Manchester City ganó y sigue en la pelea
Manchester, Olé
El Manchester City llegaba golpeado al partido ante el Burnley. La derrota 1-0 del sábado ante el Liverpool, un rival directo en la lucha por el título y el ingreso a Champions, los había dejado tambaleando y con la confianza por el piso. Y para colmo, un equipo que podía parecer un contrincante más, como el Burnley, terminó complicándolo más que lo esperado. Hasta que entró él. Pep Guardiola decidió salir a jugar el segundo tiempo con Sergio Agüero (había arrancado en el banco) y el argentino no sólo le cambió la cara a los Citizens para conseguir la victoria por 2-1 sino que además marcó el segundo tanto desde un ángulo imposible. Gaël Clichy había abierto el marcador.
Clichy abrió el marcador para el City.
El Burnley no salió a jugar apichonado. Arrancó presionando, ocupando espacios hacia delante e intentando crecer con la tenencia de la pelota. Pero más allá de eso, las chances de gol fueron del local. En los primeros minutos, ni Iheanacho ni Sterling pudieron batir al arquero rival. Más tarde, el 1 le tapó un tiro preciso a Yaya Touré. Por eso el marcador llegó vacío al entretiempo con un City que antes de la media hora inicial se había quedado con uno menos por la expulsión de Fernandinho. Sin embargo, el ingreso del Kun potenció anímicamente a los de Pep, que en cuatro minutos lograron ponerse dos goles arriba. El tanto de Ben Mee a los 25 minutos le puso algo de suspenso al juego, aunque a pesar del esfuerzo de la visita -y alguna que otra zozobra-, el marcador no se movió.
Ben Mee y el descuento del Burnley
A los 25 del segundo tiempo, Mee acortó distancias aunque no alcanzó. Fue victoria 2-1 del Manchester City.
De esta manera, el City alcanzó 42 puntos y quedó a siete del líder Chelsea, recuperando algo de terreno en la Premier. De todos modos, los Blues aún deben jugar este miércoles ante el Tottenham, pudiendo retomar la distancia de diez. El objetivo para los hombres de Guardiola es sostener un ritmo de juego y de victorias que les permita recuperar la regularidad y, ante algún tropiezo de los rivales por el título, acercarse a la cima de la tabla.
El Manchester City llegaba golpeado al partido ante el Burnley. La derrota 1-0 del sábado ante el Liverpool, un rival directo en la lucha por el título y el ingreso a Champions, los había dejado tambaleando y con la confianza por el piso. Y para colmo, un equipo que podía parecer un contrincante más, como el Burnley, terminó complicándolo más que lo esperado. Hasta que entró él. Pep Guardiola decidió salir a jugar el segundo tiempo con Sergio Agüero (había arrancado en el banco) y el argentino no sólo le cambió la cara a los Citizens para conseguir la victoria por 2-1 sino que además marcó el segundo tanto desde un ángulo imposible. Gaël Clichy había abierto el marcador.
Clichy abrió el marcador para el City.
El Burnley no salió a jugar apichonado. Arrancó presionando, ocupando espacios hacia delante e intentando crecer con la tenencia de la pelota. Pero más allá de eso, las chances de gol fueron del local. En los primeros minutos, ni Iheanacho ni Sterling pudieron batir al arquero rival. Más tarde, el 1 le tapó un tiro preciso a Yaya Touré. Por eso el marcador llegó vacío al entretiempo con un City que antes de la media hora inicial se había quedado con uno menos por la expulsión de Fernandinho. Sin embargo, el ingreso del Kun potenció anímicamente a los de Pep, que en cuatro minutos lograron ponerse dos goles arriba. El tanto de Ben Mee a los 25 minutos le puso algo de suspenso al juego, aunque a pesar del esfuerzo de la visita -y alguna que otra zozobra-, el marcador no se movió.
Ben Mee y el descuento del Burnley
A los 25 del segundo tiempo, Mee acortó distancias aunque no alcanzó. Fue victoria 2-1 del Manchester City.
De esta manera, el City alcanzó 42 puntos y quedó a siete del líder Chelsea, recuperando algo de terreno en la Premier. De todos modos, los Blues aún deben jugar este miércoles ante el Tottenham, pudiendo retomar la distancia de diez. El objetivo para los hombres de Guardiola es sostener un ritmo de juego y de victorias que les permita recuperar la regularidad y, ante algún tropiezo de los rivales por el título, acercarse a la cima de la tabla.