Las tripas de un meteorito desvelan cómo evitar un impacto con la Tierra

Científicos españoles estudian por primera vez las propiedades mecánicas de la roca espacial que causó cientos de heridos en Rusia

Nuño Domínguez
El País
Era 14 de febrero de 2013 y los astrónomos de medio mundo esperaban observar al 2012 DA14, un meteorito descubierto por científicos españoles, pasar junto a la Tierra a una segura distancia de 27.680 kilómetros. Esa misma noche, otro cuerpo de unos 20 metros se acercaba a la Tierra sin que nadie lo hubiese detectado. En unas horas se convirtió en una espectacular bola de fuego sobre el cielo de Rusia. La onda expansiva causó cientos de heridos y fue una advertencia de lo vulnerable que es el planeta ante el impacto de cuerpos de este tipo.


Ahora, un equipo de científicos europeos liderado por investigadores españoles ha sido el primero en analizar las propiedades mecánicas de uno de los miles de fragmentos de aquel meteorito que quedaron esparcidas por las llanuras heladas de Chelyabinsk, cerca de los Urales.

Los investigadores han realizado punciones milimétricas en el mineral para determinar su dureza, elasticidad y resistencia a la fractura. Los resultados, aceptados para publicación en Astrophysical Journal, pueden ser determinantes para diseñar una futura misión espacial que desvíe un meteorito más peligroso y evite su choque con la Tierra, según han explicado hoy dos de los responsables del estudio en una rueda de prensa.

Los meteoritos de entre 30 o 50 metros, como el que arrasó una extensión de varios kilómetros cuadrados de bosque en Rusia a principios del siglo pasado suceden “en una escala de siglos o miles de años, pero en cambio en cualquier momento podemos sufrir un impacto como el de Chelyabinsk y no sabemos cuándo”, ha explicado Josep Maria Trigo, investigador del Instituto de Ciencias del Espacio (IEEE-CSIC) y coautor del estudio.

Trigo ha reconocido que si el asteroide llega desapercibido, como en el caso de Rusia, o se conoce solo unas horas o días antes, los humanos podemos hacer poco más que mirar. Pero si el cuerpo se detecta con un margen de meses o años, sí podría desviarse lanzando contra él una sonda. Para que el tiro sea certero es necesario conocer lo mejor posible la composición del cuerpo y saber en qué punto del mismo hay que atinar. Los meteoritos como el de Chelyabinsk se originan de asteroides que llevan mucho tiempo viajando por el Sistema Solar y han sufrido un número de colisiones que han transformado su consistencia y composición. Estudios como el realizado por los investigadores españoles podrían servir “para identificar cuáles son las zonas menos impactadas y conseguir que [tras el impacto] el meteorito salga despedido en la dirección contraria”, ha señalado Trigo.

El proyecto AIM, con el que la Agencia Espacial Europea iba a colaborar con la NASA en una primera misión espacial de este tipo, no ha recibido el apoyo económico necesario y, por ahora, ha quedado en dique seco. La NASA tiene previsto continuar con su parte del proyecto, que lanzará una sonda de impacto contra un asteroide. Trigo es uno de los líderes de PALS, un proyecto para incluir varios satélites de pequeño tamaño que estaba siendo evaluado por la ESA junto a otros candidatos para volar en AIM. Trigo ha dicho hoy que el futuro de la misión “no está cerrado” y que “hay varios países europeos que quieren que AIM vuele”, aunque no ha identificado cuáles. “Tenemos que aprender a desviar asteroides antes de que no haya remedio”, ha señalado.

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