Un Barça fantasma
España, AS
El Barcelona fue un fantasma en el Benito Villamarín, donde fue dominado claramente por un Betis que lo hizo todo para ganar, pero que en cuanto logró mediante Álex Alegría su tanto se plegó ante la carga desesperada final de los culés, que vieron estupefactos como no les concedían un gol catedralicio en una decisión incomprensible del árbitro y de su asistente. El balón no únicamente había superado la línea de gol clarísimamente sino que incluso llegó a tocar la red en la acción en la que el defensa sacó el esférico. Eso sin contar el penalti que sufrió Neymar en la acción precedente. Aún así, aferrado a la desesperación, Luis Suárez logró en el 90 el tanto del empate con el que acabó el partido y que deshincha las expectativas de los barcelonistas.
Hasta aquí la crónica de sucesos, que claramente deja al club catalán como el gran perjudicado. Ahora, vamos a hablar de fútbol y ahí también el equipo blaugrana es el gran damnificado, pues jugó un partido lamentable. Es tan extraño el fútbol que hasta el minuto 76, un empate blaugrana en Sevilla se hubiera antojado un milagro.
Estuvo el equipo barcelonista constantemente a merced de un Betis que se lo comió durante la mayor parte del encuentro a base de valentía, calidad y un derroche de piernas encomiable. Durante tres cuartos de partido, el Barça se sostuvo gracias a Ter Stegen, la falta de puntería de los béticos y la suerte en los dos balones de Ceballos y Rubén Castro que se estrellaron en el larguero y el poste, respectivamente de la portería barcelonista.
Fallaron los cambios
Las rotaciones esta vez le salieron muy mal a Luis Enrique. Los defensas que entraron de refresco fueron un drama en la fase de salida del balón. Digne, Mathieu y Aleix Vidal se hartaron de perder pelotas y de poner en compromisos a Piqué, que fue más bombero que central.
En el medio campo Rakitic fue un espectro. Situado como mediocentro, ni dio continuidad al juego, ni saltó líneas ni recuperó. Su partido fue un desastre. Sin un vértice en el que apoyarse, Denis perdió la magia de la última semana y Arda se fue deshaciendo a medida que pasaban los minutos.
Por no funcionar, al Barça ni le funcionó el tridente de ataque, absolutamente aislado. Unos pases de Messi, algún intento alocado de Neymar, que volvió a fallar en la suerte del gol y un Suárez desesperante que acabó maquillando su penosa actuación con un gol providencial en el límite del partido.
En cambio, en frente hubo un Betis tremendo. Un trueno en su motivación y disposición liderado por un Ceballos que reinó en el partido a sus anchas. El canterano fue un dolor de cabeza permanente para el Barcelona ya fuera iniciando la jugada, recuperando o disparando desde lejos.
El gol bético a la salida de un córner fue el justo premio al esfuerzo local y un varapalo para Ter Stegen, que hasta ese momento estaba aguantando al equipo, pero que en la jugada del gol le faltó contundencia en su salida por alto.
Luis Enrique metió mano al equipo y trató de arreglar el desaguisado dando entrada a Sergi Roberto, Jordi Alba y André Gomes y situando a Aleix en ataque. Y casi le sale bien si no llega a ser por la ceguera arbitral, pero hubiera sido un espejismo. El Barça fue un fantasma. Incluso cuando marcó.