La fiesta se perpetúa
El Real Madrid arrolló al Granada con un Isco descomunal, que marcó dos goles, e igualó el récord de imbatibilidad, con 39 partidos sin perder. El Granada fue un pelele.
Madrid, AS
Fue un partido masaje, pero también una prueba más de que no hay quien tosa a este Madrid, que ha hecho de la conquista de esta Liga cuestión de honor. Con un ataque a gran escala igualó el récord del Barça de Luis Enrique de 39 partidos sin perder y dio muestras de que lo batirá y lo estirará. El Granada no discutió la matanza. Un monstruo vino a verle y se lo llevó por delante.
Era el Granada, penúltimo, descompuesto por las bajas y con sus esperanzas en el mercado y no el Bernabéu, pero se adivina un proceso de optimización colectiva en el Madrid a lomos de una racha de resultados inmaculada. Como ante el Sevilla, el equipo de Zidane elevó su presión hasta tres cuartos de campo, con el mérito añadido de que esa vez le exigió esa maniobra de desgaste a Isco, Benzema y Cristiano y no a los meritorios del miércoles. Samper cayó en la primera emboscada y ahí se marchó por el desagüe el Granada, rematado casi instantáneamente por un gol en claro fuera de juego de Benzema.
Modric, los laterales e Isco fueron la santísima trinidad de una mañana apacible y divertida a costa de un adversario fantasma. El croata es un estupendo jefe de filas: dirige, roba, asiste, marca el paso. Sin duda, el jugador de esta Liga. El cuarto gol le canoniza: acudió a la presión, robó la pelota y se la puso a Isco para empujarla. Carvajal y Marcelo le evitan los extremos a Zidane. Son los propulsores del juego del Madrid, porque con su ida y vuelta permiten al técnico ahorrarse jugadores por los costados y asociar el talento por dentro para ampliar el frente de ataque. Marcelo le regaló el tercer gol a Cristiano presumiendo de la habilidad y el temple en el centro de un exterior clásico. Y completó el triángulo Isco, como verso libre, que tocó todos los instrumentos: se retrasó, afinó entre líneas, aprovechó las bandas, fue el socio de todos y el rematador de guardia. Un jugador asombroso del que el Madrid no puede desprenderse. Se marchó tocado tras un rodillazo de Samper tras sacar dos goles de la chistera.
Incluso Casemiro
Con esa biodiversidad y la potencia de fuego de Benzema y Cristiano, instalado este ya como nueve de cabecera aunque a un nivel por debajo del equipo, el Madrid construyó un partido perfecto, con sentido de grupo, solidario en el quite y en la creación, en el que se aburrieron sus centrales y apenas se le exigió nada a Casemiro, que tan ocioso se vio que pasó al otro lado de la frontera para convertirse en el jugador número 21 de la plantilla que marca esta temporada. Abundaron los minutos de fútbol de salón, con el balón circulando a una velocidad fuera del alcance del desmovilizado Granada y sin la burocracia del pase extra. Cada combinación del Madrid acabó en Ochoa, ante el que se personaron permanentemente Modric, Isco, Benzema y Cristiano. Pudo ser peor para el mexicano, desprotegido por un equipo que opuso dos líneas defensivas que resultaron imaginarias. El Madrid las cruzó con extrema facilidad.
El esfuerzo de la primera mitad permitió a Zidane volver a asear el ambiente y activar medidas de prevención. Retiró a Kroos, que de haber visto una tarjeta se hubiese perdido el partido del domingo en Sevilla (el de Liga), y a Marcelo, clamorosamente ovacionado, premio a su década prodigiosa, y metió a James, en proceso de rehabilitación, a Asensio y a Coentrao, que debutó en la Liga. Un mensaje de que quien siembra, recoge. El colombiano dejó su décima asistencia del curso. Otra vez está en el tren. Tren de altísima velocidad.
Madrid, AS
Fue un partido masaje, pero también una prueba más de que no hay quien tosa a este Madrid, que ha hecho de la conquista de esta Liga cuestión de honor. Con un ataque a gran escala igualó el récord del Barça de Luis Enrique de 39 partidos sin perder y dio muestras de que lo batirá y lo estirará. El Granada no discutió la matanza. Un monstruo vino a verle y se lo llevó por delante.
Era el Granada, penúltimo, descompuesto por las bajas y con sus esperanzas en el mercado y no el Bernabéu, pero se adivina un proceso de optimización colectiva en el Madrid a lomos de una racha de resultados inmaculada. Como ante el Sevilla, el equipo de Zidane elevó su presión hasta tres cuartos de campo, con el mérito añadido de que esa vez le exigió esa maniobra de desgaste a Isco, Benzema y Cristiano y no a los meritorios del miércoles. Samper cayó en la primera emboscada y ahí se marchó por el desagüe el Granada, rematado casi instantáneamente por un gol en claro fuera de juego de Benzema.
Modric, los laterales e Isco fueron la santísima trinidad de una mañana apacible y divertida a costa de un adversario fantasma. El croata es un estupendo jefe de filas: dirige, roba, asiste, marca el paso. Sin duda, el jugador de esta Liga. El cuarto gol le canoniza: acudió a la presión, robó la pelota y se la puso a Isco para empujarla. Carvajal y Marcelo le evitan los extremos a Zidane. Son los propulsores del juego del Madrid, porque con su ida y vuelta permiten al técnico ahorrarse jugadores por los costados y asociar el talento por dentro para ampliar el frente de ataque. Marcelo le regaló el tercer gol a Cristiano presumiendo de la habilidad y el temple en el centro de un exterior clásico. Y completó el triángulo Isco, como verso libre, que tocó todos los instrumentos: se retrasó, afinó entre líneas, aprovechó las bandas, fue el socio de todos y el rematador de guardia. Un jugador asombroso del que el Madrid no puede desprenderse. Se marchó tocado tras un rodillazo de Samper tras sacar dos goles de la chistera.
Incluso Casemiro
Con esa biodiversidad y la potencia de fuego de Benzema y Cristiano, instalado este ya como nueve de cabecera aunque a un nivel por debajo del equipo, el Madrid construyó un partido perfecto, con sentido de grupo, solidario en el quite y en la creación, en el que se aburrieron sus centrales y apenas se le exigió nada a Casemiro, que tan ocioso se vio que pasó al otro lado de la frontera para convertirse en el jugador número 21 de la plantilla que marca esta temporada. Abundaron los minutos de fútbol de salón, con el balón circulando a una velocidad fuera del alcance del desmovilizado Granada y sin la burocracia del pase extra. Cada combinación del Madrid acabó en Ochoa, ante el que se personaron permanentemente Modric, Isco, Benzema y Cristiano. Pudo ser peor para el mexicano, desprotegido por un equipo que opuso dos líneas defensivas que resultaron imaginarias. El Madrid las cruzó con extrema facilidad.
El esfuerzo de la primera mitad permitió a Zidane volver a asear el ambiente y activar medidas de prevención. Retiró a Kroos, que de haber visto una tarjeta se hubiese perdido el partido del domingo en Sevilla (el de Liga), y a Marcelo, clamorosamente ovacionado, premio a su década prodigiosa, y metió a James, en proceso de rehabilitación, a Asensio y a Coentrao, que debutó en la Liga. Un mensaje de que quien siembra, recoge. El colombiano dejó su décima asistencia del curso. Otra vez está en el tren. Tren de altísima velocidad.
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¡Mira la llegada de los jugadores al estadio Santiago Bernabéu!#RMLiga #HalaMadrid