Los Pasdarán, primera prueba de Trump en el golfo Pérsico
Aumenta el riesgo de que los choques entre fuerzas iraníes y de EE UU desaten un enfrentamiento
Ali Falahi
Teherán, El País
Los incidentes entre barcos de la Guardia Revolucionaria iraní y fuerzas navales de Estados Unidos en el golfo Pérsico han aumentado desde la firma del acuerdo nuclear en julio de 2015. Aunque ese ejército ideológico, también conocido como Pasdarán, siempre ha cuestionado la presencia norteamericana en esas aguas, suele utilizar los choques para reafirmar su dominio y poner a prueba a la gran potencia. La Administración Obama trató de evitar que pasaran a mayores, pero con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, se corre el riesgo de que las provocaciones desaten un enfrentamiento mayor.
El caso más relevante ocurrió en enero de 2016, poco antes del levantamiento formal de las sanciones previsto en el acuerdo, cuando los Pasdarán retuvieron a dos pequeños barcos de la Armada estadounidense, con 10 marinos a bordo, por entrar en aguas territoriales iraníes. En la última ocasión hasta ahora, el pasado día 9, el destructor USS Mahan disparó cuatro tiros de advertencia a las patrulleras iraníes en las proximidades del estrecho Ormuz, ya que una de ellas se había acercado a 800 metros del buque estadounidense.
Los Pasdarán suelen justificar estas maniobras como parte de su misión de defender las fronteras marítimas de Irán, pero resulta llamativo el incremento de estos roces en el último año. Mientras que en 2015 se produjeron 23 incidentes, en 2016 ascendieron a 34. “Nuestra estrategia de defensa se basa en una guerra contra una coalición que encabeza Estados Unidos. (…) El comienzo de la guerra depende del enemigo, pero nosotros decidimos el final. Nosotros tenemos la capacidad de entrar en largas guerras de desgaste”, ha manifestado el general Hosein Salami, número dos de la Guardia Revolucionaria.
Algunos analistas señalan que los Pasdarán tratan de provocar a los norteamericanos para desatar un conflicto limitado, ya que están convencidos de que la flota estadounidense no podrá llevar adelante una guerra larga y en ese caso será vencida. Aun así, un repaso a la historia de las relaciones entre Teherán y Washington muestra que los altos responsables iraníes siempre han evitado la confrontación directa con EE. UU.; no quieren arriesgarse a una eventual derrota, menos aún en un momento en el que las circunstancias regionales les resultan favorables y han consolidado su peso en Oriente Próximo.
Estos choques esporádicos también pueden reflejar la intención de los Pasdarán de alardear de su fuerza en el golfo Pérsico y así enviar mensajes tanto a sus aliados como a sus rivales, en especial a Arabia Saudí, a la vez que buscan una mayor aceptación en la sociedad iraní, en especial entre los jóvenes. Los cines de Teherán exhiben estos días una película de dibujos animados titulada El golfo Pérsico en la que se plantea una batalla entre las fuerzas navales de los Pasdarán, con el general Qasem Soleimani al frente, contra los buques norteamericanos. Soleimani, jefe de la Fuerza Qods (un cuerpo de élite de la Guardia Revolucionaria encargado de las misiones en el exterior) es el mejor ejemplo del aumento de popularidad de ese ejército.
También pesa la lucha política interna, ya que los sectores ultras están tratando de conservar los principios revolucionarios, entre los que destaca el antiimperialismo. Critican al presidente, Hasan Rohaní, por haber firmado el acuerdo nuclear. Durante el último año, han asegurado en reiteradas ocasiones que el Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC) no ha producido beneficios y que Irán ha hecho demasiadas concesiones a Occidente a cambio de nada. Temen, sobre todo, que el acuerdo ha dado a moderados y reformistas un canal de contacto con la Casa Blanca que puede convertirse en un instrumento para arrinconarles.
Pero las noticias que llegan de Washington son cada vez menos esperanzadoras. La mudanza de Trump a Casa Blanca y el dominio republicano en ambas cámaras del Congreso han incrementado la posibilidad de nuevas sanciones contra Teherán, lo que mina gravemente el futuro del PAIC. En ese caso, los enfrentamientos en el golfo Pérsico entre fuerzas iraníes y estadounidenses serán aún más inevitables y con mayor riesgo de desatar una confrontación directa, ya que Trump ha dejado claro que dispararía a las patrulleras iraníes que hicieran gestos impropios ante los buques norteamericanos.
Ali Falahi
Teherán, El País
Los incidentes entre barcos de la Guardia Revolucionaria iraní y fuerzas navales de Estados Unidos en el golfo Pérsico han aumentado desde la firma del acuerdo nuclear en julio de 2015. Aunque ese ejército ideológico, también conocido como Pasdarán, siempre ha cuestionado la presencia norteamericana en esas aguas, suele utilizar los choques para reafirmar su dominio y poner a prueba a la gran potencia. La Administración Obama trató de evitar que pasaran a mayores, pero con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, se corre el riesgo de que las provocaciones desaten un enfrentamiento mayor.
El caso más relevante ocurrió en enero de 2016, poco antes del levantamiento formal de las sanciones previsto en el acuerdo, cuando los Pasdarán retuvieron a dos pequeños barcos de la Armada estadounidense, con 10 marinos a bordo, por entrar en aguas territoriales iraníes. En la última ocasión hasta ahora, el pasado día 9, el destructor USS Mahan disparó cuatro tiros de advertencia a las patrulleras iraníes en las proximidades del estrecho Ormuz, ya que una de ellas se había acercado a 800 metros del buque estadounidense.
Los Pasdarán suelen justificar estas maniobras como parte de su misión de defender las fronteras marítimas de Irán, pero resulta llamativo el incremento de estos roces en el último año. Mientras que en 2015 se produjeron 23 incidentes, en 2016 ascendieron a 34. “Nuestra estrategia de defensa se basa en una guerra contra una coalición que encabeza Estados Unidos. (…) El comienzo de la guerra depende del enemigo, pero nosotros decidimos el final. Nosotros tenemos la capacidad de entrar en largas guerras de desgaste”, ha manifestado el general Hosein Salami, número dos de la Guardia Revolucionaria.
Algunos analistas señalan que los Pasdarán tratan de provocar a los norteamericanos para desatar un conflicto limitado, ya que están convencidos de que la flota estadounidense no podrá llevar adelante una guerra larga y en ese caso será vencida. Aun así, un repaso a la historia de las relaciones entre Teherán y Washington muestra que los altos responsables iraníes siempre han evitado la confrontación directa con EE. UU.; no quieren arriesgarse a una eventual derrota, menos aún en un momento en el que las circunstancias regionales les resultan favorables y han consolidado su peso en Oriente Próximo.
Estos choques esporádicos también pueden reflejar la intención de los Pasdarán de alardear de su fuerza en el golfo Pérsico y así enviar mensajes tanto a sus aliados como a sus rivales, en especial a Arabia Saudí, a la vez que buscan una mayor aceptación en la sociedad iraní, en especial entre los jóvenes. Los cines de Teherán exhiben estos días una película de dibujos animados titulada El golfo Pérsico en la que se plantea una batalla entre las fuerzas navales de los Pasdarán, con el general Qasem Soleimani al frente, contra los buques norteamericanos. Soleimani, jefe de la Fuerza Qods (un cuerpo de élite de la Guardia Revolucionaria encargado de las misiones en el exterior) es el mejor ejemplo del aumento de popularidad de ese ejército.
También pesa la lucha política interna, ya que los sectores ultras están tratando de conservar los principios revolucionarios, entre los que destaca el antiimperialismo. Critican al presidente, Hasan Rohaní, por haber firmado el acuerdo nuclear. Durante el último año, han asegurado en reiteradas ocasiones que el Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC) no ha producido beneficios y que Irán ha hecho demasiadas concesiones a Occidente a cambio de nada. Temen, sobre todo, que el acuerdo ha dado a moderados y reformistas un canal de contacto con la Casa Blanca que puede convertirse en un instrumento para arrinconarles.
Pero las noticias que llegan de Washington son cada vez menos esperanzadoras. La mudanza de Trump a Casa Blanca y el dominio republicano en ambas cámaras del Congreso han incrementado la posibilidad de nuevas sanciones contra Teherán, lo que mina gravemente el futuro del PAIC. En ese caso, los enfrentamientos en el golfo Pérsico entre fuerzas iraníes y estadounidenses serán aún más inevitables y con mayor riesgo de desatar una confrontación directa, ya que Trump ha dejado claro que dispararía a las patrulleras iraníes que hicieran gestos impropios ante los buques norteamericanos.