Valls en el teatro Trialon, en París, donde se presentó como el único aspirate “con estatura de hombre de Estado”. El medio millar de asistentes –“¡Manuel presidente!”, gritaban una y otra vez- dedicó la salva de aplausos más cerrada a la ministra sentada en primera fila, la de Trabajo, Myriam el Khomri, que ha dado su nombre a esa controvertida reforma laboral.
Fue una prueba más de la existencia de esas dos “izquierdas irreconciliables” -en palabras del autodenominado “socialreformista” Valls-, patente en estas primarias cuya segunda vuelta se celebrará el domingo próximo. Y la división va a continuar, como lo prueba el voto polarizado y hasta la escasa participación frente a los 2,6 de las anteriores primarias en 2011 o los 4,3 millones de la derecha hace dos meses).
Esa baja participación pone en duda la autoridad del elegido para liderar el partido y para ser considerado el candidato de toda la izquierda, como aseguró el propio Hamon declaró tras depositar su voto en Trappes, cerca de París.
La corta y átona campaña de los aspirantes ha beneficiado a Hamon, que recortó distancias con el exprimer ministro, el favorito inicialmente. Por eso, mientras Valls fue el más atacado por sus rivales en el primero de los tres debates televisados, en el último fue Hamon la diana de los demás.
Exministro de Educación, expulsado del Ejecutivo con Montebourg en 2014 por criticar esa deriva liberal, concitó las embestidas de sus oponentes por defender una ayuda social universal de 600 euros para todos los franceses. “Costaría entre 300.000 y 400.000 millones”, le dijeron. “Es inaplicable”, le espetó Valls.
Ni esas críticas ni su pasado de activista contra su propio Gobierno socialista han frenado a los militantes y simpatizantes, que le han dado su confianza pese a las incógnitas que levanta como líder de la izquierda. Por su reciente pasado, es muy probable que busque una alianza con Jean-Luc Mélenchon, candidato antisistema apoyado por los comunistas.
Aún quedará en liza otro candidato en la izquierda, el también exministro Emmanuel Macron. Solo una imposible alianza entre ellos -según los sondeos-evitará a la izquierda el histórico fracaso de no estar representada en la segunda vuelta de las presidenciales en mayo.
Los tres más votados en una carrera con siete aspirantes
Benoît Hamon. El exministro de Educación tiene 49 años y se presentó como el principal rival de Manuel Valls. Expulsado del Gobierno por crítico en 2014, siendo diputado se abstuvo al votar reformas del Gobierno, como la laboral. Propugna un salario social universal de 600 euros, empezando por los jóvenes de 18 a 25 años.
Manuel Valls. El ex primer ministro, de 54 años, se presentó a estas primarias como el candidato natural una vez que el presidente François Hollande rechazó participar. A su favor tiene la experiencia y la lealtad a Hollande, pero la criticada legislatura actual también ha supuesto una losa para él. Le han apoyado más de la mitad de los ministros actuales y los dirigentes parlamentarios. Ha tenido en contra a los críticos.
Arnaud Montebourg, de 54 años, superó a Valls en las primarias de 2011 (17% frente a 5%). Abogado, locuaz, proteccionista, está emparejado con Aurélie Filipetti, otra exministra víctima de Hollande y expulsada con él del Gobierno. Una veintena de diputados rebeldes le respaldan.