La interminable crisis política paraliza la economía de Brasil
Las investigaciones en marcha, derivadas de la Operación Lava Jato, tienen potencial para desestabilizar al Gobierno de Michel Temer
Heloísa Mendonça
São Paulo, El País
La interminable convulsión política que vive Brasil hace crecer el temor de que la ansiada recuperación económica no se concrete en 2017. Según varios expertos consultados por EL PAÍS, las investigaciones en marcha, derivadas de la Operación Lava Jato, tienen potencial para desestabilizar al Gobierno de Michel Temer y pueden poner en peligro la capacidad del presidente de promover reformas económicas para que el país vuelva a crecer. Con un amplio horizonte de dificultades, las proyecciones del mercado financiero para la economía de Brasil en los próximos meses son bastante modestas.
Una encuesta realizada por el Banco Central a un centenar de instituciones financieras prevé un crecimiento de la economía de un 0,5% en 2017. Eso después de una recesión aguda en 2016, que según las estimaciones debe de haber cerrado con una caída del 3,49% del PIB. "Estamos viendo al presidente sangrar con la crisis a su alrededor. Hay un gran temor en relación con las delaciones de Odebrecht [sobre sobornos a políticos] y en qué medida esta puede alcanzar al Gobierno Temer, afectando su capital político", explica Sérgio Valle, economista jefe de la consultora MB Associados. Para él, con un ambiente lleno de incertidumbre, es probable que Temer encuentre dificultades para aprobar la impopular reforma de las pensiones (eleva la edad mínima de jubilación a 65 años y exige 49 como mínimo de servicio), considerada esencial para garantizar el equilibrio de las cuentas públicas de Brasil.
Es cierto que hay algunas señales positivas en el horizonte, como la tendencia a la baja de los intereses del Banco Central en los próximos meses, después de que cediese la inflación. La recesión contribuyó a la bajada de los precios. Además, hay una expectativa de un año positivo para el sector agrícola, que espera una supercosecha de grano. Las materias primas vendrían a contribuir a una mejora en el ámbito internacional. La Asociación de Comercio Exterior de Brasil (AEB) proyecta un alza del 7,2% de las exportaciones brasileñas en relación con 2016. El comercio internacional tiene un peso de poco más del 11% en la economía brasileña.
Incluso el polémico Donald Trump, que asumirá la presidencia estadounidense el próximo día 20, podría colaborar indirectamente con el crecimiento de Brasil. Trump ya ha asumido una postura provocadora ante China, lo que podría alterar el ajedrez del comercio internacional. "Si Estados Unidos realmente entra en una guerra comercial con China, Brasil puede verse beneficiado. Somos competidores de EE UU en algunos productos agrícolas, que podríamos exportar a China, por ejemplo", explica Valle.
Sin embargo, todo se trata, por ahora, de especulaciones que pueden animar a los más optimistas. Pero nada concreto que asegure un futuro alentador para un Gobierno frágil, expuesto incluso a ser destituido. El Tribunal Superior Electoral (TSE) investiga si hubo dinero ilegal en la campaña presidencial de 2014. Si se confirma la sospecha, el TSE podría pedir la destitución de la lista vencedora de las elecciones (Rousseff-Temer). "Si se destituye la lista y Temer sale de la presidencia, habrá una fuerte inestabilidad, lo que retrasaría aún más la recuperación económica y ahuyentaría las inversiones", opina Valle.
Presidenciales de 2018
Más allá de la sombra de la destitución, Temer es la cristalera en medio de una mala cosecha de datos económicos derivados de la recesión. Ejemplo de ello es el desempleo de 12,1 millones de brasileños, de los cuales 1,9 millones han perdido sus puestos en los últimos 12 meses, una cifra que puede empeorar este año.
Después de empeñarse en aprobar un ajuste fiscal que ha establecido un techo de gasto para las próximas dos décadas, el presidente trabaja para reformar las pensiones este año, un proceso que afecta directamente a uno de los grupos más vulnerables. De este modo, su popularidad, que ya es baja, con apenas un 8% de aprobación, se vuelve todavía más frágil con este cóctel de malas proyecciones.
Consciente del tamaño del problema con el que tiene que lidiar, Temer anunció, la semana de Navidad, un paquete de medidas para intentar reaccionar al escenario pesimista: anticipó la liberación de las retiradas del Fondo de Garantía de los Trabajadores (ahorro obligatorio de los trabajadores, que el Gobierno lo maneja, y solo es liberado en casos de despido o jubilación) y prometió la reducción de los intereses de las tarjetas de crédito, entre otras medidas de incentivo.
Silvia Matos, investigadora del área de Economía de la Fundación Getúlio Vargas, señala que parte del infierno astral que vive el país proviene de un exceso de optimismo de que habría una mejora con la destitución de Dilma Rousseff el pasado agosto, lo que no se ha concretado. "Parecía que todo se resolvería para la reanudación de la actividad económica, pero estamos pasando por una recesión severa, que requiere reformas estructurales muy radicales", explica.
Los desafíos de recuperar el crecimiento del país no se concentran solo en el año que comienza, sino también en el escenario político de 2018. Entre los expertos consultados por EL PAÍS hay un consenso de que la estabilidad económica solo volverá de forma definitiva en caso de que haya una elección presidencial razonable de aquí a dos años. "Dada esta turbulencia que estamos viendo en los últimos años, la probabilidad de que se produzca un escenario político muy atípico, con muchos nombres, con muchas incertidumbres, está creciendo. De ahí, la posibilidad de que alguien, un salvador de la patria, gane y continúe aumentando la inestabilidad", explica el economista Sérgio Valle.
La economista jefe de la corredora de bolsa XP Inversiones, Zeina Latif, también está de acuerdo en que existe un riesgo de que las elecciones de 2018 sean tumultuosas y de que a ellas se presenten candidatos con agendas que no sean de ajuste fiscal, lo que comprometería aún más la reanudación del crecimiento. Latif entiende que en una inflexión de la actividad económica puede producirse en el último trimestre de este año. "Sin embargo, hasta entonces, aún hay mucho en juego", afirma.
Heloísa Mendonça
São Paulo, El País
La interminable convulsión política que vive Brasil hace crecer el temor de que la ansiada recuperación económica no se concrete en 2017. Según varios expertos consultados por EL PAÍS, las investigaciones en marcha, derivadas de la Operación Lava Jato, tienen potencial para desestabilizar al Gobierno de Michel Temer y pueden poner en peligro la capacidad del presidente de promover reformas económicas para que el país vuelva a crecer. Con un amplio horizonte de dificultades, las proyecciones del mercado financiero para la economía de Brasil en los próximos meses son bastante modestas.
Una encuesta realizada por el Banco Central a un centenar de instituciones financieras prevé un crecimiento de la economía de un 0,5% en 2017. Eso después de una recesión aguda en 2016, que según las estimaciones debe de haber cerrado con una caída del 3,49% del PIB. "Estamos viendo al presidente sangrar con la crisis a su alrededor. Hay un gran temor en relación con las delaciones de Odebrecht [sobre sobornos a políticos] y en qué medida esta puede alcanzar al Gobierno Temer, afectando su capital político", explica Sérgio Valle, economista jefe de la consultora MB Associados. Para él, con un ambiente lleno de incertidumbre, es probable que Temer encuentre dificultades para aprobar la impopular reforma de las pensiones (eleva la edad mínima de jubilación a 65 años y exige 49 como mínimo de servicio), considerada esencial para garantizar el equilibrio de las cuentas públicas de Brasil.
Es cierto que hay algunas señales positivas en el horizonte, como la tendencia a la baja de los intereses del Banco Central en los próximos meses, después de que cediese la inflación. La recesión contribuyó a la bajada de los precios. Además, hay una expectativa de un año positivo para el sector agrícola, que espera una supercosecha de grano. Las materias primas vendrían a contribuir a una mejora en el ámbito internacional. La Asociación de Comercio Exterior de Brasil (AEB) proyecta un alza del 7,2% de las exportaciones brasileñas en relación con 2016. El comercio internacional tiene un peso de poco más del 11% en la economía brasileña.
Incluso el polémico Donald Trump, que asumirá la presidencia estadounidense el próximo día 20, podría colaborar indirectamente con el crecimiento de Brasil. Trump ya ha asumido una postura provocadora ante China, lo que podría alterar el ajedrez del comercio internacional. "Si Estados Unidos realmente entra en una guerra comercial con China, Brasil puede verse beneficiado. Somos competidores de EE UU en algunos productos agrícolas, que podríamos exportar a China, por ejemplo", explica Valle.
Sin embargo, todo se trata, por ahora, de especulaciones que pueden animar a los más optimistas. Pero nada concreto que asegure un futuro alentador para un Gobierno frágil, expuesto incluso a ser destituido. El Tribunal Superior Electoral (TSE) investiga si hubo dinero ilegal en la campaña presidencial de 2014. Si se confirma la sospecha, el TSE podría pedir la destitución de la lista vencedora de las elecciones (Rousseff-Temer). "Si se destituye la lista y Temer sale de la presidencia, habrá una fuerte inestabilidad, lo que retrasaría aún más la recuperación económica y ahuyentaría las inversiones", opina Valle.
Presidenciales de 2018
Más allá de la sombra de la destitución, Temer es la cristalera en medio de una mala cosecha de datos económicos derivados de la recesión. Ejemplo de ello es el desempleo de 12,1 millones de brasileños, de los cuales 1,9 millones han perdido sus puestos en los últimos 12 meses, una cifra que puede empeorar este año.
Después de empeñarse en aprobar un ajuste fiscal que ha establecido un techo de gasto para las próximas dos décadas, el presidente trabaja para reformar las pensiones este año, un proceso que afecta directamente a uno de los grupos más vulnerables. De este modo, su popularidad, que ya es baja, con apenas un 8% de aprobación, se vuelve todavía más frágil con este cóctel de malas proyecciones.
Consciente del tamaño del problema con el que tiene que lidiar, Temer anunció, la semana de Navidad, un paquete de medidas para intentar reaccionar al escenario pesimista: anticipó la liberación de las retiradas del Fondo de Garantía de los Trabajadores (ahorro obligatorio de los trabajadores, que el Gobierno lo maneja, y solo es liberado en casos de despido o jubilación) y prometió la reducción de los intereses de las tarjetas de crédito, entre otras medidas de incentivo.
Silvia Matos, investigadora del área de Economía de la Fundación Getúlio Vargas, señala que parte del infierno astral que vive el país proviene de un exceso de optimismo de que habría una mejora con la destitución de Dilma Rousseff el pasado agosto, lo que no se ha concretado. "Parecía que todo se resolvería para la reanudación de la actividad económica, pero estamos pasando por una recesión severa, que requiere reformas estructurales muy radicales", explica.
Los desafíos de recuperar el crecimiento del país no se concentran solo en el año que comienza, sino también en el escenario político de 2018. Entre los expertos consultados por EL PAÍS hay un consenso de que la estabilidad económica solo volverá de forma definitiva en caso de que haya una elección presidencial razonable de aquí a dos años. "Dada esta turbulencia que estamos viendo en los últimos años, la probabilidad de que se produzca un escenario político muy atípico, con muchos nombres, con muchas incertidumbres, está creciendo. De ahí, la posibilidad de que alguien, un salvador de la patria, gane y continúe aumentando la inestabilidad", explica el economista Sérgio Valle.
La economista jefe de la corredora de bolsa XP Inversiones, Zeina Latif, también está de acuerdo en que existe un riesgo de que las elecciones de 2018 sean tumultuosas y de que a ellas se presenten candidatos con agendas que no sean de ajuste fiscal, lo que comprometería aún más la reanudación del crecimiento. Latif entiende que en una inflexión de la actividad económica puede producirse en el último trimestre de este año. "Sin embargo, hasta entonces, aún hay mucho en juego", afirma.