Trump estudia gravar en un 20% las importaciones de México como pago por el muro
La Casa Blanca calcula que ese impuesto sufragará los costes "fácilmente" y en breve
Amanda Mars
Nueva York, El País
La Casa Blanca dijo este jueves que haría pagar a México la construcción del polémico muro que quiere levantar en la frontera mediante un impuesto del 20% a sus importaciones, una medida que, a la postre, liquida el espíritu del Tratado Atlántico de Libre Comercio (Nafta, en sus siglas en inglés). La medida se hizo pública en una jornada de infarto, que comenzó con Donald Trump amenazando al presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, con cancelar una reunión que tenían prevista y con este último anunciando después que la suspendía. Poco después, el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, matizó que ese impuesto era "una opción más" entre otras posibles.
La Administración del Donald Trump jugó con cerillas y gasolina: anunció una medida que puede sacudir las economías de ambos países, castigar el bolsillo de consumidor estadounidense y hacer peligrar los planes de sus propias empresas y, al cabo de una hora, rectificó afirmando que tan solo era una posibilidad.
Con la crisis diplomática ya abierta en canal, el portavoz de la Casa Blanca dijo a los corresponsales políticos que Trump ya tenía claro cómo torcer el brazo de los mexicanos en el pago de una obra que, ya en sí misma, es una afrenta para el país de Peña Nieto. "Si gravas con un 20% sobre unos 50.000 millones de dólares en importaciones, que por cierto es lo que hacen 160 países", dijo Sean Spicer a bordo del Air Force One, "logras 10.000 millones al año y pagas fácilmente el muro con ese mecanismo, eso es lo que va a proveer los fondos de veras".
Aunque no proporcionó detalles del gravamen, señaló que este se englobaría en la prometida y amplia reforma fiscal de la nueva Administración estadounidense, que tiene que negociar con las cámaras legislativas. Además, la medida requeriría modificaciones en la Nafta. En plena tormenta, Spicer llamó después a un pequeño grupo de periodistas a su oficina, nada más llegar a la Casa Blanca, para matizar la noticia.
Un puñado de cifras explican todo lo que se juega México, que tiene en el país de Donald Trump a su principal socio comercial: Estados Unidos representa el 80% de las exportaciones mexicanas, mientras que los estadounidenses envían tan solo el 16%. El volumen total de las importaciones desde México ronda los 295.000 millones de dólares.
Al margen del incendio diplomático que la construcción de esa frontera física provoca de por sí, el coste de la obra también ha sido un objeto de batalla desde que Donald Trump comenzó su carrera electoral hacia la Casa Blanca. No solo dijo que quería esa valla, sino que además prometió hasta la saciedad que serán los mexicanos los que lo pagarían, si no de forma, directa, indirecta. Y este jueves, al día siguiente de firmar la orden ejecutiva para empezar a construir el muro, se supo cómo lo lograría, con el impuesto fronterizo.
La nueva barrera física de planea Trump, de gran calado político aunque dudosa eficacia, requiere una inversión multimillonaria, que se estima en una horquilla de entre 14.000 y 20.000 millones de dólares (entre 12.000 y 15.000 millones de euros), y que los contribuyentes estadounidenses tendrán que pagar en primera instancia.
Amanda Mars
Nueva York, El País
La Casa Blanca dijo este jueves que haría pagar a México la construcción del polémico muro que quiere levantar en la frontera mediante un impuesto del 20% a sus importaciones, una medida que, a la postre, liquida el espíritu del Tratado Atlántico de Libre Comercio (Nafta, en sus siglas en inglés). La medida se hizo pública en una jornada de infarto, que comenzó con Donald Trump amenazando al presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, con cancelar una reunión que tenían prevista y con este último anunciando después que la suspendía. Poco después, el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, matizó que ese impuesto era "una opción más" entre otras posibles.
La Administración del Donald Trump jugó con cerillas y gasolina: anunció una medida que puede sacudir las economías de ambos países, castigar el bolsillo de consumidor estadounidense y hacer peligrar los planes de sus propias empresas y, al cabo de una hora, rectificó afirmando que tan solo era una posibilidad.
Con la crisis diplomática ya abierta en canal, el portavoz de la Casa Blanca dijo a los corresponsales políticos que Trump ya tenía claro cómo torcer el brazo de los mexicanos en el pago de una obra que, ya en sí misma, es una afrenta para el país de Peña Nieto. "Si gravas con un 20% sobre unos 50.000 millones de dólares en importaciones, que por cierto es lo que hacen 160 países", dijo Sean Spicer a bordo del Air Force One, "logras 10.000 millones al año y pagas fácilmente el muro con ese mecanismo, eso es lo que va a proveer los fondos de veras".
Aunque no proporcionó detalles del gravamen, señaló que este se englobaría en la prometida y amplia reforma fiscal de la nueva Administración estadounidense, que tiene que negociar con las cámaras legislativas. Además, la medida requeriría modificaciones en la Nafta. En plena tormenta, Spicer llamó después a un pequeño grupo de periodistas a su oficina, nada más llegar a la Casa Blanca, para matizar la noticia.
Un puñado de cifras explican todo lo que se juega México, que tiene en el país de Donald Trump a su principal socio comercial: Estados Unidos representa el 80% de las exportaciones mexicanas, mientras que los estadounidenses envían tan solo el 16%. El volumen total de las importaciones desde México ronda los 295.000 millones de dólares.
Al margen del incendio diplomático que la construcción de esa frontera física provoca de por sí, el coste de la obra también ha sido un objeto de batalla desde que Donald Trump comenzó su carrera electoral hacia la Casa Blanca. No solo dijo que quería esa valla, sino que además prometió hasta la saciedad que serán los mexicanos los que lo pagarían, si no de forma, directa, indirecta. Y este jueves, al día siguiente de firmar la orden ejecutiva para empezar a construir el muro, se supo cómo lo lograría, con el impuesto fronterizo.
La nueva barrera física de planea Trump, de gran calado político aunque dudosa eficacia, requiere una inversión multimillonaria, que se estima en una horquilla de entre 14.000 y 20.000 millones de dólares (entre 12.000 y 15.000 millones de euros), y que los contribuyentes estadounidenses tendrán que pagar en primera instancia.